Lo “retro” gana espacio en pleno aislamiento

Si bien el consumo vintage es una moda que siempre vuelve, se ha intensificado con la nostalgia generada por el aislamiento. ¿Por qué nos generan tantas emociones diferentes?

Ropa. Música. Películas. Videojuegos. Programas de televisión. Electrodomésticos. Hoy en día, apostar a lo retro, sea el ámbito en el que sea, es ganancia segura. Y en tiempos de aislamiento, más aún. ¿Por qué el consumo “vintage” funciona tan bien?


La psicóloga Romanela Paulisich (MPRN 1958) afirma que este hábito de retornar a consumos del pasado, “tiene que ver con que son nuestros lugares seguros. Siempre la innovación se toma como un desafío, porque implica salir del molde, de la estructura; y eso siempre conlleva un miedo”.

Y efectivamente, ante un escenario de semejante incertidumbre como en el que nos pone la pandemia (y el “después de”), el pasado se vuelve ese espacio seguro.

Hay numerosos ejemplos de esta moda-no-tan-moda. Telefé puso al aire en estos días un especial denominado “30 años juntos”, en el que retransmiten un capítulo por noche de cada novela o programa icónico del canal. ¿El resultado? Picos de rating, millones de menciones en redes sociales, reproducciones de los programas en su canal de YouTube, pedidos de continuaciones…

Otro ejemplo: con tantos ránkings de “recomendaciones” y “clásicos para disfrutar en cuarentena”, la venta de libros y películas de años anteriores subió considerablemente.

“El amor en los tiempos del cólera”, una de las grandes obras de Gabriel García Márquez, registró una enorme suba en las ventas debido a las recomendaciones.


La obra maestra de Gabriel García Márquez, “El amor en tiempos de cólera”, suele copar estas listas de recomendaciones para leer, quizás empujada también por un tpitulo que hace referencia a una enfermedad. Tanto es así que, de tanto mencionarla, durante el aislamiento aumentó sus ventas un 183%, mientras que la edición en inglés registró un sorprendente crecimiento del 621% en las ventas. Estas cifras fueron brindadas por la mismísima editorial Penguin Random House.

Si de negocio se trata, muchos de los consumos “retro” son, básicamente, plata asegurada. Veamos por un segundo el caso de los videojuegos o la ropa. Una consola o una prenda de los 90’, que en su momento tenía un precio promedio, hoy vale casi el triple (y a veces más). Aún así, todo se vende, todo se consume.

Si del rubro videojuegos hablamos, las cifras son sorprendentes. Como si fuera una forma de revivir épocas de infancia, el aumento de descargas del Counter Strike en Steam lo situaron en la lista de los más vendidos. La mayoría de los servidores públicos están colapsados y suele costar encontrar lugar para una partida. Al permitir jugar en grupo y con equipo de audio, también genera cierta sensación de compañía para aquellos que lo juegan entre amigos.

No es el único juego “retro” que se puso de moda en el aislamiento: lo mismo ocurre con el Age of Empires o el Sims. Y en juegos de mesa, también. El famoso TEG está agotado en muchos negocios online, aún cuando su elevado precio podría generar complicaciones en su venta. Tiempo en casa, tiempo en familia, tiempo para jugar…

La decoración vintage es también un gran negocio. Los objetos “viejos” suelen ser muy caros.


¿Hay más ejemplos? Claro. Las prendas de ropa retro aumentaron sus ventas, en gran parte porque el cliente busca un consumo que se sostenga en el tiempo.

Lo retro se vende porque suele ser moda, y también por la accesibilidad: muchas prendas vintage, al ser usadas, son más baratas. También hay reediciones vintage con un precio elevado. Hay oferta para todo tipo de público.

Así las cosas, se llenó de showrooms que publicitan sus productos por redes sociales, y en muchos casos fueron creados específicamente para afrontar la cuarentena.

Si apuntamos hacia las series, una de las grandes noticias de 2020 había sido la confirmación del episodio especial de Friends, un clásico de los 2000. Y la postergación de la producción por la cuarentena fue una de las noticias más compartidas…


Decoración. Fotografía. Electrodomésticos. Muebles. Libros. Hasta automóviles. Todo, absolutamente todo. Sea el ámbito que sea, en todo hay algún retorno de lo vintage.

Claro, esta situación no es algo que haya surgido ahora. Viene de hace tiempo, pero cada vez se intensifica más. El ejemplo previamente mencionado de Telefé, por ejemplo, coincidió con la cuarentena y con la nostalgia que despierta el encierro, y fue un combo ideal para que los números se vayan para arriba.

Pero, ¿a qué responde este hábito de consumo? “El volver a épocas anteriores es también una especie de rememoración de nuestra experiencia pasada, y cómo es que nos sentíamos en ese momento”, explica la psicóloga.

Romanela desliza también que “puede tener que ver con que constitutivamente el sujeto siempre vuelve a épocas anteriores como para hacer una especie de ‘consulta’ a la hora de tomar sus decisiones; porque las decisiones a futuro siempre tienen que ver con experiencias previas”; algo que en este caso, aplica a las decisiones de consumo (o sea, básicamente, lo que consumimos) en términos generales.

Volver a épocas pasadas implica también rememorar nuestras experiencias y cómo es que nos sentíamos en ese momento”

explica la psicóloga Romanela Paulisich, sobre los consumos retro.


“Lo que se ve es que incluso volvemos a períodos anterior a nuestra infancia”, afirma. Y para ello da un ejemplo: “Si yo estoy por cumplir 30 años, la moda de los 50’ no fue una moda que yo haya vivido. Pero si es muy probable que haya tenido que ver una ligazón emocional con algo que me haya contado mi abuela, o un familiar o ser querido, y que tenía algo que en algún punto le destapaba una emoción o un recuerdo”.

¿Hay alguna relación de los consumos vintage con un acercamiento a nuestra niñez, entonces? “Freud decía que todo lo que podemos llegar a vivir como ‘significativo’ lo hacemos hasta los 6 años, después a lo largo de nuestra constitución subjetiva siempre vamos a volver a esa época anterior para lo que fuera. Para sanar, para volver a vivir emociones… obviamente lo hacemos de manera inconsciente”, asegura.

Al mismo tiempo, la psicóloga asegura que “todo esto tiene que ver con nuestra niñez; y eso tiene que ver con la construcción que otros hicieron de nosotros mismos. Por eso muchas veces nos vamos formando a partir de lo que otros nos cuentan que fue su experiencia”.


Queda claro que hay un enlace con momentos significativos para nuestra vida en estos hábitos; y la nostalgia es un negocio.

Revivir experiencias, volver a nuestro “lugar seguro”, homenajear los sentimientos de otros… sea cual sea el motivo, el consumo vintage sigue imponiéndose; y en aislamiento, promete seguir por mucho más.


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