Los Gardelitos, herencia de rock en la región

Mañana en Puerto Rock de Bariloche y el sábado en Neuquén, la banda roquera presentará sus mejores temas. Antes del show, “Río Negro” habló con Eli Suárez, el líder del grupo.

La banda trae su espectáculo “Cine Teatro Los Gardelitos” a Neuquén y Bariloche.

Los Gardelitos -banda roquera oriunda del Bajo Flores creada en el 95 por Eduardo “Korneta” Suárez- tuvo sus primeras presentaciones en Parque Centenario, donde tocaron gratuitamente por más de cincuenta domingos. Para grabar su primer demo “Rock sudaka” (96), no negociaron con discográficas: ellos vendieron una camioneta. Así fueron creciendo, sin cortes de difusión en radios, ni videos clips, ni afiches. En la mayoría de sus recitales, el objetivo principal era ayudar a quienes más lo necesitaban. Tocaron en cárceles de mujeres, el Hospital Neuropsiquiátrico Borda o en villas, defendiendo los Derechos Humanos y sociales. La primera placa oficial fue “Gardeliando” (98), seguida por “Fiesta sudaka” (99). El grupo iba creciendo a pasos seguros. Pero en mayo del 2004, Korneta -a los 53 años- fue hallado golpeado y sin vida después de estar tres días desaparecido. Eli se cargó al hombro el legado de su padre y con el tercer compacto casi listo, se ocupó de transmitir las nuevas canciones de “En Tierra de Sueños”, que su padre no llegó a presentar en público. Subió al escenario junto a Horacio y Martín Alé, y posteriormente editaron “Los Gardelitos en tierra de sueños- 1 y 2” y “De Colección”, todos durante ese mismo año. Desde entonces, ya suman tres discos más, marcando el inicio de una nueva etapa de Gardelitos, hoy integrado por Fede Cavaratti en guitarra acústica y coros, el bajista Diego Rodríguez, Pablo Bellagamba en batería y Eli (33) en arreglos, voz y guitarra, quien dialogó con “Río Negro”. “Está bien que haya cuestiones que se puedan heredar, más allá de hacer un recuento de experiencias positivas o negativas en cuanto a la historia de donde vengo. Hay que hacerse cargo que uno pertenece a un lugar y a un momento histórico. En este sentido, Los Gardelitos tiran una onda que está buena. En las canciones está muy presente lo que es una herencia y también una elección. Yo termino muy involucrado en esta idea, de una manera existencial porque lo vivo así. Arrancamos con mi viejo tocando en la misma banda y siento un montón de vivencias que el volcó en sus temas y ha sabido transmitirnos a nosotros con charlas y momentos compartidos. Es muy importante conservar lo heredado porque, básicamente, es algo relacionado con el concepto del hombre, con mayúscula. Desde esta esquina del mundo, sé qué cosas puedo rescatar de mi historia y cuáles conviene no olvidar para que no vuelvan a repetirse porque han producido muchísimo sufrimiento y nos han marcado desde el dolor. –Una vez que pasa el tiempo y eso se asienta, empieza el camino de la elaboración y la transformación. –Eso genera un montón de cambios o transformaciones, como bien decís, que también son naturales y se relacionan con una adaptación tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Es parte de una historia en común con mi generación y con la que nos precede, la de mis viejos y mis abuelos. Y tiene una proyección hacia lo que viene con las nuevas generaciones, con buscar una manera de comunicarme más fácil de entender para quienes nos siguen. Hay que estar atento a lo que sucede y a cómo describirlo con un lenguaje distinto, aunque esté diciendo lo mismo y la canción sea la que cantaban mis viejos. –Hace ya un par de años que se escuchan o leen comentarios acerca de que el rock nacional está en decadencia, que ya no expresa con la intensidad y claridad que antes lo hacía. ¿Cuál es tu mirada al respecto? –Yo creo que es un momento bastante particular, de transición. Si nos fijamos en lo artístico, tal vez la época de esplendor que vivió el rock nacional a partir de los años 80 hasta nuestros días; en los 90 cuando llega a los grandes estadios, tocó una cúspide y ha tenido su decadencia, si se quiere. Al ser tan masivo, generó otros intereses que antes, me contaba mi viejo, no estaban. En los comienzos había como una responsabilidad de formar parte de un movimiento con sentido político de acción, sin ser de un partido en particular, un sentido social y también filosófico. Entonces, hubo en los pasos iniciales, de la mano de grupos que marcaron el camino, un intento de ser responsables con lo que sucedía en los 60 y 70. Con el tiempo eso se fue perdiendo y, sin embargo, hoy un montón de chicos se sienten atraídos por ese mismo género. Hoy lo veo como un diamante en bruto, con muchas ganas de hacer cosas, pero quizás le falta encarrilarse. Hay cuestiones que distraen del verdadero objetivo del rock en sus comienzos. Los avances tecnológicos terminan derivando en distorsiones poco favorables para el laburante de la música. No sé hasta qué punto podemos resistirnos a eso… Hay un punto en que la tecnología no transa, es así, son números fríos y una realidad a la cual, tarde o temprano, tendremos que adaptarnos. Me parece mejor que termine teniendo más valor, a la larga, la presentación en directo, en vivo, en contacto con la gente en cada recital. Si me enfoco en lo positivo, no lo veo mal por ese lado. Pero los tiempos cambiaron y ya no se puede pensar en sacar un hit y vender un montón de placas. Hoy por hoy, se trata de llegar a la gente y la misma tecnología nos brinda otras opciones. Es difícil seguir con el negocio tradicional del disco, pero también va mutando y transformándose en una red de difusión (por Internet) mucho más poderosa y accesible para todos. Antes se dependía más de las compañías discográficas. Pero favorece a las bandas que nos manejamos de manera independiente, que hasta podemos grabar independientemente también. No tenemos a un papá productor que nos paga todo y a un productor artístico que nos dice cómo hacer la canción, el hit. – Obliga a afinar la puntería, a esmerarse en lo técnico, a depurar el contacto con el público. A la larga esto va a producir un nuevo desarrollo, una vuelta fuerte de tuerca que vigorizará al género. –Yo lo veo -insisto- como un diamante en bruto y pueden seguir saliendo cosas muy buenas. Tenemos que pulir más la propuesta y pensar qué queremos hacer, hacia dónde vamos, qué ocurre a nuestro alrededor y cuál es la realidad o la fantasía que queremos contar.

Eduardo Rouillet


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