Exclusivo Suscriptores

La vuelta de Afganistán


No hubo guerra alguna contra el terrorismo, y la destrucción de esos países fue una planificación de varios años antes al 2001.


Veinte años de una guerra fallida de los EE.UU. e Inglaterra ( la OTAN verdadera ) en Afganistán le han costado a los contribuyentes norteamericanos 2.5 billones de dólares.

Un golpe de Estado ( 11 de septiembre del 2001 ) posibilitó que un grupo reducido de personas (“Proyecto para el nuevo siglo americano” ) suspendiera los derechos constitucionales de aquel país e imponga la “ley patriótica” para restringir libertades civiles y habilitar el sistemático seguimiento, no solo de sus ciudadanos, sino de millones de personas en todo el mundo.

Posibilitó también la destrucción de parte del Medio Oriente ampliado en una guerra sin fin: Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Siria, con más de 4,5 millones de muertos, siendo la mitad en los dos primeros países, según una prestigiosa ONG de los EE.UU. (www.psr.org).

No hubo guerra alguna contra el terrorismo (de hecho el Estado Islámico ha sido una creación de la OTAN mediante el reclutamiento de terroristas de más de 80 países, como fuera documentado desde estas páginas) y la destrucción de esos países fue una planificación de varios años antes al 2001.

La supuesta muerte del islamista Osama Bin Laden en el 2011 (ver en este diario “ Bin Laden y el fin de la inocencia, 17/5/2011 ) no limitó el proyecto de destrucción y división de aquellos países (al igual que hizo la OTAN con Yugoslavia en 1999 ) como bien lo relata en su edición del mismo 11/9/2001 la revista “ Parameters “ editada por la US Army (https://press.armywarcollege.edu/parameters) . Vaya casualidad: Afganistán e Irak fueron destruidos y sus administraciones provisorias fueron ocupadas al inicio por funcionarios de los EE.UU, generando durante estos 20 años un saqueo de negocios privados sobre el patrimonio de aquéllos y millones de muertes, aunque los talibanes derrocados continuaron con sus incesante resistencia.

Quienes los crearon para derrocar al régimen pro soviético en la década de 1980, e incluso dieron vida al grupo terrorista Al Qaeda y su agente entrenado por la CIA y el Departamento de Estado (Bin Laden), los EE.UU, lograron la destrucción de todos esos países, las extracciones de millones de galones de petróleo y mt2 de gas, toneladas de opio para producir heroína de Afganistán (la producción se multiplicó por 5 luego de la caída de los talibanes en el 2001 (un bien documentado informe del periodista Dave Gibson www.inquisitr.com/4066321/afghan-opium-production-has-flourished-under-u-s-occupation) que también relatamos desde estas paginas (19/5/2009 “Rumbo a Pakistán”).

La Unesco ha denunciado durante los últimos años el saqueo y destrucción del legado cultural en Irak, Siria y Afganistán, cunas de la civilización de la humanidad, área donde fueron creados y desarrollados los principales inventos del hombre moderno. Fue el ex presidente Donald Trump (paradójicamente quien dudara horas después de la caída de las Torres Gemelas que se haya producido por el impacto de dos aviones dado que sus ingenieros habían trabajado en ellas, manifestando que ello era imposible), quien inicio el retiro de las tropas de los EE.UU. de Irak y Afganistán y ordenó personalmente el cese de apoyo económico y militar al Estado islámico por parte del Pentágono, lo cual posibilitó que sean derrotados por Siria. Trump negoció personalmente con los talibanes y firmó el acuerdo de Doha (Qatar, 2020) para facilitar la retirada de los EE.UU. y lograr la pacificación del país a través de un “diálogo de partes”, evitando la instalación de grupos terroristas en Afganistán. La negociación con el Talibán se impuso, dado el estancamiento de la situación y el reconocimiento de su inserción social en el sistema de tribus que gobierna en realidad esa Nación.

Paralelamente, China y Rusia venían avanzando con los talibanes bajo la identificación política y cultural de aquel país y sus particularidades específicas a fin de incorporarlos al proyecto global euroasiático que ambos impulsan, bajo el paragua de la ruta y el cinturón de la seda (proyecto geo-económico que involucra a más de 60 países, financiado por el gigante de Asia).

En marzo de este año se reunieron en Moscú representantes del gobierno afgano y los talibanes con funcionarios de Pakistán, la India, Irán y China promoviendo una salida política al conflicto. Los EE.UU. iniciaban un acelerado retiro de sus tropas (en su mayoría contratistas de empresas privadas pagados por el Departamento de Defensa en su rol de soldados y administrativos en entes públicos) dejando destrucción, vacío de poder y un – hoy- ex presidente que hace pocas horas fue visto huir del país con cuatro automóviles cargados de dinero en efectivo.

Las dantescas escenas de personas agarradas en el exterior de aviones militares de carga de los EE.UU. saliendo de Afganistán, algunos cayendo por el aire hacia la muerte luego del despegue, nos hacen pensar los objetivos de algunos grupos de poder que no cesan en sus intentos de saquear, matar y destruir países enteros, infectando a la población mundial con la palabra “democracia” a través de los medios globales, que solo provocan “el horror… el horror” como finalizaba aquella memorable película bélica “Apocalypse Now “ del genial Francis Ford Coppola.

* Abogado. Docente UNCo.


Comentarios