La Policía neuquina cierra un año con grises y déficit
Aunque tiene recursos y capacita a su personal, dejó casos sin resolver.
NEUQUEN (AN)- Al comenzar el año el gobernador Jorge Sobisch se deshizo en elogios hacia la Policía provincial por su supuesta alta efectividad para esclarecer delitos. Pero el período se cierra con déficit: hay ocho efectivos presos, la mitad por fusilar con balas de goma a un manifestante indefenso y el resto por integrar una banda delictiva; la inseguridad aumentó con casos más graves, como tomas de rehenes y secuestros; la desaparición de Sergio Avalos pasó el medio año sin esclarecimiento y con policías sospechados de tener alguna responsabilidad; y para coronar el balance negativo una sentencia acusó a los investigadores estrella de la provincia de plantar pruebas para resolver un crimen.
Algo anda mal en la fuerza de seguridad neuquina, lo cual también se refleja en episodios más oscuros de los que pocos aceptan hablar, como la serie de suicidios o intento de suicidio de policías, las numerosas licencias pedidas por problemas psicológicos y la escalada de episodios de violencia familiar protagonizada por uniformados.
Equipada como ninguna de la Patagonia -no sólo hace derroche de patrulleros y motocicletas, también cuenta con un helicóptero alquilado-, y con efectivos en permanente capacitación -incluido un intercambio con sus pares españoles- la Policía provincial sin embargo pierde con frecuencia la batalla en las calles donde los asaltantes no le dan tregua.
También la perdió en el control de las cárceles: este año hubo récord de motines y fugas, entre ellas una inédita evasión de diez reclusos, y ese clima espeso se reflejó en una inusitada cantidad de denuncias por apremios ilegales.
Por si fuera poco recibió un golpe en su área más preciada: la de investigaciones. La Cámara Penal Segunda, insospechada de ser blanda cuando está convencida de la culpabilidad de un imputado, dejó en libertad a los acusados de cometer uno de los crímenes más resonantes de los últimos años con fuertes críticas a la investigación policial.
Sobisch, que a principios de año había destacado con orgullo que «la policía esclarece el 80% de los homicidios», se acordó de golpe que la fuerza responde órdenes de jueces y fiscales. Así, rompió su supuesta costumbre de no hablar de fallos y salió defender a la tropa que -sospecha- necesitará mucho de ahora en más para imponer su modelo.
Frente a la protesta social la Policía tuvo una actitud contradictoria, producto de la estrategia errática del gobierno provincial: osciló entre la represión abierta a una protesta en Parque Industrial y la pasividad total ante el larguísimo corte de los puentes carreteros por parte de los docentes, para despedirse con la cacería de manifestantes del 25 de noviembre en inmediaciones del Ruca Che.
Se definió una línea de mano dura
Ahora, con la nueva conducción, parece que se definió una línea: la mano dura. Al poner en funciones al nuevo jefe Wálter Cofré, el ministro de Seguridad, Luis Manganaro, invirtió más de la mitad de su discurso a justificar la represión y advertir que habrá menos tolerancia con los que corten calles o alcen la voz en contra de la política del gobierno.
Ese día además de Cofré asumió como subjefe Julio Trepat, quien comandó el operativo de noviembre que terminó en desastre. ¿Su ascenso significó un respaldo? ¿O lo dejaron más expuesto? En la tropa hay desconcierto, según pudo apreciar «Río Negro» en base a la consulta con varios comisarios en actividad. Y molestia. Por un lado, porque los responsables aún no fueron tocados por la justicia. Por el otro, porque -la reflexión es de un inspector-: «el gobierno nos usó para sacarse de encima a los punteros que ellos mismos alimentaron durante años, y no le importó que cuatro de los nuestros terminaran presos».
Apremiados por lo urgente, los análisis dejan de lado un aspecto esencial: ¿hasta dónde está capacitada la Policía para hacer frente a la protesta social? Aún no se ha escuchado una autocrítica sobre la táctica y la estrategia aplicadas para dispersar a los manifestantes que se reunieron en el Ruca Che para oponerse a la tarjeta solidaria. La investigación del ataque contra Pedro Alveal recogió muchos testimonios que aluden a la superposición de órdenes, la falta de objetivos claros y la peligrosa mezcla de grupos especial con policías de calle que, escudo y escopeta en mano, fueron enviados a cumplir una tarea para la que no están capacitados y cumplieron como mejor les pareció. El resultado está a la vista.
NEUQUEN (AN)- Al comenzar el año el gobernador Jorge Sobisch se deshizo en elogios hacia la Policía provincial por su supuesta alta efectividad para esclarecer delitos. Pero el período se cierra con déficit: hay ocho efectivos presos, la mitad por fusilar con balas de goma a un manifestante indefenso y el resto por integrar una banda delictiva; la inseguridad aumentó con casos más graves, como tomas de rehenes y secuestros; la desaparición de Sergio Avalos pasó el medio año sin esclarecimiento y con policías sospechados de tener alguna responsabilidad; y para coronar el balance negativo una sentencia acusó a los investigadores estrella de la provincia de plantar pruebas para resolver un crimen.
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