Lecturas recomendadas: “Confesión”, o cómo lo monstruoso convive con lo cotidiano

El año pasado, el escritor argentino Martin Kohan publicó esta perturbadora y necesaria novela sobre lo que se recuerda y lo que se olvida, lo que se oculta y lo que emerge, y sobre la monstruosidad cotidiana en los tiempos de la dictadura de Videla.

El libro es del año pasado, pero como el 24 de marzo fue el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, la obra de Martín Kohan vuelve a tomar relieve. El libro es del año pasado, pero no es una de esas obras que integran una lista que se olvida rápidamente. Se recuerda. Se recordará.
El libro se llama “Confesión” y es tan incómodo como imprescindible. Y lo que vuelve incómodo e imprescindible es el modo en que Kohan elige retratar cómo, muchas veces, la monstruosidad convive con lo cotidiano, lo “normal”, y por eso, se vuelve más monstruoso.
El libro está dividido en tres partes. En la primera, un nieto narra lo que le cuenta su abuela, Mirta López, una mujer que tiene cierto deterioro cognitivo. Y lo que recuerda es su niñez en Mercedes cuando, a los 12 años, quedó prendada -arrebatada- por la imagen del hijo mayor de los Videla, un muchacho siempre impecable, llamado Jorge Rafael, en homenaje a sus hermanos mellizos fallecidos. La abuela reconstruye la devoción que sentía cada vez que lo veía en la vereda o cuando, sentada detrás de él, admiraba esa nuca prolija; los arrebatos, y el pudor que la obligaban a confesarse ante el párroco de Mercedes.
“Me pareció que la nuca era el espacio donde se expresaba lo impoluto del asesino. Lo que fascina a Mirta López es que Videla es impoluto. ¿Puede alguien ser un asesino y ser impoluto? Sí. ¿Puede alguien ser responsable de las mayores atrocidades de la historia argentina y ser perfectamente circunspecto; ser, él mismo, estrictamente moral? Sí. La combinación es perturbadora”
, dijo Kohan el año pasado e una entrevista con el diario «El País»

Martin Kohan, el autor de «Confesión».


La segunda parte narra un episodio de la historia argentina bastante olvidado: la Operación Gaviota, el atentado fallido que el Ejército Revolucionario del Pueblo llevó a cabo el 18 de febrero de 1977 contra Videla. Utilizando el arroyo Maldonado, que corre bajo el asfalto de la ciudad de Buenos Aires, trasladaron dos bombas hasta dejarlas bajo la pista de aterrizaje del Aeroparque metropolitano, con la intención de que detonaran cuando el avión en el que viajaba Videla estuviera a punto de levantar vuelo.

ASí se contaba en los diarios de la época el fallido atentado. La Opinion – Operacion Gaviota 1977 –


La novela de Kohan, editada por Anagrama, habla de lo que se recuerda, pero también de lo que se olvida; de lo que se muestra y de lo que se oculta (incluso cuando describe a Buenos Aires, y a sus tantos arroyos ocultos bajo la ciudad, o a ese río al que le da espalda, y que fue el destino de tantos muertos en tiempos de dictadura).


La última sección, que es la más perturbadora, transcurre en la residencia para ancianos donde vive Mirta López. Ella y su nieto juegan un truco. Y mientras mezclan las cartas y se baten a duelo mantienen una conversación en principio inocente pero que de a poco se va volviendo siniestra. Entre anchos de basto y envidos, Mirta López empieza a desgranar lentamente lo que pasó con su hijo, el padre de su nieto. Y entonces, aquella preadolescente ingenua, obnubilada por el joven Jorge Rafael se transforma en una señora ni tan cándida, ni tan inocente, ni tan senil.

Aunque dividida en tres partes aparentemente independientes, -Mercedes, Aeroparque, Plaza Mayor- Kohan hilvana esos retazos de una manera impecable: lo inocente deviene oscuro; lo subterráneo emerge, lo callado se vuelve grito.
“Porque me interesa la memoria, me interesa el olvido. Y lo que se olvida no es menos significativo que lo que se recuerda, y hasta puede serlo más. La memoria total no existe (ni Funes la soportaba), de manera que a cada memoria cabe preguntarle cuáles son sus inevitables olvidos. O al revés: ocuparse de los olvidos, a ver qué dicen sobre la memoria. Me parece que la novela funciona así. El relato final de la vieja es posible precisamente por eso: porque ella no se acuerda del todo bien. Esa confesión final no está en lo que recuerda, sino entre lo que recuerda y lo que se olvida”, dice Kohan de esta novela profundamente argentina, y por eso, profundamente dolorosa, y necesaria.


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