Los perros en la playa, un problema que crece
Con o sin dueño, pequeños o de razas feroces, aterrorizan y contaminan.
LAS GRUTAS
La presencia de perros en la playa se convirtió en un tema de difícil control para las autoridades, y en una molestia y un peligro latente para vecinos y turistas, que ven malograda su estadía al aire libre. El tema, sin embargo, no sólo se centra en las jaurías de canes «cimarrones» que se acercan a la costa con actitudes agresivas.
También abarca la presencia de mascotas que ante la desaprensión de sus dueños vagan libremente molestando a los bañistas. O defecando sin que nadie se ocupe de levantar sus deposiciones, que ensucian y contaminan el espacio público.
Desde que se inició la temporada, los relatos de escenas que tuvieron a perros con o sin dueño como protagonistas se multiplican, alterando el humor de la gente.
Días atrás, la aparición de una perrita callejera en celo en una de las playas céntricas generó momentos de tensión entre los veraneantes, porque se formó un grupo de alrededor de 10 perros que comenzaron a atacarse entre sí. Las corridas y la agresión desplegada por la jauría provocaron que se convocara a inspectores municipales, que poco pudieron hacer para contener la situación.
Otro caso se dio el jueves en las playas de la Tercera Bajada. Una turista oriunda de Roca relató que allí un perro dogo, (una raza considerada como peligrosa) «apareció suelto, sin dueño ni collar. Llegó a las 10 y ahí se quedó». Agregó que varios de los presentes se dirigieron «a guardavidas y a Prefectura, pero nos dijeron que no tenían competencia para sacarlo».
Uno de los veraneantes, incluso, se comunicó telefónicamente con el delegado municipal Fabrio Mirano. «Dijo que enviaría gente a sacarlo, pero no pasó nada, y después ya no atendió los llamados» expresó.
¿El resultado? varias familias tuvieron que interrumpir la jornada de playa o trasladarse hacia otra Bajada, ante el temor de una posible reacción violenta del animal, perteneciente a una raza genéticamente preparada para el ataque.
La misma mujer refirió que «el otro día en la misma Bajada (la tercera) también bajó un matrimonio con un rottweiler (otra raza calificada como «peligrosa»). El perro se agarró con otro y no los podían separar. Con aplausos echamos al perro y a los dueños al grito de «¡El perro en la casa! «¡El perro en la casa!»» recordó.
El secretario de turismo Guillermo Martín, por su parte, coincidió en que el tema se está convirtiendo en un problema, qué «genera violencia entre aquellos que deben convivir forzosamente con estas mascotas. En el caso de las razas peligrosas ni siquiera podrían estar en el espacio público, y peor aún si andan sin bozal ni correa. Pero es un asunto difícil. Ahora abundan las razas de animales chicos, y es complejo hacerles entender a algunas personas que no pueden bajar con ellos a la playa, porque por más que levanten las deposiciones, cuando los animales defecan y orinan las bacterias quedan». Alegó que en el caso de los controles «dependen del área de Inspección General del municipio», y remarcó que las restricciones en cuanto a la presencia de canes en la costa «no rigen para todas las Bajadas».
«Existe una antigua ordenanza que sigue vigente- agregó Martín- que permite que en algunas de ellas se pueda bajar con mascotas, pero con correa y bozal y sin generar disturbios. Desde la Bajada 0 (también conocida como «Pewans») en dirección a la de «Los Acantilados» y desde la 7° hasta el balneario «Piedras Coloradas» se admiten animales. Bajar con ellos está prohibido en las Bajadas 1, 2, 3, 4, 5 y 6″ expresó el funcionario.
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