La irónica carta a la reina Máxima

Los escritores neerlandeses Arnon Grunberg, Herman Koch, Anne Vegter y Jan Van Mersbergen, invitados especiales de la 39ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, ofrecieron anteayer por la tarde en el Café Amsterdam una carta personal a Máxima, Reina Consorte de los Países Bajos. Bajo el título “Cartas a la reina”, los autores, invitados de honor a la Feria del Libro, que en esta edición cuenta por vez primera con una ciudad invitada, Amsterdam, leyeron al numeroso público reunido en el llamativo café una carta cada uno donde no faltó la reflexión social, la ironía y el humor. Herman Koch, autor de “La cena”, se puso en la voz de Jorge, un camarero de un café de Puerto Madero, y dijo: “su Majestad, no sé si se acuerda de mí, aunque yo la recuerdo bien. También a su marido. Recuerdo que usted era como un sol. Él, en cambio, tenía cara de aburrido, parecía un día nublado”. “Después del primer plato y ocho cervezas, el príncipe Guillermo se quedó dormido. Y yo vi que usted, que todavía era un sol, un astro solo en el universo, estaba llorando. No se qué le pasaba, pero pensé que, quizás, usted pensaba que si no tenía que haber esperado un poco más para ser una princesa que busca su caballo blanco”, leyó el escritor. Y continuó: “entonces hice una broma para animarla y el príncipe me contestó: ‘no tengo sentido del humor, no tengo atractivo y soy bastante mediocre’. Ahora, años después, mirando su asunción, me fijé en su cara y vi una lágrima. Sabía en qué estaba pensando: en el caballo blanco, que estaba en el matadero. Entonces, lloré por la mediocridad”. Por su parte, cuando ya se empezaban a notar los primeros rasgos de incomodidad entre el público que sostenían libros de la reciente Reina de los Países Bajos, Jan Van Mersbergen disparó: “hace poco vi aquí a un basurero saltar a la parte última del camión y bailar un tango con la basura. El hombre se movía muy bien. Su majestad, ¿a visto en su ciudad a un basurero bailando el tango con la basura? Para el autor de “Al otro lado de la noche”, quien ahondó en la vida de los trabajadores y los marginales, afirmó: “el gran secreto de la monarquía es la distancia”. A su turno, Anne Vegter, recientemente nombrada Poeta Nacional de su país, leyó un poema titulado “Ser una máxima”: “¿Qué hacés cuando aprendés lo que las chicas aprenden de las chicas: honrar a los padres, dividir a las madres, ocupar a los varones, disfrazar a los guardias, aburrir a las hermanas y aprender que los señores se reparten la torta, contar lo que es alborotar”. “Cuando te jugás el comodín y frecuentás círculos, andás a caballo, recortás flores, le reprochás la ilusión a la ilusión. Y qué cuando las inteligentes e ineludibles nenas están en los castillos, qué cuando los señores no aprenden que es imposible conjurar lo que es fuerte? Ser una Máxima”, leyó la poeta. Por último, cuando algunos rostros que esperaban un mensaje cordial a la monarquía se notaban perplejos, llegó el turno de Arnon Grunberg, quien leyó la carta más graciosa y demoledora de todas: “en una carta abierta que escribí el invierno pasado a la anterior reina Beatriz. Propuse que por una vez se proclame a una mascota como rey o reina de los Países Bajos”. “¿Por qué motivo la emancipación debería limitarse a las mujeres? –se preguntó el escritor–. Se me ocurrió que podríamos elegir una cabra o un perro de raza. En un país como Holanda, en el que al menos una parte de la población apoya el Partido por los animales –hasta donde yo sé, único en el mundo–, no es absurdo que en algún momento también se elija una mascota como gobernante”. (Télam).

Juan Rapacioli


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