Luciana Radeland lleva la “Comparsa” a la Línea Sur
La cineasta proyectará su documental en El Caín, Jacobacci y Maquinchao
Luciana Radeland lleva la “Comparsa” a la Línea Sur
La cineasta regresa al paisaje de la Línea Sur para contar las historias que le interesan, como la de Comparsa La Golondrina, que proyectará en tres localidades rionegrinas esta semana.
No tuvo una niñez solitaria, convivió con muchos chicos, pero esto no evitó que la soledad del paisaje que rodeaba a Luciana Radeland la marcara, igual que su necesidad de salir a buscar cómo crecer y plasmar en películas la fantasía que la ayudaba a “escaparse” del frío de la meseta patagónica.
Salir de la Línea Sur para estudiar la carrera de Cine y Nuevos Medios en el Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA) la llevó al verde Valle rionegrino, y luego -ya egresada del IUPA- a Buenos Aires, donde está radicada actualmente.
Ahora regresa a la Línea Sur para proyectar en El Caín, Jacobacci y Maquinchao “Comparsa”, su primer filme documental que muestra la labor de los trabajadores de la esquila. Un proyecto en al que dedicó unos diez años y sobre el que habló con “Río Negro”.
P- ¿Cómo fue vivir y crecer en una escuela hogar?
R- Mis papás son docentes y toda su vida trabajaron en escuela hogar, que es donde van a la escuela chicos del campo o de bajos recursos de la Línea Sur, que estudian y viven ahí. Primero viví con chicos de primaria, tenía 4 años y los chicos de 4 hasta los 10. Después me tocó con mi papá estar en una residencia de secundaria. Toda mi vida viví con 30 ó 40 chicos más. Mi realidad fue compartir a mis papás por un lado y estar en contacto con chicos del campo y compartir un mismo entorno.
P- Esta experiencia ¿cómo la transitabas?
R– De adolescente estaba un poco enojada por la tarea que realizaban mis papás, que eran de la idea de “vocación y servicio”. Mis papás decían siempre que estaban “haciendo patria” porque las condiciones en la Línea Sur son muy difíciles. O al menos lo eran en esos tiempos. No había calefacción, ni gas natural, ni nada. Entonces sentía mucho mucho frío y vivía muy encerrada. No entendía por qué tenía que compartir a mis papás. Quería hacer otras cosas y siempre dije que cuando pudiera me iba a ir. Lo vivía con mucho sacrificio y no me gustaba para nada. No me gusta al día de hoy el frío, nada de eso.

P- ¿Por qué regresaste?
R- De grande cuando ya empecé a estudiar cine le fui encontrando otro sentido, más como un escenario para filmar. Siempre que vuelvo es por los cortos, o la película, o ahora estoy pensando en otro filme y va a ser ahí, porque como escenario, como lugar me parece increíble.
No me imagino haciendo algo fuera de ahí, si bien vivo en Buenos Aires, un poco siento el “deber” de hacer cosas en mi pueblo.
Si bien no me gusta y no viviría allí, hay algo dentro de todo esto que me atrae muchísimo.
Siempre lo viví como una película, desde chica. Quizás porque era muy fantasiosa pero es un poco lo que me llevó a hacer “Comparsa”, entender un poco una cosa que al principio fue más idealizada. Como que era todo lindo para mi cuando era más chica. Ver todo el trabajo de la esquila y del campo, después fue cambiando la idea hasta el día de hoy.
La verdad es que quedó un poco lejos la idealización. Es más bien una realidad cruda y quise un poco contar, sin caer en esta cosa de juzgar o de denunciar. Simplemente me permití, dentro de lo que se puede -uno nunca es objetivo-, una observación y una distancia, si bien no puedo tener nunca distancia porque es un poco mi historia y lo que viví siempre muy de cerca.
P- ¿Cómo te acercaste al mundo de la comparsa?
R- Me pasaba que a los campos que íbamos, cuando empezamos la investigación para elegir la comparsa, conocían a mis papás. Mis papás fueron maestros de todos esos chicos, entonces era muy fácil porque me conocían.
No sentí nunca que ellos tuvieran una distancia conmigo, siempre estuvieron muy cómodos y un poco lo que se me facilitó es hablar un mismo lenguaje. Yo no lo creía, pero estando ahí me di cuenta que uno nunca puede escapar de donde es en realidad. Creo que es uno de los logros de la película: ser uno más, al menos no se nota la cámara, que era un poco el desafío porque tampoco sabía con qué me iba a encontrar. Por eso también elegir el documental es un riesgo, porque uno nunca sabe del otro lado qué va a suceder y hay un tiempo acotado.
P- ¿Hubo que superar el machismo que generalmente hay en ese tipo de grupos formados por hombres?
R- Nunca lo habíamos pensado. La verdad es que jamás se me cruzó por la cabeza eso, desde muy chica soy feminista y nunca lo abordé desde ese lugar, la conciencia la tengo. Sin querer o quizás inconscientemente en mi equipo la mayoría eran mujeres. Durante el rodaje todo el mundo nos decía “que tengamos cuidado que son todos hombres, que son hombres que se van mucho tiempo lejos de su casa”. Siempre la pregunta era y ¿van a ir ustedes solas? Y a mi jamás me dio miedo. Creo que tiene que ver con que los conozco tanto, me conocen tanto, que jamás sentí miedo y mucho menos estando ahí. La verdad es que los chicos fueron maravillosos en su trato, súper cálido, respetuosos, nunca hubo ninguna situación rara o incómoda.
Es un poco lo interesante del filme, creo es que hay una mirada femenina sobre lo masculino. Por ahí las películas si son hechas por mujeres hablan un poco más de la mujer. Y yo en este caso hablo más del universo masculino, porque no hay ninguna mujer y me pareció interesante eso, pero no es que desde el principio iba pensando que había machismo o algo así, naturalmente lo hay, como siempre.
Es muy particular la vida de campo, para mi se vive otro universo. Es como una especie de cápsula. No es lo que está pasado en el mundo, lo que uno ve en las noticias. Los chicos todavía están muy aislados de muchas cosas, creo que hay temas que no llegan a instalarse ni hablar, nada. Es como un poco más crudo. Fue lo que más disfruté. Uno vuelve ahí y no sabe que día es, las noticias que llegan siempre son de afuera.
Comparsa_ Teaser 01_ from Luciana Radeland on Vimeo.
P- ¿Cuanto tiempo estuviste con el proyecto de “Comparsa” hasta que lograste concretarlo?
R- Apenas me fui a estudiar cine mi objetivo fue hacer esta película, contar la esquila. En el medio con una amiga (Sabrina Inés Alcaraz) que también es la productora del filme lo presentamos al Incaa, eso llevó mucho tiempo. En el 2011 íbamos a filmar y pasó lo del volcán Puyehue. Durante unos tres años no hubo esquila porque no había ovejas eso nos paró mucho tiempo y después conseguir financiamiento… es muy difícil. Eso también demoró más las cosas y recién en 2016 pudimos filmar pero que estoy con el proyecto hace diez años. Viajamos fuimos a varios laboratorios de preparación del proyecto. Es bastante largo el proceso del documental sobre todo de mucha investigación previa porque después uno va a filmar y no tiene mucho tiempo y tiene que ir con cosas preparadas, sabiendo algunas cosas porque sino se generan tantas horas de material que después es difícil de editar. Por suerte creo siempre supe bien lo que quería. Si bien es una película dentro del cine pequeña, quería hacerla de forma profesional
P- ¿Que proyectos tenés, en qué estás trabajando?
R- Trabajo en cine para otras personas pero si tengo ganas de arrancar otra cosa. “Comparsa” todavía no se estrenó. Lo que tengo planeado es un poco disfrutar del estreno porque fue mucho tiempo de sufrir de ansiedad y es difícil relajarse. Ahora quiero que se vea, parar un poquito. Ya tengo otra idea también para hacer en la Patagonia, pero me parece que es más una ficción, que es un poco donde me siento más cómoda. El documental siempre me cuesta un poquito más. En el documental uno inicia y no sabe dónde y cuando termina. Es lindo pero aveces es muy frustrante porque uno quiere terminar y comenzar otra cosa. En este caso para mi fue un proyecto muy largo y ahora estoy muy aliviada y necesito tomar un poco de distancia. Te lleva un poco la vida. Y en la vida cotidiana uno tiene que trabajar para vivir porque uno no vive del cine, lamentablemente. Siempre decimos que el cine es un acto de fe: uno hace algo que no sabe para qué. Porque uno pierde plata, tiempo, pero uno esta ahí cree en algo, sin saber mucho en qué, hasta se termina y vuelve a comenzar. Creo que sin ese amor no se puede hacer hoy cine en la Argentina, si no fuera con muchas ganas y voluntad porque hay muy poco apoyo, y ni hablar en la Patagonia.

P- En los últimos años se incrementaron las escuelas de cine en la Patagonia. ¿Eso le da más impulso la cine patagónico?
R- Sí, definitivamente creo que sí. Yo en su momento estudié en cine en Roca, era bastante raro que alguien de la Línea Sur fuera a estudiar cine. Normalmente los chicos o son maestros o médico y alguna cosa de administración y ahora con el IUPA que va a las escuelas se da mucho que hay chicos interesados. En los pueblos se generan proyectos audiovisuales y me parece increíble. Realmente creo que a mi el cine o hacer cosas me salvó en la Línea Sur, porque no hay mucho para hacer y las condiciones son muy duras. Creo que tener proyectos culturales o deportivos o lo que sea permite que los chicos salgan.
La realidad de la Patagonia es que los chicos tienen espacios de contención, de crear, de saber que hay algo más, que se puede hacer algo más. Que siempre hay algo más para hacer. Es un poco lo que me pasa a mi con la película. Siempre digo que no es un filme optimista, porque es un poco mi mirada de que no es de un lugar ideal ni es la Patagonia de las fotitos de Bariloche y la nieve.
Cuando me contaban lo de las escuelas de cine me pareció maravilloso y sé que los chicos van y arman cosas y cuando alguien de afuera va al pueblo a visitar o a dar talleres se vive como algo increíble, como “bueno existimos, acá estamos”. Ojalá se sigan extendiendo más los proyectos.
Mi sueño siempre fue, más allá de hacer una película, que los protagonistas se vean, que es un poco la idea de ir con una pantalla grande del cine Móvil a los pueblos. Que se vea la gente de campo, compartir ese momento que para mi es el cine. El cine es eso un acto colectivo donde muchas personas hagan o no cine se unen. De otra forma el cine a mi no me interesa. Es un acto colectivo, social y político. Siempre sentí el deber de hacer algo con esta herramienta que elegí. Llevar el cine a los pueblos me parece hermoso.
P- ¿Hay fecha para el estreno nacional?
R- El estreno nacional será a principio del año que viene porque en este momento no hay sala en la Argentina, el cine está en crisis. La única sala que hay oficial es la Gaumont y su situación es bastante crítica. Uno tiene que luchar por su espacio chiquitito. Hay una idea errónea de que a la gente no le interesa ver cine argentino. La película la vamos a llevar a los pueblos y escuelas que nos inviten. Vamos a hacer nuestro propio camino.
Ficha técnica
“Comparsa”
Dirección: Luciana Radeland.
Producción Ejecutiva: Sabrina Inés Alcaraz.
Guión: Luciana Radeland – Sabrina Inés Alcaraz.
Dirección de Fotografía /Cámara: María Francisca Sáez Agurto.
Montaje: Luciana Sternberg (eda).
Sonido directo: Gino Gelsi.
Asistente de producción: Ramiro Radeland.
Asistente de montaje: Franca Malfatti.
Colorista: Pablo Franco.
Diseño y Postproducción de Sonido: Martín Scaglia.
Música Original: Manuel Reyes & Joaquín Ledesma.
Funciones en la
Línea Sur
Hoy: a las 16 en la Escuela Primaria Nº 173 de El Caín.
Mañana: a las 20 en la Casa de la Historia y la Cultura del Bicentenario de Ingeniero Jacobacci.
El sábado: a las 20 en la Escuela Primaria 363 de Maquinchao.
El cine es un acto colectivo donde muchas personas hagan o no cine se unen. De otra forma el cine a mi no me interesa. Es un acto colectivo, social y político. Llevar el cine a los pueblos me parece hermoso”,
asegura Luciana Radeland, quien espera con ansias el reencuentro con los protagonistas de su filme.
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