Las dietas en período de aislamiento preventivo

Una investigación realizada por profesionales de nuestro país, advierte sobre el descenso en la ingesta de frutas y verduras y el incremento en el consumo de panificados y bebidas azucaradas y alcohólicas. Estos datos obligan a desarrollar estrategias para mejorar el estado nutricional de la población.

Por Victoria Rodríguez Rey (@victoriarodriguezrey)

De cómo una situación de aislamiento preventivo podría estar allanando el camino hacia el aumento de otras enfermedades vinculadas a la malnutrición. Si bien aún está en proceso, esta investigación ya comparte sus datos preliminares. El equipo de investigación, integrado por las nutricionistas María Daniela Defagó (Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud y Escuela de Nutrición UNC),  María Marta Andreatta (Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad), ambas investigadoras del Conicet, y María Emilce Sudriá, Jefa del Servicio de Alimentación Hospitalaria en el Hospital chaqueño “Dr. Ramón Carrillo” indaga sobre “Hábitos alimentarios durante la cuarentena por covid 19 en Argentina”. Con más de 2500 encuestas analizadas se advierte sobre el descenso en la ingesta de alimentos como las frutas y verduras, a la vez que un incremento el consumo de pan, galletitas, facturas, tortas, golosinas, bebidas azucaradas y bebidas alcohólicas. Datos que obligan a desarrollar estrategias para mejorar el estado nutricional de toda la población. En comunicación con María Marta Andreatta explica los lineamientos generales de la investigación y los primeros análisis de estas estadísticas.

¿Cuáles fueron los motivos  que las llevó a realizar la investigación?

El estudio surge a partir de la inquietud del equipo en conocer cómo impactaría la situación de aislamiento social preventivo y obligatorio en los hábitos alimentarios de nuestra población, la cual, según datos recientes, está integrada por un 91% de personas que consumen carnes y un 9% de personas vegetarianas. La cuarentena suele ser una experiencia difícil de transitar debido a la percepción de pérdida de la libertad, a la incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y a la monotonía, todo lo cual puede impactar en la alimentación y, eventualmente, en la salud.


De los datos preliminares: ¿qué comen hoy los que comen? ¿Cómo se transformó la dieta? ¿Existe una confusión entre alimentos y comestibles?

Según datos de estudios previos realizados en el país, sabíamos que la población ya no estaba consumiendo la cantidad diaria recomendada de frutas y verduras, por ejemplo. La cuarentena agudizó esta situación, particularmente entre la población de personas que consumen carnes (PC). La población vegetariana (PV) tiende a consumir más frutas y hortalizas, en concordancia con lo observado en estudios de otros países.

Tanto el consumo de pan y galletas como de otros panificados con grasa y azúcares (tortas, bizcochos, facturas), bebidas azucaradas y alcohólicas se incrementó en los dos grupos (PC y PV)  durante el período de cuarentena. También se registró mayor consumo de fiambres y embutidos en el caso de la PC, en tanto el de carnes (vaca, pollo, pescado) no varió significativamente. La ingesta de lácteos fue insuficiente para la mayoría de la PC, según las recomendaciones vigentes en el país, en tanto más de mitad de la PV la excedió. Por su parte, la PV incluye en su dieta habitual legumbres, semillas, frutos secos y cereales integrales, registrándose un incremento de estos alimentos durante el período considerado, excepto para las semillas y frutos secos, que tendieron a la reducción.

Rows of many types of savory snacks in white ceramic dishes.


Estos hallazgos se dan en el marco de un desplazamiento, que se viene observando en las últimas décadas, del patrón alimentario tradicional basado en alimentos frescos o mínimamente procesados, preparados en el hogar, hacia una alimentación abundante en ultraprocesados, lo cual se traduce en un deterioro en la calidad de la dieta, caracterizado por una disminución en el consumo frutas y vegetales, harina de trigo, legumbres, carne vacuna y leche; junto con el aumento en el consumo de masas de tartas y empanadas, carne porcina, productos cárnicos semielaborados (fiambres y embutidos), yogur, gaseosas, jugos artificiales y comidas listas para consumir.

Cabe destacar, también, que menos de la mitad de la PV utilizaba suplementos de vitamina B12 al momento en que se tomaron los datos. Este nutriente, que resulta esencial para el sistema nervioso, no se encuentra en alimentos de origen vegetal y está en cantidades reducidas en lácteos y huevos, por lo que se aconseja la suplementación tanto en personas veganas como en ovo-lacto-vegetarianas. 

¿Qué es un cuerpo inmunodeprimido? ¿Cómo afecta esta situación en contexto de pandemia?

Nuestra investigación no se focalizó en población inmunodeprimida. No obstante, cabe mencionar que las características de la dieta actual, con altas cantidades de grasas saturadas, carbohidratos y azúcares refinados, y bajos niveles de fibra, grasas insaturadas y antioxidantes puede conducir a una activación crónica del sistema inmune innato y una inhibición del sistema inmune adaptativo, con implicancias importantes en la defensa del huésped contra virus como el Covid-19. En otras palabras, una dieta poco saludable podría aumentar la susceptibilidad a este virus y afectar la recuperación de las personas que lo adquieran.


¿Cuáles serían las posibles estrategias  que modifiquen a tiempo los hábitos de consumo de la población? 

Principalmente, promover una alimentación saludable con mayor contenido de granos enteros, frutas y hortalizas, ricos en fibra, grasas no saturadas y antioxidantes que potencian la función inmune y contribuyan a prevenir la aparición o el empeoramiento de factores de riesgo tales como dislipemias (colesterol y/o triglicéridos elevados), hipertensión arterial o formas graves de obesidad. Para ello, resulta necesaria una coordinación entre políticas de salud, alimentarias y educativas con especial foco en poblaciones vulnerables.


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