El Bolsón mágico: los refugios de montaña iluminados por la Luna y las estrellas

Rodrigo Terrén recorre las rutas argentinas y fotografía sus paisajes de noche desde hace 8 años. En la Comarca Andina, se deslumbró con los refugios y su entorno. Proyecta publicar un libro y completar su viaje hasta Alaska. La historia de una aventura que empezó en bici, siguió en un Fiat 600, un camión del Dakar y en moto.

De noche, todo se ve mejor. Y ahí están las fotos de Rodrigo Terrén para demostrarlo, en esos paisajes de la Comarca Andina que brillan iluminados por las estrellas y la Luna, en la Vía Láctea que aparece en toda su deslumbrante dimensión en estos días en el Hemisferio Sur.

La Vía Láctea se aprecia mucho mejor en el otoño y el invierno en el Hemisferio Sur. Foto: Rodrigo Terrén

Por eso sale en la madrugada, en busca de las luces que alumbrarán recuerdos inolvidables en el cielo puro de la Patagonia, lejos de la contaminación lumínica de las ciudades. Vive lo que propone: dejar de ver el otoño desde la ventana, adentrarse en la naturaleza, aunque la pandemia haya puesto una pausa obligada.



Es de Dique Luján, un pintoresco pueblo de 5.000 mil habitantes de cara al río en Tigre, al norte del Gran Buenos Aires. Tiene 36 años y los últimos ocho los vivió de viaje. Arrancó en bicicleta y una imagen nocturna que tomó en Corrientes lo hizo ganador de un concurso y embajador por entonces de Sony: le dieron un auto para fotografiar la ruta 40 de punta a punta durante poco más de tres meses, con un promedio de nueve días en cada una de las 11 provincias que atraviesa. El documental está a la altura de esa gran travesía y lo podés ver en rodrigoterren.com.ar.

Refugio Natación. Foto: Rodrigo Terrén.

Después, a bordo de un camión del Dakar, recorrió otros caminos de Argentina, Bolivia y Chile. Lo que siguió fue llegar hasta Colombia en un Fiat 600 de 1973 como parte de La caravana mágica con un grupo de viajeros a bordo de otros autos antiguos (una kombi, un Dogde 1500 y un Fiat 1110. Se financiaban con talleres, clases, música, postales, artesanías y de esa épica travesía surgió otro gran documental.

Refugio La Playita. Foto: Rodrigo Terrén.

El paso siguiente fue subirse a una moto para devorar kilómetros trepado a su sueño de unir la Patagonia con Alaska. Narra el paso a paso de su larga aventura en el libro ¿Cuáles son los límites de la magia?, que podés leer en su web y descargar el PDF. Ahí está el comienzo de todo: cuando planeaba salir a rodar por los Parques Nacionales, un viernes de noviembre del 2013 se despertó con el caño de un revolver a centímetros de su cara.

En las cercanías del refugio Dedo Gordo. Foto: Rodrigo Terrén.

El ladrón le preguntó qué tenía en la mochila. Optó por responder la verdad: sus equipos fotográficos. Y le pidió que se los dejara, que con eso se ganaba la vida. «Bueno», escuchó después de cinco segundos interminables. Los ataron a él y sus dos hermanos y los encerraron, boca abajo, inmóviles, con ese alambre áspero que cortaba la circulación. Una hora más tarde, cuando sobrevino el silencio, pudo levantarse para llegar a la puerta y pedirle a los vecinos que los desataran y llamar a la policía.

En las cercanías del refugio Natación. Foto: Rodrigo Terrén.

Subió despacio la escalera y se asomó a su cuarto: la mochila no estaba. Pero sí sus equipos, esparcidos en la cama. También se llevaron la plata que había ahorrado para comprar la bici, la ropa, las alforjas y los accesorios para pedalear por el país. Cuando todo se venía abajo, recordó que ese sábado empezaba la primera edición de Expobici en Buenos Aires. Decidió ir, presentar su proyecto en los stands. Pocos días después tenía sponsors, bicicleta, ropa, alforjas, accesorios. Así pudo empezar el viaje que ahora lo trajo al lugar donde le gustaría vivir, El Bolsón.




Durante todo el trayecto, nunca dejó de hacer fotos de noche, ocho años de un largo sueño que se vuelve real cada día y que pronto ganará las páginas de un libro con la Argentina como gran escenario.

De momento, con escala en El Bolsón para documentar la magia de los refugios, atrapado por la belleza de sus lagos y montañas, alarmado como muchos por los árboles que las llamas convirtieron en cenizas y por las casas que aún faltan, dando una mano en lo que puede.

Refugio Dedo Gordo. Foto: Rodrigo Terrén.

Y en la Comarca Andina, de tanto andar descubrió el lugar donde le gustaría quedarse, o mejor dicho viajar y volver a casa, cerca del refugio Dedo Gordo, entre el arroyo, el bosque de lengas y el cerro que parece un pulgar. «Me encantaría encontrar una chacra por acá. Es increíble este lugar”, dice, mientras lo fotografía fiel a su filosofía: “Uno con la cámara es apenas un medio para retratar con la mayor fidelidad posible estos paraísos. Pero tenés que hacerlo con lo que sentís, no con lo que ves”, explica.

A esta altura del año, cuando el otoño ya está más en el suelo que en los árboles, recorrió otros tesoros como el cerro Piltriquitrón y los refugios Natación y La Playita siempre con la cámara lista.



Si la red de 15 refugios de El Bolsón maravilla a viajeros de todo el mundo, Rodrigo prefiere recorrerlos una vez pasada la invasión del verano.

“Los refugios, antes que nada, son un hogar, un corazón en medio de un paisaje espectacular, un espacio de comodidad diferente a la carpa, que es preciosa pero también nos consume más energía”, explica.

En las cercanías del refugio Natación. Foto: Rodrigo Terrén.

Y si para llegar a algunos de ellos hay que caminar varias horas por senderos que atraviesan bosques y pueden hacerse empinados y cansadores, no piensa que eso sea un motivo suficiente para privarse de pasar unas horas o unos días en esas maravillas de madera en el bosque.

La hora azul. «El nacimiento de la Luna en el cerro Piltriquitrón. Nos alumbró en el camino de regreso». Foto: Rodrigo Terrén.

“No creo que sea tan complejo llegar. Y si es algo que nos hace entrenar para lograrlo, eso nos hace más fuertes, también es lindo eso. Cuando se pueda ir, creo que está bueno conocerlos, habitarlos, charlar con los refugieros, Es cuestión de abrigarse y animarse«. dice.



Como suele graficar, Rodrigo trabaja con dos grandes linternas: el Sol y la Luna. Y si como muchos fotógrafos de paisaje valora los minutos dorados del atardecer, es lo que sigue lo que lo deslumbra, la hora azul, ese momento previo al anochecer y el amanecer. Y en el medio, la noche, su territorio, con dos extremos lumínicos bien marcados: la que aporta cuando aparece la Luna llena y la que viene de las estrellas. Y el detalle de que sin viento la belleza de la Comarca se refleja en los lagos.

En las cercanías del refugio Natación. Foto: Rodrigo Terrén.

Así lo contó durante todo este tiempo en cursos y talleres en el país para compartir lo que aprendió, todo lo que los avances tecnológicos permiten. Por ejemplo, nada menos que fotografiar la Vía Láctea con la técnica apropiada Secretos apasionantes de un viaje que empezó en bici y que continuó como nació, iluminado por la Luna y las estrellas.

Podés ver más fotos en https://www.instagram.com/rodrigoterren/


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