La planta de yeso y un problema eterno en J.J.Gómez

Desde hace 12 años que funciona en General Roca. Eva Camu sufre los efectos no sólo en su casa sino también en el cuerpo de un problema sin solución.

Redacción

Por Redacción

Hablar con Eva Camu un día de viento es estremecedor. Esta vecina de J.J. Gómez desde hace más de 12 años que sufre los efectos de la planta de yeso que opera en la estación de trenes de ese barrio ubicado en la zona oeste de Roca.

«Acá estamos, mire el viento que hay esto es increíble. Pasen y vean», es la primera invitación que hace esta vecina desde la vereda de su casa, mientras que las ráfagas de viento superan los 80 kilómetros por hora y la planta sigue operando sin mayores restricciones.

Los muebles de la casa de Eva muestran el paso del viento y las partículas de yeso. (foto: Juan Thomes)

Eva (que entre risas pide no revelar su edad) asegura que toda su vida vivió sobre calle Tucumán al 5.400, en el corazón de uno de los barrios más antiguos y prácticamente frente a uno de los accesos de la estación de trenes que hoy opera la empresa Ferrosur. Pero desde hace más de una década que las partículas no sólo afectaron su casa sino también su cuerpo, ya que ha sufrido los efectos de manera periódica.

Eva asegura que ya ni siquiera limpia. Es que cada vez que sopla algo de viento las partículas de yeso se filtran por su casa y destruyen todo lo que encuentran a su paso. Mientras relata los perjuicios, pasa el dedo sobre los muebles y el surco queda marcado como una muestra de lo que padece diariamente.

«A veces ya no me dan ganas de limpiar. El yeso me ha destruido todo incluso la computadora que ahora la tengo cubierta con nylon en la habitación pero bueno ya la he tenido que reparar varias veces», dice la vecina.

Eva sufre los efectos del polvo del yeso. Sufre de los pulmones y la vista. (foto: Juan Thomes)

No sólo los muebles sino también la estructura de la casa ha sufrido los embates del yeso durante estos años y una tras otra, se notan todavía las reparaciones que ha sufrido.

«Eso es lo de menos. Mi sistema respiratorio sufre también porque ese polvo se te instala en los pulmones. Y con la vista pasa lo mismo, ya no saben qué remedio darme porque el daño es increíble», dice Eva, mientras advierte al periodista y al fotógrafo que recorren la casa que ya tienen los ojos rojos por el efecto de las partículas que dañan la vista.

«Y ustedes llevan cinco minutos, imagine que yo vivo acá hace 12 años con esta planta», explicó esta mujer el miércoles de la semana pasada cuando las ráfagas soplaron durante más de diez horas.

Para Eva, las medidas para contener el levantamiento de la nube de polvo no tienen ningún efecto. «Riegan con un chorrito de agua que no sirve para nada», advirtió la vecina quien aseguró que nadie ha tomado medidas concretas para terminar con este flagelo que no sólo la afecta a ella sino a todo el barrio de J.J.Gómez.


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