La suba del dólar complica el plan para las tarifas que trazó Nación

Por la disparada de la moneda norteamericana y en medio de un año electoral, el gobierno desdobló los aumentos del gas para los usuarios residenciales. Desde el sector empresario comienzan a alertar por atrasos en algunos precios. El financiamiento del Ejecutivo para las facturas de gas causó sorpresa.

Las petroleras aplicaron el tercer aumento del año y por lo bajo reconocen, pese a la presión inflacionaria, que son insuficientes. Shell se anticipó y aumentó un 10%. (Oscar Livera)

La devaluación de la moneda local es una situación que obligó al gobierno nacional a rediagramar la hoja de ruta varias veces el año pasado. Si bien durante la primera mitad del año la suba del dólar fue escalonada, a partir del segundo semestre de 2018 se disparó y afectó negativamente en los índices económicos.

Los servicios públicos se encarecieron, las naftas subieron, la inflación se agudizó y cayó el consumo. El escenario para este año parecía ser diferente, pero enero arrancó con un dólar a $36,94 y esta semana llegó a un nuevo máximo histórico cuando rozó los $45.

Los reiterados aumentos de los combustibles fueron uno de los factores que más impactaron en la región. En 2018 el costo de las naftas se incrementó 15 veces y la mayoría de las subas se concentraron a partir del segundo semestre, apuntaladas principalmente por la disparada del dólar.

En lo que va del año las combustibles ya acumulan dos aumentos. El primero fue de 2,8% en febrero y el segundo fue en marzo, también de 2,8%. Este fin de semana sumaron la tercera suba, un 4,5% en promedio para los valores de referencia de YPF, y bajo la amenaza de nuevos incrementos productos de márgenes atrasados.

Raizen, compañía que controla las estaciones Shell, dio muestras de ese escenario al marcar casi un 10% de suba.

La luz es otro de los servicios que tiene programado aumentos para los próximos meses. Pero si el dólar continúa en alza, tanto la generación como el transporte solicitarán aumentos mayores a lo proyectados por el gobierno.

El gas también fue uno de los servicios que más se encareció en 2018. Si bien la región patagónica aún guarda subsidios en su facturas, en el interior de Neuquén donde utilizan Gas Licuado de Petróleo (GLP), denunciaron facturas de cuatro cifras.

La vuelta de los subsidios

A mitad de semana el gobierno nacional anunció que el gas para abril aumentará un 29% y se cumplió con la proyección que había realizado el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, en febrero. Si bien las distribuidoras comenzarán a percibir el aumento de manera inmediata, para los usuarios residenciales será de manera escalonada. El gobierno financiará la diferencia.

En concreto será 10% para abril, 9,1% en mayo y en junio se alcanzará el monto total. En el período de menor consumo, entre diciembre y marzo del 2020, los usuarios saldarán la diferencia.

Según fuentes del sector a las que consultó “Río Negro”, las distribuidoras de gas del país se enteraron del aumento y del esquema a través de los medios. “No sabemos cómo nos van a pagar la diferencia. No nos consultaron antes y tampoco nos informaron nada ahora”, enfatizo la fuente.

El año pasado el Banco Central de la República Argentina (BCRA) proyectó que el dólar iba a alcanzar los 50 pesos a finales de 2019. Sin embargo, la moneda extranjera registró saltos por fuera de lo esperado, algo que agrega incertidumbre hacia la segunda mitad del año.

En números

$ 4.500
millones es lo que destinará el gobierno nacional para financiar el escalonamiento de las facturas del gas.

Regalías y consumo: Las dos caras locales

Las provincias productoras suelen atravesar un antipático bienestar cuando mejoran los precios de los hidrocarburos, si sube la producción o el tipo de cambio se acelera. Los ingresos dolarizados mejoran las cuentas locales y terminan por romper los esquemas proyectados en los presupuestos. Sin embargo, son la contra cara de lo que ocurre en la otra punta: los consumidores. El aumento de tarifas y de precios en general suele desembocar en una paralización del consumo y una mayor presión sobre el aparato estatal. Sin embargo, no siempre los aumentos de tarifa terminan en mejores precios.


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