Los militares forzaron la renuncia de Evo y Bolivia quedó sin gobierno

El país altiplánico vivió una jornada caótica, donde se difundió el dictamen de la OEA que confirmó fraude y el gobierno llamó a nuevos comicios presidenciales. Pero las violentas protestas no cesaron y las FF.AA. “sugirieron” su salida. Su vice y los titulares de Diputados y Senadores también dejaron los cargos.

El gobierno de Bolivia quedó acéfalo ayer tras la renuncia forzada del presidente Evo Morales y de las demás autoridades que formaban la cadena de sucesión constitucional.  Morales dejó la presidencia tras 13 años en el poder, cercado por un ultimátum de sus Fuerzas Armadas, con miles de personas exigiendo en las calles su dimisión y desautorizado por un informe de expertos de la OEAque determinó graves manipulaciones la elección de la que se creía consagrado para un cuarto mandato.

Anoche, la situación se agravaba con presuntas denuncias de intentos para detener a Morales, que se refugió en la región del Chapare. Luis Fernando Camacho, líder de las protestas en Bolivia tuiteó  “¡Confirmado!  ¡orden de aprehensión para Evo Morales La policía y los militares están buscándolo en el Chapare, lugar que se escondió. Los militares le quitaron el avión presidencial y está escondido en el chapare, van por el ¡justicia!”, aseguró. En tanto, Morales señaló también en su cuenta de la misma red que “un oficial de la policía anunció públicamente que tiene instrucción de ejecutar una orden de aprehensión ilegal en contra de mi persona; asimismo, grupos violentos asaltaron mi domicilio”.

Anoche el país se mantenía en la indefinición política, ya que renunciaron además su vice Álvaro García Linera, y los titulares de las cámaras de Diputados y Senadores.  Las soluciones posibles pasaban por la asunción del presidente de la Corte Suprema, que la Asamblea Legislativa busque una solución eligiendo nuevos jefes de ambas cámaras y un mandatario provisorio, o incluso que un “grupo de notables” organice un gabinete de consenso y llame a elecciones en el plazo más breve.

 La crisis social y política boliviana se fue agravando en las últimas 24 horas. Las Fuerzas Armadas terminaron exigiendo la renuncia de Evo Morales. “Sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial”, dijo el comandante en jefe Willimas Kalima.

Horas antes, el mandatario había buscado poner paños fríos a su convulsionado país, al anunciar la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales, aún sin una fecha prevista. Lo hizo después de que la Organización de Estados Americanos (OEA) sugiriera anular los comicios del 20 de octubre que dieron como ganador al mandatario y fueron calificados de fraudulentos por la oposición.

Asimismo, Morales dijo en ese mensaje que acordó la salida de todos los miembros del Tribunal Supremo Electoral, que era una de las medidas que reclamó la OEA. Sin embargo, la tensión continuó y llegó a un punto límite con el ultimátum de las Fuerzas Armadas.

Poco antes, la Central Obrera Boliviana (COB) insistió -pese a los anuncios- en su pedido de que Morales renuncie “para que el pueblo se pacifique”.

Además, tres ministros del gabinete de Morales (Luis Sánchez de Hidrocarburos, César Navarro de Minería y Tito Montaño de Deportes), así como el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, renunciaron a sus cargos.

Dos de ellos fueron víctima de una turba incendiara sus casas.

Asimismo, tres personas resultaron heridas por disparos de arma de fuego en una ruta del altiplano, donde fue atacada por desconocidos una caravana de mineros que se dirigía a La Paz.

Manipulación electoral


 El informe de la OEA, elaborado por un equipo de 36 expertos de 18 países que desde el pasado 1 de noviembre evaluaba el proceso de votaciones, encontró una importante manipulación en el sistema informático de transmisión y cómputo de resultados la la mayoría a favor del gobierno.

Respecto del sistema informático, los expertos revelan “fallas graves de seguridad en los sistemas del TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares) y del cómputo final”.

Entre los especialistas, hubo abogados electorales, estadísticos, peritos informáticos, especialistas en documentos, en caligrafía y en cadena de custodia.

 “He decidido convocar a nuevas elecciones nacionales que mediante el voto permitan al pueblo boliviano elegir democráticamente a sus nuevas autoridades, incorporando a nuevos actores políticos”, había señalado Morales ayer en una breve conferencia de prensa. Secundado por el vicepresidente Álvaro García Linera y líderes de los movimientos sociales a fines a su gobierno, pidió tras esta decisión “bajar toda la tensión. Todos tenemos la obligación de pacificar a Bolivia”.

Al respecto, y sin mencionar al organismo multilateral, indicó que el Parlamento boliviano iniciaría el proceso para nombrar nuevos vocales. Morales declaró que el próximo proceso electoral, sin fechas, sería llevado a cabo por “nuevos actores políticos”.   La crisis política ya causó en Bolivia tres muertos y unos 385 heridos. 

Análisis: Pasó un límite y la presión se le hizo insoportable


Hay algo que en Bolivia y la comunidad internacional no se discutía: Evo Morales logró que la economía de su país creciera en un 4,9% anual  y que lograra reducir la pobreza a 23 puntos.

Pero lo que tampoco admitía discusión era que Evo, el presidente latinoamericano que más tiempo llevaba en el cargo, pretendiera perpetuarse.

Su decisión de presentarse a elecciones –y ufanarse de ganarlas en primera vuelta el 20 de octubre– violó la nueva Constitución impulsada por él mismo en 2009 y el referéndum de 2016 que le había dado un categórico no a la re-reelección.

Esa tosudez por prolongar su dinastía fue el vaso rebasado. Pasó un límite que no se le perdonó. Y ya no hubo forma de volver atrás.

Ni siquiera sirvió como bálsamo la convocatoria de Evo a nuevas elecciones y los cambios anunciados en el Tribunal Supremo Electoral. Cuando hizo ese impreciso  llamado electoral, había quedado al desnudo que Morales se quedó sin argumentos tras el informe demoledor de la OEA que reveló manipulaciones graves en el flujo de datos de los comicios pasados.

Era el comienzo del fin. Evo no tardó en quedarse sin el respaldo clave de las Fuerzas Armadas. El ultimátum hecho por su comandante en jefe  fue una  reminiscencia triste de pasadas desgracias institucionales y habilita a Evo Morales a denunciar:“Ha habido un golpe”.

La Policía también le había retaceado apoyo. Tres de sus ministros y el titular de Diputados renunciaron. Dos de los primeros vivieron la barbarie:sus casas fueron incendiadas por una turba tan irracional como la que humilló a una alcaldesa, ató a un poste al director de una radio y redujo en cenizas las viviendas del gobernador de Oruro y de una hermana de Evo.

Morales entendió que no le quedó más opción que la renuncia. No sólo la continuidad institucional del país queda en un limbo. También se abre un engima sobre el impacto que tendrá en la región la salida de un dirigente clave para el pretendido “eje progresista”.


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