Las Conchillas, blanca y tranquila

Puerto San Antonio Este

La blancura contrasta con el azul del agua, que al llegar a la costa levanta las conchillas que tapizan la arena. El movimiento es casi imperceptible. Pero basta para que, al descender, los caracoles vibren como cristales, quebrando el silencio que, por un momento, pareció detenerse al borde del paisaje. Es que todo es calma y quietud en el balneario La Conchilla, ubicado poco antes del ingreso al Puerto San Antonio Este, que dista 65 km de Las Grutas. Incluso el viento que se arremolina en otros tramos de la costa se disfraza de brisa al tocar esta playa, que figura entre las más bellas de toda la región.

Y es que son varias las particularidades que la vuelven única. Primero, su color, tan blanco que encandila. Un tono que sólo atenúan los matices de las valvas de almeja amiantis purpurata, que mezclan sus brillos violáceos y rosados (que denotan que el tiempo aún no las esmeriló) con los tonos tiza de aquellas que durante años permanecieron expuestas a la erosión del viento.

Después, se destaca por su extensión. No importa lo que indique la tabla de mareas: siempre habrá espacio de cara al mar. Las costas de esta zona son una invitación al relax.

Por último, sus sonidos la distinguen hasta volverla inigualable. Y esos sí que son varios. Por ejemplo, el del crujir de los caracoles al hundirse bajo las pisadas. O el de las valvas al elevarse por la acción de las olas, y sonar como vidrios al caer nuevamente sobre la orilla. O el del mar rugiendo como una bestia brava.

Por fortuna, tanta naturaleza también cuenta con servicios que le aportan confort, y hacen que la jornada al aire libre se disfrute intensamente. De hecho, son dos los paradores que pueden hallarse en distintos tramos, cada uno con ofertas y opciones distintas, pero respetuosas de la tranquilidad del entorno.

Allí se pueden encontrar desde algunos comestibles hasta platos elaborados en base a pescados y mariscos, o tragos frescos para beber al borde del agua, en alguna de las encantadoras mesitas que miran hacia la inmensidad celeste.

Delicias de mar

en el parador