La inmensidad y la soledad del río Limay volvió a atraer a los amantes de la pesca

La tranquilidad en la boca del Limay contrasta con el clima fervoroso que se vive en la desembocadura del río Correntoso. Allí, los pescadores que buscan tranquilidad reposan y disfrutan de un amplio paisaje. ¿Cómo se vive la temporada?

Recién a partir de las 8 de la mañana, la boca del río Limay comenzó a recibir pescadores ansiosos por disfrutar de la segunda jornada de la temporada de pesca. Al este del puente del río Limay, en medio de un ambiente estepario, la gente llegaba en camionetas, con embarcaciones dispuesta a recorrer distintos accesos del cuerpo de agua.


Del otro lado del puente, con una postal de la cordillera de los Andes, unos seis pescadores iban copando poco a poco las orillas de ese tramo del río, a escasos metros del lago Nahuel Huapi.

Solo se escuchaba el sonido del río que, por momentos, se volvía más intenso cuando soplaba el viento. De tanto en tanto, alguno de los pescadores se comunicaba por radio con un compañero posicionado en otro rincón no tan lejano, para informarle alguna novedad del pique. El diálogo era sumamente breve.


El reencuentro social de pescadores que dio inicio a la temporada de pesca en el río Correntoso este lunes en nada se asemeja al clima que se vive en la naciente del Limay que combina silencio y soledad.

Hernán Pepa, del barrio porteño de Palermo, preparaba su caña mientras un instructor de pesca se apuraba para botar la embarcación al río. No había tiempo que perder.

Pepa pesca desde hace 30 años, pero es la segunda vez que recibe la temporada de pesca en el Limay. «Pescamos embarcados con el mejor instructor, Gonzalo Beti. Nos lleva a lugares que, de otra forma, no llegaríamos. Estar al aire libre en un lugar como éste, con amigos, no tiene precio», resumió.


A unos pocos metros, el instructor de pesca Marcelo Sosinowicz coordinaba una salida con un grupo de Buenos Aires en una embarcación. «Arrancamos la temporada trabajando lo cual es bueno. Ya estamos recibiendo consultas de extranjeros, muchos norteamericanos», señaló en alusión a la apertura de las fronteras.

¿Por qué el Limay seduce tanto a los pescadores? La mayoría responde sin dudarlo: «es el mejor río del mundo». No sólo por el entorno sino porque se capturan truchas grandes, en cantidad, en estado salvaje.


Sin embargo, la temporada arrancó con escaso pique. Los pescadores lo minimizan y argumentan que la captura de ejemplares «es simplemente algo circunstancial». «Lo lindo es venir a pescar, lo demás es un bonus», señaló Claus Donath, un turista de Pilar.


Al igual que en el río Correntoso, el bajo caudal sorprendió a los pescadores que recalcaron que «si no hay agua, el pez se va». De todos modos, consideraron que hoy esto no es un problema, aunque podría serlo llegado el verano con menos lluvias y temperaturas más elevadas.

(Foto: Marcelo Martinez)

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