La pausa activa desde la escuela

El título de la presente columna más que una realidad, contiene una expresión de deseos.


Por antonomasia asociamos la escuela con un ámbito de aprendizaje y socialización, pero pocas veces la concebimos como un espacio que puede colaborar , significativamente, en la adquisición de hábitos saludables para toda la vida.
Dentro de este último concepto hemos destacado las bondades de la actividad física, de la buena alimentación y el descanso, pero hemos olvidado a la pausa activa.


Como su nombre lo indica, las pausas activas son breves interrupciones en movimiento, dentro de nuestra rutina de estudio o trabajo, susceptibles de ser realizadas en lugares reducidos; con cualquier tipo de vestimenta, siendo muy beneficiosas para nuestra salud física y mental, especialmente si se trabaja frente a una pantalla o estudiando en una misma posición.


Consiste principalmente en realizar ejercicios de elongación muscular y movilidad articular para compensar la fatiga física, ayudando a disminuir el estrés y prevenir contracturas, tensiones y dolores contribuyendo a prevenir alteraciones cognitivas de atención, memoria y concentración, trastornos del sueño, alteraciones del ánimo y de ansiedad.
Dedicar unos pocos minutos cotidianos a estos ejercicios para cortar con la rutina, descontracturar la columna cervical y lumbar, elongar gemelos, cuádriceps o isquiotibiales favoreciendo la circulación sanguínea y estirar articulaciones como la escapulo humeral o de la muñeca puede representar la diferencia de proseguir con una rigidez, aumentar la tensión muscular o a largo plazo, sufrir una enfermedad por acumulación de tensión, estrés o posiciones antiergonómicas.


Es por ello que saber prevenir desde edades tempranas resulta esencial y conocer simples movimientos de pausa activa puede ser una importante actividad escolar, para ser enseñada en clases de Educación Física y ser trasladadas luego, a otras clases momentos áulicos.


La propuesta es particularmente interesante en estos tiempos de emergencia sanitaria, donde los protocolos exigen distanciamiento social entre alumnos, provocando en los profesores la necesidad de brindar soluciones creativas. En diferentes portales como el de www.argentina.gob.ar/salud/tupausaactiva hay variados ejercicios para realizar, de acuerdo a las características de la persona que los requiera.


De tal modo, la incorporación del hábito de la pausa activa, puede constituirse en un aliado incondicional de la salud para personas que hacen trabajos sentados (tareas de oficina, de call center, estudios, administrativos, cajeros, estudiantes, conductores, etc.) o en actividades repetitivas en las que se generan microtraumatismos (dactilógrafos, estibadores, clasificadores, embaladores, bocas de pozo) en tiempos donde, además, el sedentarismo y la obesidad acusan guarismos de epidemia.


A diferencia de la metodología instrumentada en Venezuela, donde se obliga a la práctica de media hora de actividad física durante la jornada laboral o en Japón donde se controla celosamente el perímetro abdominal de los trabajadores, las acciones previstas por la Ley argentina contra el sedentarismo Nro. 27197, sancionada el 7/10/15, tiene un marcado tinte programático.


En tal sentido, convencer a la patronal de que el tiempo dedicado a la salud de sus dependientes redundará en su propio beneficio, implica un desafío complejo por cuanto exige una transformación cultural.


Consiste principalmente en realizar ejercicios de elongación muscular y movilidad articular para compensar la fatiga física, ayudando a disminuir el estrés y prevenir contracturas.



Si la introducción de actividades físicas no repercute en una mayor productividad, en un mejor clima de trabajo, en prevención de enfermedades, disminución de la siniestralidad o en la cohesión de las diferentes áreas de las empresas, difícilmente sea aconsejada por las gerencias de recursos humanos. Si en cambio se avizora que la actividad física puede revertir índices negativos en tales cuestiones, su implementación puede ser un adecuado e innovador aporte.


Todas estas cuestiones difíciles de asimilar para quienes entienden que el ser humano funciona como una máquina, requieren de un cambio de estructura mental, por el cual la persona sea considerada como un todo
Para ello la escuela, más aún ante la coyuntura que atraviesa, tiene un papel clave: el de estimular la creación de hábitos como el de la pausa activa, el manejo de la RCP o de primeros auxilios, que verdaderamente sirvan para autoprotegerse y poder ayudar a los demás.


En definitiva, para pensar desde la escuela en personas y sociedades más saludables.


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