“La odisea diaria de cruzar el puente”
Soy un residente de Cipolletti que debe soportar la odisea diaria del cruce del puente hacia Neuquén en horario de la mañana. Cuando estaba activo el sistema de peaje, todos le atribuíamos la culpa de las demoras y embotellamientos. Sin embargo hoy, con el peaje totalmente desactivado, las cosas se han puesto quizás peor. Y no hace falta ser muy observador para darse cuenta de la causa del problema. Es cierto, el tránsito por los puentes se ha incrementado junto con el parque automotor. Pero el Destacamento de Tránsito de Río Negro hace poco y nada para paliar el problema. Por el contrario, increíblemente se posicionan frente a la sede de la Caminera, generalmente más de cinco agentes, y comienzan con una tarea que no beneficia a nadie: detienen camiones para pesarlos, dan información turística a conductores indolentes que se detienen en medio de la ruta; otros, en su afán de comportarse como “buenos ciudadanos”, transitan frente a la “autoridad” a velocidades ridículas, como esperando ser fotografiados o que se obtenga una imagen de su retina para futuros reconocimientos, mientras la cola de vehículos sigue enmarañándose en la unión de las rutas que desembocan en la rotonda. Todos sabemos las consecuencias: nervios, peleas, insultos, choques, demoras y, como siempre, un día que se inicia mal, con mala predisposición. En una ocasión un motociclista me dirigió un gesto de “llevo un arma y te voy a disparar”. Nadie puede decir que tiene el temple de un monje tibetano y que la situación no lo afecte de esta manera. En otras ocasiones, a algún funcionario de Gendarmería se le ocurre la feliz idea de efectuar un “operativo” del lado neuquino del puente; además de los controles del Cippa ubicados tan inteligente y estratégicamente. Suele ocurrir que el agente de tránsito corte la circulación para hacer que un transeúnte o un ciclista cruce la calzada. Otra vez, y fui testigo, ¡para que cruce un perrito! En definitiva, no sugiero que el tránsito en los puentes se haga a alta velocidad sino a un ritmo ininterrumpido, y aseguro que así los embotellamientos que se producen entre las 7:30 y las 9:30 de la mañana se verían claramente disminuidos. Traspuestos ambos retenes, el tránsito se hace notoriamente más ágil y no es porque “al llegar a Neuquén se abren más caminos alternativos”, como se ha sugerido. Por supuesto, la solución definitiva será la construcción de uno o más puentes adicionales. Creo que las autoridades de Tránsito deberían buscar la manera de aliviar la situación de los vecinos, encontrando la forma de efectuar retenes y controles en otros lugares de la ruta, ubicándose donde haya lugar para detener toda clase de vehículos y contribuyendo a ordenar el tránsito en las zonas más comprometidas, como la unión de rutas 22 y 151 y calle Pacheco. Los invito a concurrir en el horario que les comento y verificar lo que aquí expongo. Guillermo Kohon Cipolletti
Guillermo Kohon Cipolletti
Soy un residente de Cipolletti que debe soportar la odisea diaria del cruce del puente hacia Neuquén en horario de la mañana. Cuando estaba activo el sistema de peaje, todos le atribuíamos la culpa de las demoras y embotellamientos. Sin embargo hoy, con el peaje totalmente desactivado, las cosas se han puesto quizás peor. Y no hace falta ser muy observador para darse cuenta de la causa del problema. Es cierto, el tránsito por los puentes se ha incrementado junto con el parque automotor. Pero el Destacamento de Tránsito de Río Negro hace poco y nada para paliar el problema. Por el contrario, increíblemente se posicionan frente a la sede de la Caminera, generalmente más de cinco agentes, y comienzan con una tarea que no beneficia a nadie: detienen camiones para pesarlos, dan información turística a conductores indolentes que se detienen en medio de la ruta; otros, en su afán de comportarse como “buenos ciudadanos”, transitan frente a la “autoridad” a velocidades ridículas, como esperando ser fotografiados o que se obtenga una imagen de su retina para futuros reconocimientos, mientras la cola de vehículos sigue enmarañándose en la unión de las rutas que desembocan en la rotonda. Todos sabemos las consecuencias: nervios, peleas, insultos, choques, demoras y, como siempre, un día que se inicia mal, con mala predisposición. En una ocasión un motociclista me dirigió un gesto de “llevo un arma y te voy a disparar”. Nadie puede decir que tiene el temple de un monje tibetano y que la situación no lo afecte de esta manera. En otras ocasiones, a algún funcionario de Gendarmería se le ocurre la feliz idea de efectuar un “operativo” del lado neuquino del puente; además de los controles del Cippa ubicados tan inteligente y estratégicamente. Suele ocurrir que el agente de tránsito corte la circulación para hacer que un transeúnte o un ciclista cruce la calzada. Otra vez, y fui testigo, ¡para que cruce un perrito! En definitiva, no sugiero que el tránsito en los puentes se haga a alta velocidad sino a un ritmo ininterrumpido, y aseguro que así los embotellamientos que se producen entre las 7:30 y las 9:30 de la mañana se verían claramente disminuidos. Traspuestos ambos retenes, el tránsito se hace notoriamente más ágil y no es porque “al llegar a Neuquén se abren más caminos alternativos”, como se ha sugerido. Por supuesto, la solución definitiva será la construcción de uno o más puentes adicionales. Creo que las autoridades de Tránsito deberían buscar la manera de aliviar la situación de los vecinos, encontrando la forma de efectuar retenes y controles en otros lugares de la ruta, ubicándose donde haya lugar para detener toda clase de vehículos y contribuyendo a ordenar el tránsito en las zonas más comprometidas, como la unión de rutas 22 y 151 y calle Pacheco. Los invito a concurrir en el horario que les comento y verificar lo que aquí expongo. Guillermo Kohon Cipolletti
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