La mitad de las personas con hígado graso no son bien evaluadas

Investigadores de Río Negro y Neuquén colaboraron en un estudio nacional. El trabajo fue liderado por el médico hepatólogo Adrián Gadano, nacido en Roca. Advirtieron que los pacientes encuentran barreras para hacerse los estudios adicionales y tratarse

Hoy el 25% de la población adulta padece el trastorno del hígado graso no alcohólico. Casi no da síntomas en la etapa temprana, pero la enfermedad puede avanzar de manera silenciosa y causar una cirrosis o un cáncer de hígado. Para prevenir que el hígado graso no lleve a esas enfermedades es clave hacer una evaluación del riesgo y tratarlo a tiempo.

El médico hepatólogo Adrián Gadano, nacido en General Roca, Río Negro, lideró una investigación en la Argentina para evaluar con cuánta frecuencia se hacen las evaluaciones de riesgo en los pacientes con hígado graso, un trastorno que está asociado con el incremento de los casos de personas con sobrepeso, obesidad, diabetes, estrés y el sedentarismo durante las últimas dos décadas. El estudio fue publicado en la revista de Gastroenterología de México.

En la realización del estudio participaron también los profesionales José Allevato, de la Unidad de Diagnóstico y Tratamiento para Enfermedades Hepáticas de Neuquén, Carlos García Dans, de la Sección Hepatología del Hospital Carrillo de Bariloche, y María Nerea Anselmo del Hospital Zonal de Esquel. Una de las coautoras fue la doctora Beatriz Ríos, del Centro de Investigación en Neuquén, quien falleció el año pasado. También hubo colaboradores de otras regiones de la Argentina.

En la mayoría de los casos, la enfermedad por el hígado graso no alcohólico tiene una evolución benigna. Pero aproximadamente en el 25% de las personas que tienen ese trastorno puede desarrollarse una fibrosis que avanza a cirrosis o a un tumor de hígado entre 20 y 30 años después. Queremos advertir a la población en general y a la comunidad médica para que estén más atentos para que se haga un diagnóstico más tempranamente y se lo trate a tiempo”, dijo a RIO NEGRO Adrián Gadano, quien forma parte de la Sección Hepatología del Hospital Italiano de Buenos Aires y fue presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología.

El trastorno consiste en la acumulación de grasa en el hígado. Las personas que la presentan no tienen antecedentes de consumo excesivo de alcohol. En muchos casos está relacionada con el exceso de peso aunque algunas personas delgadas también pueden tener la enfermedad.

Cuando atienden a los pacientes y se diagnostica hígado graso, los médicos clínicos o médicos de familia deberían hacer un test no invasivo que permite determinar cuál es el nivel de probabilidad de que el cuadro avance a las otras enfermedades. Si el resultado de ese test indica que el paciente se encuentra en el estadío “indeterminado” o en el “alto”, el profesional debería indicar que se haga un estudio llamado “Fibroscan”, que sirve para medir la fibrosis (las cicatrices) y la esteatosis (los cambios grasos) del hígado. También se puede indicar una biopsia.

Para averiguar con cuánta frecuencia se hace el test, el equipo liderado por el doctor Gadano hizo el estudio de cohorte transversal y multicéntrico en pacientes con hígado graso que fueron evaluados por hepatólogos entre el 1 de junio y el 31 de julio de 2018. Se calcularon las puntuaciones de fibrosis en todos los pacientes, y si al menos una de las puntuaciones sugería un riesgo indeterminado o alto, se consideró que el paciente debía someterse a una evaluación adicional de la estadificación.

El estudio incluyó a 238 pacientes. La mediana del intervalo de tiempo entre el diagnóstico de hígado graso y la inclusión en el análisis fue de 12,2 meses.

Un total de 128 (54%) pacientes tenían al menos una puntuación no invasiva que sugería un riesgo indeterminado o alto de fibrosis, pero sólo se realizaron estudios para confirmar el grado de fibrosis en 72 (56%). Al analizar los resultados, los investigadores encontraron que hay barreras que impiden que los pacientes con hígado graso no sean más evaluados y se determine su nivel de riesgo de desarrollar otras enfermedades.

Las principales barreras encontradas por los médicos para aplicar los algoritmos de estadificación estaban relacionadas con la cobertura del seguro médico y los costes de los estudios de imagen. “La mayoría de los médicos no los indica a los estudios porque no son cubiertos por las obras sociales o las prepagas o porque los pacientes no cuentan con lugares accesibles para hacerlos cerca del lugar donde residen”, señaló Gadano.

Como conclusión, los investigadores puntualizaron que un alto porcentaje de pacientes con hígado graso presentan un riesgo indeterminado o alto de fibrosis, según las puntuaciones no invasivas, pero sólo el 50% se realizaron los estudios adicionales, lo que muestra una baja adherencia a las recomendaciones actuales.

De acuerdo con Gadano, hoy las personas con diabetes, sedentarismo, sobrepeso u obesidad, colesterol alto, triglicéridos altos, hipertensión, entre otros factores, tienen más riesgo de tener el problema del hígado graso. “Los pacientes con factores de riesgo pueden preguntar a su médico de cabecera sobre la posibilidad de tener hígado graso”, afirmó.

El 75% de los pacientes con diabetes tienen enfermedad por hígado graso. Por lo cual, las personas con esa enfermedad deberían consultar al médico por estar en mayor riesgo.

El hepatograma permite evaluar el estado del hígado, y una ecografía ayuda a detectar la presencia de la grasa en el hígado. Muchos pacientes consultan a hepatólogos porque se detecta la grasa en el hígado al hacerse estudios por otras razones.

Por los cambios en la alimentación y el mayor sedentarismo, el problema del hígado graso también se desarrolla en niños y adolescentes. Cuando se diagnostica la enfermedad del hígado graso, hay mucho por hacer siguiendo el consejo médico. Se deben llevar adelante cambios en el estilo de vida a favor de una alimentación saludable y sin productos ultraprocesados. Hay que aumentar la actividad física. Actualmente, se lo puede tratar con un equipo multidisciplinario formado por nutricionistas, médicos y psicólogos para hacer los cambios.

Guía para especialistas

Desde la Asociación Latinoamericana para el Estudio del Hígado, el doctor Adrián Gadano y un equipo de especialistas publicaron la primera guía de manejo de la enfermedad por el hígado graso. Como se trata de una enfermedad que fueron creciendo en su incidencia durante las últimas dos décadas, se necesita que la comunidad médica esté más concientizada y capacitada para ayudar a los pacientes a diagnosticar mejor el problema del hígado graso, a evaluar sus riesgos y a tratarlo.

La guía consiste en recomendaciones basadas en la evidencia científica para el sector de la salud sobre cómo debe hacerse hoy el diagnóstico y el tratamiento. Fue publicada en la revista especializada Annals of Hepatology.

Para prevenir el trastorno, hay varias medidas. Es muy común que el factor de riesgo esté dado por el sobrepeso, que puede ser solo de unos pocos kilos, y tendrá una buena respuesta a una dieta o aun aumento de la actividad física.El hígado responde rápidamente a pequeños cambios.

Algunas personas han dejado inadvertidamente de hacer actividad física o trabajan más en una oficina.Cuando se hace una actividad física que dura más de 20 minutos, se movilizan las grasas y se activa una sustancia llamada lipoproteína lipasa, que rompe las grasas en partículas menores que pueden ser ocupadas como energía.


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