La vuelta al mundo de casa en casa
Tenían trabajos normales, materias para rendir, amigos, proyectos...Un día dejaron todo para emprender una maravillosa aventura. Los viajeros patagónicos llevan más de 33.000 kilómetros en la ruta y ya visitaron siete países cuidando casas. Aquí, el relato de sus primeros e increíbles 12 meses.
Magalí Vidoz
Fotos de Ramiro Ramírez
Jamás hubiéramos imaginado que festejaríamos nuestro cumpleaños de viajeros por el mundo en Camboya. No porque no soñáramos con este lugar, sino más bien porque cuando viajás sin billete de regreso y no tenés planes los destinos llegan a vos siguiendo una extraña dinámica: un día estás en Italia, al día siguiente en Turquía y luego en Tailandia, sin poder explicar lógicamente este inmenso recorrido.
Cuando comenzamos nuestro viaje, en la Argentina, teníamos trabajos normales, materias para rendir, amigos esperándonos con mates calientes cada tarde. Pero dejar todo significó comenzar una nueva aventura que cada día tiene sorpresas para nosotros. Hoy Rami es mejor fotógrafo, descubrió nuevas pasiones (como el diseño y la programación web) y trabaja para terminar pronto su empresa on-line. Yo tenía dos sueños: escribir y viajar, y hoy puedo decir que he cumplido los dos. Pero todo esto no hubiera sucedido si no nos hubiéramos atrevido a saltar el charco. Así es que en doce meses la tierra se abrió para nosotros: conocimos nuevos idiomas, personas hermosas e importantes para nuestro viaje, lugares que te dejan sin palabras, costumbres, formas de seguir viajando. Hoy te contamos el recorrido de un año: ¡cada mes tuvo nuevas aventuras, hermosos aprendizajes y diferentes desafíos!
Marzo
Fue un mes de locos porque el viaje se expresaba en todas sus formas: era la primera vez que nos íbamos tan lejos de Argentina, que dejábamos que un océano nos separara de nuestro país y de todas esas cosas que estábamos acostumbrados a vivir: dejamos atrás el español, los amigos, el trabajo, la universidad, nuestra hermosa casa, nuestras familias, las calles de Córdoba y su hermoso viento norte. Dejamos atrás también la Patagonia, a la que siempre volvíamos para recuperar energía, visión y sueños.
En marzo aprendimos a pintar una casa entera (¡a través de YouTube!), armamos una mudanza en pocos días, vendimos nuestros muebles, apuntes de la facu, libros. Regalamos ropa, chucherías, elementos de cocina. Nos desprendimos de todo: limpiamos, quemamos, tiramos, donamos, vendimos. ¡Sólo podíamos llevarnos lo que entrara en nuestras mochilas!
Y además, marzo fue especial por su intensidad: el 19 tomamos nuestro primer avión hacia Buenos Aires y al día siguiente, a la hora de la siesta, estábamos embarcando para tomar nuestro vuelo hacia Venecia. Rami viajaba en avión por primera vez, y ambos estábamos felices de estar adentrándonos en algo totalmente desconocido.
Abril
En los primeros días fuera de mi casa, alejada de mis amigos y en un país extraño (porque aun cuando Italia es una cultura parecida, todo es diferente) sentí que estaba volando en una nube de colores, mezcla de jet lag, aire nuevo y un idioma que no era tan sencillo de entender como yo pensaba. En abril comimos nuestras primeras pizzas italianas (¡deliciosas, y muy diferentes a las pizzas argentinas!), Rami improvisó su italiano, nos perdimos en Venecia y amamos la ciudad de máscaras y canales. Conocimos a muchos italianos: siempre educados, serviciales y solidarios. También nos encontramos con nuestros amigos Fabi, Willy y Chango (¡el perro!) y vivimos con ellos 20 días en Carlota, su camioneta. Así recorrimos Treviso, Oderzo, Misano Adriático, Cattolica y Ancona. Fueron semanas de aprendizajes, y de preguntas. Ahora que miro hacia atrás, veo que la experiencia trae sabiduría y calma frente a nuevos desafíos. Después de casi 20 días con nuestros amigos, tomamos un tren rumbo a Bologna y nos enamoramos de sus calles y de su gente. Conocimos Verona: sus balcones con flores, su prolijidad, sus helados. Ver Verona desde lo alto fue magnífico: creo que en ese momento comprendimos en dónde nos encontrábamos.
Mayo
Luego de recorrer el norte de Italia, realizamos un voluntariado en una granja de recuperación de aves nativas: Il polaio del Re, en Grosetto. Vivimos una vida bien italiana cuidando animales, aprendimos nuevas palabras, tuvimos charlas interesantísimas con Giovanna y Viviano, los dueños de la chacra. Además conocimos a Tulia, una mexicana que también estaba haciendo un voluntariado y con la cual seguimos viajando juntos por varios meses.
Definitivamente, una parte muy importante de los viajes, es la gente que encontrás en el camino. Giovanna nos enseñó a hacer pasta fatta in casa, disfrutamos de su hospitalidad y de verla preparar cada almuerzo y cena con dedicación y conocimiento. También nos contó historias de su niñez, nos explicó acerca de diferentes tipos de salsas, nos mostró sus hierbas aromáticas preferidas y no enseñó a pelar y cocinar unos deliciosos alcauciles.
Vivimos en una casa rodante, nuestro hogar durante esas semanas con ellos. Tomamos baños al aire libre en una ducha solar, disfrutamos de las increíbles puestas de sol, charlamos sobre la vida, no tuvimos contacto con dinero por mucho tiempo, conocimos Saturnia y sus aguas curativas, y los días de lluvia dormimos hasta tarde.
Luego de tan increíble experiencia decidimos conocer Firenze y Pisa, en donde nos esperaría Svetlana, con la cual compartiríamos auto. Nuevo rumbo: ¡Praga!
Junio
¡Qué mes hermoso! Luego de mucho trabajo en La Toscana, en junio nos relajamos. En Praga hacía calor así que disfrutamos de su típica cerveza, sus parques, sus ferias y sus vistas. ¡Una de las ciudades más bellas en las cuales hemos estado! Además, este mes fue especial porque conocimos a Antonio a través de CouchSurfing: un viajero checo que recorrió toda Latinoamérica, desde la Antártida hasta México en muchos meses de viaje. Conoció El Bolsón, se enamoró de nuestros paisajes, y por supuesto, del típico mate argentino. Así que cuando llegamos a su casa en Lyza Nad Labem (a 40 kilómetros de Praga) nos esperaban varias sorpresas: un mate calentito y armado a la perfección, una casa con vista a un palacio, y la loca sensación de estar en casa. No aprendimos nada del idioma (¡qué vagos!, salvo “pivo” (cerveza), “Ajoy” (hola, gracias) y “must dubry” (muy bueno, delicioso). Sin embargo el idioma nos pareció sorprendente y diferente, con pronunciaciones muy distintas a las de nuestro español. Allí pasamos un mes: nadando en la pileta, disfrutando de los jardines del palacio, sacando fotos, charlando, durmiendo, ayudando en el jardín y la huerta y disfrutando de la excelente comida que nos preparó Antonio. En Lyza nad Labem conocimos a dos amigos suyos, Katerina y Hinek, que también hablaban español a la perfección y de los cuales aprendimos muchísimo: su forma de ver y vivir la vida, su habilidad para las artesanías con madera y hierro, y el amor de Katerina por la cocina. En Lyza nos llegó la primera respuesta para cuidar una casa ¡en España!
Julio
Durante cinco días atravesamos República Checa, Francia y el norte de España en la camioneta de Katerina y Hinek. Conocimos Francia por la ventanilla, aunque también tuvimos la oportunidad de probar sus famosas baguettes y conocer una casa típicamente francesa. Me encantaron las flores de ese país y su arquitectura. Cada pueblo es un altar a la belleza. Escuchar hablar francés ¡es un sueño! Recuerdo la última noche en la camioneta, cuando ya todos deseábamos llegar a eso lejano llamado “cama”: vi por la ventana un poquito de claridad, hice acrobacias para salir y no despertar a nadie, y me fui a sentar al lado del mar. Respiré la brisa fresca del amanecer y me llené de ese sol colorado con el cual me recibía España.
Este mes cumplí un sueño que había tenido toda mi vida: ¡Conocer Barcelona! Estuvimos cinco días en casa de Colo y Mari, amigos de la infancia en Lago Puelo. Disfruté del mar (nota mental: vivir en una ciudad con mar para la próxima vuelta) y caminamos por toda la ciudad. Luego partimos hacia el norte, un pequeño pueblo llamado Olot en la frontera con Francia en donde pasamos una semana realizando nuestro segundo voluntariado. Esta vez cuidamos a tres niñas hermosas y pícaras, ayudamos en las tareas de cada día y también realizamos algunos trabajos a través de internet.
Una semana después partíamos desde Olot hasta Castellón de la Plana haciendo autostop (¡casi 400 kilómetros en un solo día!). Allí nos esperaba Euge, un argentino que conocimos a través de internet y con el cual fundamos SVCID, una empresa de diseño web que nos ha permitido seguir viajando por el mundo, además de que nos ha traído infinitas alegrías porque ¡trabajamos de lo que nos gusta!
Agosto
Un mes de verano en España, especial, porque en agosto cuidamos la casa de Jazmín y Marco, sus cuatro hijos y su cachorra Didí. Compartimos momentos inolvidables con esta familia, que nos dio la oportunidad de conocer esta forma de viajar llamada house sitting que nos acompañaría en nuestra vuelta al mundo. En Alicante, caminomundos (nuestro blog de viajes) tomó forma: decidimos colores, nombres, secciones. Nos pusimos a escribir y a elegir fotos. ¡Era momento de contar nuestras aventuras en Europa! Un mes en el que trabajamos mucho, disfrutamos de las tardes en bicicleta junto a Didí, del mar (que estaba lejos, pero no por eso inalcanzable) y de la soledad, porque luego de mucho tiempo de convivir con mucha gente, necesitábamos unas semanitas de estar solos para juntar fuerzas y seguir conociendo este mágico mundo.
Septiembre
Viajamos a las Alpujarras españolas, en donde Peter y Mary, dos expatriados ingleses con un sentido del humor único, nos dejarían a cargo a sus cinco gatos mientras ellos realizaban su viaje anual, esta vez por Francia. Fue un mes sorprendente: conocimos Granada, di clases de español, nos reencontramos con Hinek y Katerina (¡nuestros amigos checos!) que casualmente vivían a pocos kilómetros de dónde estábamos nosotros. Conocimos una playita solitaria y muy celeste, fuimos a fiestas populares, probamos las mundialmente conocidas tapas españolas, disfrutamos de las vistas de Sierra Nevada, y ante todo: ¡disfrutamos de los vecinos! También expatriados ingleses con los cuales nos divertimos muchísimo, viajamos juntos, aprendimos, cocinamos, charlamos. Además en Mecina Bombarón (el pueblito en donde vivimos esas semanas) vivimos la época de cosecha de los almendros, y aprendimos a preparar mil y un recetas con estas increíbles semillas.
Octubre
Luego de despedirnos de nuestros vecinos en España, partimos hacia Castellón de la Plana, luego a Barcelona y desde allí tomamos un bus hasta Roma. Después de 30 horas de viaje (¡para 1.200 kilómetros) llegamos a la ciudad eterna, pero sólo por unas horas: porque nuestro tercer house sitting se encontraba en Olevano Romano, a casi 40 kilómetros de esta ciudad. Jim, el dueño de la casa, Jerry, Sally y Oscar, sus mascotas, nos esperaban en este pequeño pueblo medieval.
Noviembre y diciembre
Fueron meses muy tranquilos. Viajamos a Roma poquitas veces (no hay con qué darle: ¡amamos el campo!). Nos deleitamos con los aromas de esta ciudad. Disfrutamos de la compañía de nuestras nuevas mascotas. ¡Y trabajamos! Estos viajeros no están de vacaciones, y muchas veces pasamos nueve o diez horas trabajando, creando, planeando nuevos proyectos o perfeccionando estos sueños que ya están en marcha. Así creció el blog, recibimos comentarios de viajeros de todo el mundo, y una empresa de asistencia al viajero decidió esponsorearnos en nuestra vuelta al mundo. Rami tuvo sus primeros clientes con su joven empresa. Además trabajamos muchísimo en el exterior de la casa ya que diseñamos un nuevo jardín, así como organizamos habitaciones, cajones y muchos etcéteras de esta casa que nos recibió en Italia. Por lo demás, fueron meses de intensa lluvia, acompañados de capuccinos, chocolate y películas. El 31 de diciembre le dijimos ¡bienvenido! a un año nuevo en el jacuzzi, mirando cómo se iba un año maravilloso bajo las estrellas.
Enero
¡2013! ¡Qué rápido pasó todo! Y los tres meses en Olevano Romano también pasaron volando, entre almohadones, fuego prendido, un poco de nieve y mucha lluvia. Así que enero nos encontró armando una nueva mudanza: no por nuestras mochilas (en las cuales llevamos cada vez menos) sino porque antes de irnos dejamos un hogar, unas mascotas preciosas, y muchos recuerdos.
Pasamos nuestra última noche en Roma y volamos a Estambul. ¡Guau! Estambul una ciudad que nos deslumbró, sorprendió y enamoró, casi tanto como Praga. Estuvimos cuatro días y los vivimos al máximo. Comimos dürums, delicias turcas, cada mañana tomamos chai (el típico té turco), nos perdimos, y nos emocionamos al escuchar las llamadas de oración que se realizan cada día desde los minaretes de las mezquitas. Además, entrar a una por primera vez: luces cálidas, silencio, amplitud. Y nosotros sentimos que a esa ciudad volveremos, algo nuestro quedó allí.
Febrero
Viajamos de Estambul a Kas, un pequeño pueblo costero de la parte mediterránea de Turquía en donde nos esperaban Tricia, Jo, sus cuatro gatos y sus cinco perros para 25 días de house sitting. Fue una experiencia fabulosa: con una moto recorrimos la región, la casa era cálida, nos divertimos con nuestras mascotas y vimos la floración de todos los árboles de la región. ¡Placer total para todos los sentidos! El mar en Kas es indescriptible, y la gente de este país lo es también. ¡Volveremos Turquía, volveremos!
Marzo
Qué extraño fue cumplir un año de viaje tan lejos de casa, y en un lugar al que jamás pensamos que vendríamos. Luego de Turquía recorrimos Bangkok en dos días, y viajamos para nuestro quinto house sitting en el pueblo de Siem Reap, en Camboya. Calor, pobreza, contradicciones, preguntas. Camboya es un lugar que deja marcas, y que crea interrogantes que quizás no se borrarán para toda la vida. Y esto también es viajar: cuidar dos chihuahuas, comer en el mercado, seguir soñando, disfrutar del presente, aceptar otros modos de vida diferentes, otros climas y otras costumbres, sonreír, saber que la vida es un cambio continuo.
En un año de viaje por el mundo no podemos más que agradecer a todas, pero ¡todas! esas personitas especiales que fueron abriendo sus casas, su corazón, su mente, a aquellos que nos ayudaron tanto para que todo saliera perfecto, a quienes nos mostraron nuevos mundos, a los que nos enseñaron de tantas formas. A quienes estuvieron detrás de cada escrito (tanto en el blog como en el diario), a esos viajeros que nos mandaron mensajitos para darnos fuerzas cuando las cosas no estaban muy bien y a aquellos que se alegraron cuando todo funcionaba hermosamente. ¡Muchas gracias a todos! No dejen de visitar el blog y el superespecial “Un año de viaje” con fotos y momentos divertidos. ¡Y a festejar se ha dicho, que la vida es corta!
Viajeros house sitting
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