Las empresas desconocen sobre normas anticorrupción

Griselda Lassaga*


Cerca del 70% de las empresas argentinas ni siquiera evalúa los riesgos potenciales de soborno en el ejercicio de sus operaciones de gestión, versus el 46% en la región.


El 69% de los empresarios argentinos no conoce ninguno de los mecanismos voluntarios vigentes para combatir la corrupción, como por ejemplo los establecidos por la OCDE, el Pacto Global de las Naciones Unidas, la Cámara de Comercio Internacional, la Convención Interamericana contra la Corrupción de la OEA y la Convención de la ONU contra la Corrupción.

Por si fuera poco, el 80% de dichos empresarios tampoco revela conocimientos acerca de las iniciativas voluntarias para combatir específicamente el soborno, como es el caso de las directrices de la OCDE contra el cohecho de servidores públicos extranjeros en transacciones comerciales internacionales, de Transparencia Internacional para contrarrestar el soborno, o incluso la norma ISO 37001.

Así se desprende del primer estudio latinoamericano “Estado de las prácticas empresariales contra el soborno”, en cuya realización participamos desde la Universidad de Belgrano junto con la Universidad Nacional de Villa María, para lo que consultamos a directivos de 382 empresas radicadas en la ciudad de Buenos Aires y en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos.

A escala regional, contribuyeron al informe el Tecnológico de Monterrey, el Centro de Estudios Universitarios 16 de Septiembre y las universidades Autónoma de Chihuahua y Cetys, de México; Andrés Bello, de Chile; del Pacífico, de Perú; del Valle, de Guatemala, y la Universidad de Externado, de Colombia; junto con la escuela de negocios Espol, de Ecuador; las iniciativas de la ONU Pacto Global y Principios para una Educación Responsable en Gestión y el Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación.

Lo notable del desconocimiento de las normas voluntarias anticorrupción y antisoborno en la Argentina es que resulta superior al de las empresas del resto de la región, que ronda el 49% para los mecanismos voluntarios anticorrupción (en Chile, el de mejor registro, es de 40%) y el 63% para las iniciativas voluntarias contra el soborno (en el país trasandino dicho desconocimiento llega a 53%).

En el mismo sentido, el 63% de los empresarios argentinos considera que en el sector de negocios al que pertenece se ofrecen sobornos. Sin embargo, solo el 32% de las empresas argentinas cuyos directivos fueron consultados para la concreción del estudio manifiesta contar con un código de ética o conducta. Por el contrario, el promedio de la región es de 59% y en Perú llega al 75%.

Las empresas argentinas combaten la corrupción en mayor medida por coerción y no por libre albedrío, y sus esfuerzos son aislados y desarticulados.

En el mismo sentido, el 43% de las empresas argentinas no lleva a cabo ninguna iniciativa para prevenir el ofrecimiento o la recepción de sobornos en sus actividades comerciales, cuando en la región solo el 20% de las compañías está en esa condición.

En paralelo, cerca del 70% de las empresas argentinas ni siquiera evalúa los riesgos potenciales de soborno en el ejercicio de sus operaciones de gestión, versus el 46% en la región que tampoco lo hace.

Incluso, en la Argentina, el 51% no tiene establecido ningún tipo de sanción para los directivos o empleados que pudieran incurrir en esta clase de prácticas adversas para sus propias organizaciones. A escala regional, la ausencia de sanciones es moneda corriente en el 37% de las empresas.

Este estudio revela una clara crisis de valores institucionales, que reflejan una alarmante realidad. Las empresas argentinas combaten la corrupción en mayor medida por coerción y no por libre albedrío, y sus esfuerzos en ese sentido son tanto aislados como desarticulados.

Estos resultados indican que los procesos de divulgación de normas y herramientas antisoborno no cuentan con “The Market for Virtue”, parafraseando a David Vogel. Por lo tanto, los empresarios argentinos desconocen y no muestran demasiado esfuerzo por construir el cambio ético en la misma cultura empresarial.

Pero ya no se trata de cumplir lo mínimo indispensable, sino de apostar al desafío del cambio real. ¿Cómo?

Se requiere de un esfuerzo conjunto, aunque la ausencia de estímulos del sector público y cierta apatía de la sociedad, inmersa en las urgencias de lo cotidiano, no lo impulsen.

Desde la academia, y comprendiendo que la ética empresarial hace referencia a la calidad humana y a la excelencia de las personas y de sus acciones en el marco laboral, la Universidad de Belgrano ofrece capacitación sobre herramientas de gestión ética en las organizaciones, con el propósito de desarrollar las potencialidades de sus miembros para contribuir al bien común.

*Directora académica del programa de Doble Diploma de la Escuela de Posgrado en Negocios de la Universidad de Belgrano, coautora del informe “Estado de las prácticas empresariales contra el soborno”


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