“Leopoldo Fieg, protagonista anónimo, despojado de toda actitud mezquina”

El 21 de marzo se cumplieron 21 años del fallecimiento del Dr. Leopoldo Fieg, un hombre íntegro. Sin ser nativo de General Roca, se abrazó a ella incondicionalmente. Llegó a esta ciudad, árida y ventosa, con su título de médico sin inaugurar, su flamante esposa y su ímpetu juvenil. Comenzó a ejercer su profesión en los tiempos en que el médico solía atender a los pacientes en sus casas; los partos, con frecuencia, se realizaban en los domicilios y el “bono de la mutual” consistía en algunos huevos o una gallina, sobre todo entre los pobladores de las zonas rurales. Un claro compromiso social fue el sustento ideológico de su vida personal y profesional: médico ad honórem en una maternidad que funcionó en la calle Don Bosco, antes de la creación del hospital; médico capacitador en primeros auxilios del primer cuerpo de Bomberos de nuestra ciudad; médico colaborador con la Policía del entonces Territorio Nacional. Promovió, junto a otros médicos, la creación de un hospital público que brindara atención gratuita a todos los pobladores de la región. Agobiantes debates e innumerables trámites en la capital rionegrina dieron su fruto y el sueño se concretó: en 1961 la ciudad de General Roca tuvo su hospital zonal. El Dr. Fieg trabajó en esa institución durante varios años y se jubiló con el cargo de director. Su espíritu de gestión se extendió, también, hacia la actividad privada: asociado a otros colegas, fundó la Clínica Cruz Azul. Desde una concepción ética de la práctica profesional, propició la constitución del Colegio Médico de General Roca y sus colegas lo designaron presidente. Participó como miembro fundador de la Federación Médica de Río Negro y de la Federación Médica de Clínicas, Sanatorios y Hospitales de Río Negro. “Fue un maestro”, atestiguan algunas voces de médicos y enfermeros que trabajaron con él. “Este doctor me salvó la vida”, expresó con contagiosa emoción el empleado del cementerio municipal que cavó su tumba y mostró, sin pudor, casi con orgullo, la enorme cicatriz en el vientre que avalaba sus palabras. El fervor deportivo que desarrolló en su trayecto universitario (jugador en el equipo de rugby del Atlético Universitario de Córdoba, que logró seis campeonatos nacionales consecutivos) lo llevó a integrar el grupo fundador del club Apycar, espacio público recreativo del que tanto disfrutan hoy los roquenses. Asimismo, fue miembro activo de comisiones directivas en clubes locales (Del Progreso, Automóvil Club, Club Social… de acuerdo con los datos que poseo) y colaboró con la atención médica de los boxeadores en las competencias pugilísticas de su tiempo. La actividad política no le fue ajena. Participó en las instancias electorales de convencionales constituyentes para la promulgación de la Constitución, en 1958, suceso histórico por el que Río Negro se erigió como Estado provincial. Creo oportuno referir un episodio que revela y sintetiza la grandeza humana del Dr. Fieg: cuando en 1955 la irracionalidad de la autodenominada Revolución Libertadora comenzó a destruir todos los símbolos representativos del peronismo, el Dr. Fieg, sin pertenecer a esa fuerza política, no midió riesgos personales ni familiares y resguardó en su domicilio, durante mucho tiempo, un busto de Eva Perón (los datos recogidos coinciden en que podría ser el que se ha erigido en la plaza Belgrano). Oportunamente lo restituyó al señor Fernando Bajos, en la Unidad Básica local. Protagonista anónimo, despojado de toda actitud mezquina e intolerante. Honesto… ¡vaya si fue honesto! Me quedo con la esperanza de que esta apretada semblanza sirva como vehículo para que se evoque y se honre a este ciudadano roquense. Graciela Tomasoni de Fieg DNI 10.665.194 Roca


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