Los liderazgos y los castigos en el MPN

Mario Rojas

Subjefe en Agencia Neuquén. Nació en enero de 1966 en Cutral Co. Estudió Profesorado en Comunicación Social en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo). Inició su carrera como informativista en Radio Municipal Cutral Co y se desempeñó como redactor en Tribuna Abierta, La Mañana del Sur. También fue prensa institucional en Acipan, Copelco y en Prensa del gobierno de Neuquén. En Diario RÍO NEGRO 2010.

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La conducción natural o artificial que tiene el MPN le propinó un correctivo al diputado nacional Rolando Figueroa y lo asustó con la Convención.


La interna del poder en el MPN está en marcha y adquiere ribetes que, en la superficie, pueden parecer infantiles pero en el fondo importan el reconocimiento de liderazgos naturales y artificiales.

Felipe Sapag estaba charlando una vez, bajo un nogal, con Rogelio Figueroa quien formó parte del genoma del MPN en el norte neuquino. El sobrino de éste, Rolando, actual diputado nacional, escuchó que Sapag hacía hincapié en la necesidad de “buscar liderazgos naturales” para consoligar el movimiento político. Dice que, tras varias décadas, esa definición tiene vigencia.

El exvicegobernador que se rebeló contra los mandatos del sector Azul, el oficialismo en el MPN, recibió un “tatequieto” por parte del gobernador Omar Gutiérrez. Fue como una devolución de gentilezas porque Figueroa había dicho que quien esté al frente del Ejecutivo Provincial no debía cumplir al mismo tiempo el papel de titular del MPN. Gutiérrez tiene los dos cargos y le salió a contestar con acusaciones de discriminador. Como el sobrino de Rogelio no se hizo cargo, le mandó a decir con Sandro Badilla, flamante ministro de Gobierno y titular de la Convención del MPN, que no tenía margen para integrar un interbloque con Juntos Somos Río Negro y el Frente de la Concordia Misionero en la Cámara de Diputados, si no tenía el aval de ese cuerpo partidario. El rionegrino Luis Di Giacomo tuvo que volver sobre sus pasos, primero informó que se formaba el interbloque Provincias Unidas y, luego, debió enviar otra nota en la que se indicaba que la incorporación de Figueroa dependía de la Convención del MPN.

Como Gutiérrez se había dado un abrazo con Alberto Weretilneck en un mitín de ciencia política en Cipolletti, el correctivo a Figueroa se lo leyó como una pieza en la disputa por el liderazgo natural o artificial del espacio rionegrino. La gobernadora Arabela Carreras no esconde sus aspiraciones para el 2023.


En el sector Azul se indicó que el supuesto acuerdo extraprovincial con Juntos Somos Río Negro es “institucional” y debe tener aval partidario.


Hacia el ombliguismo del MPN fue una abierta declaración de guerra y hacia afuera se podía leer que “el acuerdo” es entre el gobernador Gutiérrez y el exgobernador de Río Negro, Figueroa es un primo lejano.

También se habilitó una estéril discusión en relación con el no uso del “mapita” del MPN. Un símbolo cuasisagrado para el partido que, en su momento, supo tener categorías, quien usaba en la solapa un prendedor con forma del mapita dorado era del círculo íntimo del líder, y los que lo usaban cromado eran del segundo anillo. También había prendedores plásticos para los adherentes.

Figueroa tuvo una versión del mapita pero que no era igual y se lo mostró como un agravio a los íconos de la fe.

Maria Elisa Alonso García teorizó sobre la organización interna de los partidos políticos provinciales y reparó que el control del partido sobre la selección de las elites políticas y sobre la actuación de las mismas, es total. Más que el partido como formación, es concretamente el dirigente del mismo, el que establece una relación clientelar con el electorado y sobre todo, y más importante para este trabajo, con los candidatos.

Aduce que el personalismo del liderazgo partidario, permite a su detentador dirigir al partido en todas sus facetas. Esto lleva a una situación en la que el líder tiene la facultad de castigar y recompensar a los miembros del partido, determinando su continuidad en el mismo.

En febrero de 2018, Gutiérrez había convocado a la Convención del MPN y el sector Azul como el de Guillermo Pereyra le hicieron un desaire. Convocaron a reuniones el mismo día y forzaron lealtades y traiciones de los 52 integrantes del cuerpo. En ese momento el ahora diputado nacional decía que era una mojarrita nadando en un mar infestado de tiburones. Tal vez ahora quiso desafiar otra vez “a los tiburones” se dijo desde el sector Azul mientras se busca poner estacas para marcar terrenos políticos a fin de que no se cumpla el axioma de que las partes del MPN tienen principio y fin.


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