Manzanas Blancas: Hinricksen insiste en su inocencia

Mañana se lee la sentencia en la cual está imputado el empacador de Allen. Hay otros dos involucrados.

Pasaron 1.278 días desde aquella mañana otoñal del 2010 en la que en el Puerto de Buenos Aires los agentes de la Aduana secuestraron el primer mega cargamento de cocaína que desencadenó la causa “Manzanas Blancas”. La droga incautada, que estaba oculta entre cajas de manzanas Red Delicius embaladas en Allen por la firma Frutol SRL, superó las 3,5 toneladas. Desde entonces el caso se convirtió en uno de los más importante de la historia narco del país. La controversia y el enigma rodearon un tedioso juicio que duró 14 meses y por el que pasaron más de 170 testigos. Mañana, el proceso judicial ingresará en la recta final con la lectura del veredicto de los jueces del Tribunal Oral Penal 3, en el que declararán a los imputados culpables o inocentes. El allense Nelson Hinricksen fue el primer detenido que tuvo la causa. Él era el encargado de empacar la fruta y el apoderado en la región de Frutol SRL, propiedad del español Valentín Temes Coto, también imputado por el delito de contrabando agravado junto a su ex secretario, Claudio Maidana. Desde su celda del pabellón Quinto de la cárcel de Devoto el empacador allense, en prisión desde hace 3 años y medio, cuenta las horas para que llegue el momento del veredicto y se aferra a Dios, manteniendo la esperanza de que los jueces lo liberen del infierno que – asegura – lo atormenta cada día. – En un pasaje del juicio usted afirmó que se veía condenado ¿Aún tiene esa sensación? –Sí. Pero la esperanza es lo último que se pierde. Yo llegué a Buenos Aires pensando que venía a abrir un contenedor de manzanas y me encontré con algo totalmente ajeno a lo que yo trabajé y empaqué en el galpón. También pensé que declaraba y me volvía a Allen pero llevo tres años y medio en prisión. Yo y mis abogados dejamos en claro que en Allen no se cargó la droga, sólo se cargaron manzanas. Gendarmería inspeccionó el frío con cinco canes y no se encontró ningún rastro de cocaína. Sin embargo a mi me llevaron a juicio diciendo que en el frigorífico se había detectado cocaína, algo que no es cierto. Las pruebas que yo tenía para demostrar que la droga no se cargó en el galpón o en el frío, que eran las cajas, los pallets, esquineros y los flejes, se dejaron sin custodia y se destruyeron. –También usted se definió como el “perejil” de la causa… –No lo dije yo. Lo dijeron los testigos que vinieron a declarar a Buenos Aires. Muchos señalaron que si hubiesen visto o escuchado algo, como dice el dicho de pueblo chico infierno grande, se hubiese sabido algo. La droga jamás pasó por el Valle. –Pasaron 14 meses de juicio ¿Por qué desde su defensa no se apuntó contra los responsables del cargamento? –Eso lo debería haber hecho la investigación en Primera Instancia. Yo hablo por mí. El fiscal llegó a decir que a él le daba lo mismo si la droga se había cargado en el frío o no, que la cargó Frutol. Yo no soy Frutol. La querella largó la hipótesis del galpón y del frigorífico. Y dijo la querella que el frigorífico se limpió con amoníaco, algo que también es falso. El amoníaco estaba en estado gaseoso y en Allen se sabe que si hay un escape de amoníaco en algún frigorífico cualquier persona que esté cerca sufre los efectos. Mis abogados les dieron a los jueces la realidad de dónde se cargó la droga, que fue a 500 kilómetros de Allen, como también dónde se terminó de cargar. –¿Qué le ocurre cuando piensa en que puede quedar condenado y pasar en prisión muchos años más? –Me pasan muchas cosas por la cabeza pero también tengo fe, sé que soy inocente y puedo quedar en libertad. El lunes puede pasar de todo. Si los jueces quieren hacer justicia creo que tengo que quedar en libertad. Hablo por mí. Tengo a Dios como mi principal testigo, jamás se me cruzó por la mente hacer algo como de lo que se me acusa.


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