Llamada de atención sobre los mercados emergentes, Por Emilio J. Cárdenas 03-02-04

Ann Arbor, Michigan. Los flujos netos de capital en dirección a los mercados emergentes aumentaron -sustancialmente- en el 2003. Con un incremento respecto del año anterior del orden del 50%, esos flujos alcanzaron los 187 billones de dólares el año pasado. Se movieron atraídos fundamentalmente por los mercados asiáticos, cuyas economías están creciendo saludablemente. Pero también, aunque en alguna menor escala, por los mercados latinoamericanos, incluyendo el nuestro.

Ese flujo, de tendencia positiva, que los robusteció, se espera continúe y se incremente en el 2004 en curso. Se estima entonces que unos 200 billones de dólares podrían aterrizar en los mercados emergentes este año.

No obstante, empiezan a aparecer algunos llamados «de atención» que, como cabía esperar, recomiendan prudencia. Porque puede bien existir una «burbuja», alertan. De las que dañan al explotar. Del tipo de la que explotó en Asia en 1997.

La tendencia en dirección hacia los mercados emergentes estuvo sustancialmente alimentada -claro está- por las bajísimas tasas de interés prevalecientes en los mercados de los países industrializados. Por esa razón, los mercados emergentes atrajeron a las inversiones en acciones y títulos de renta fija o variable, que procuraron -como regla- alguna mayor rentabilidad. Con el riesgo consiguiente.

Si el Federal Reserve de los Estados Unidos y otros bancos centrales de los países industrializados decidieran aumentar las tasas de interés, lo que ahora no parece que pueda ocurrir antes de mediados de año.

Si esto ocurre, las deudas de los países emergentes y sus actores se tornarían rápidamente en más pesadas, desacelerando sus economías. A ello cabe agregar que la «aversión al riesgo» volvería en este caso a empujar a los inversores de regreso hacia el mundo industrializado.

Mientras tanto los «spreads», esto es la diferencia de tasas, entre la deuda soberana emergente y la de los Estados Unidos se han achicado a niveles históricos. Así, por ejemplo, hoy tan solo hay tres puntos de diferencia entre el rendimiento de una letra norteamericana y el de una de Turquía. ¿Hasta cuándo puede esto durar?

Hasta el audaz premio Nobel, Robert Stiglitz, quien ahora enseña en la Universidad de Columbia, manifiesta abiertamente su «preocupación» por este tema. Por algo será. Para los inversores lo importante es -siempre- tratar de anticipar a tiempo el cambio de los flujos, para evitar ser atrapados por un repentino cambio adverso de las circunstancias.

 

(*) Profesor Visitante

Universidad de Michigan


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