Mix, industrial & glam
Ambientar con elementos industriales vuelve a estar de moda, insisten los arquitectos que marcan tendencia. Ejemplo de ello es esta casa-taller del famosísimo brasileño Guilherme Torres, cerca de San Pablo. La clave está en el mix, dice el entrevistado.
Lleno de contrastes, con todo el glamour de una celebrity del mundo design.
Así impresiona de entrada la casa-taller del joven arquitecto brasileño Guilherme Torres en Londrina, cerca de Sao Paulo. Negra y con grafitis por fuera y por dentro, con un aspecto industrial bien cálido, aggiornado a estos tiempos. Tal como se está usando ahora, admite.
Hay que conocerlo para comprender lo que este arquitecto hizo en esta construcción de acotados 73 m2 construida en los 70. Cuando las paredes se comenzaron a agrietar y las filtraciones se hicieron visibles, Guilherme Torres encontró la excusa para remodelar y hacer lo que pocos se atreven. Claramente no siguió su estilo habitual. Ese que le ha dado un nombre en Brasil. Con su propia casa se dio el gusto de experimentar. Se atrevió a comenzar la obra sin ninguna clase de proyecto previo: día a día fue tomando decisiones y viendo qué pasaba. “Fue un proceso intuitivo. Decidí hacer lo contrario a lo que suelo proyectar, y crear algo permanente, estable”, dice.
A los muebles en obra diseñados por el arquitecto se sumaron sillas de Konstantin Grcic, una lámpara chandelier, almohadones de la diseñadora brasileña Adriana Barra, un gabinete tailandés y su amplia colección de juguetes vintages.
Para este casa, Torres escarbó en su propia historia y encontró imágenes en su memoria emotiva. “Nuestra casa –puntualiza– tiene que recordarnos lo que somos. ¡Siempre!”. Ésta es su consigna, su filosofía. Como la obra del ganador del Pritzker Paulo Mendes da Rocha y la arquitectura brutalista, que en los 70 en Brasil era muy común la construcción de muebles en concreto, su tatuaje en el brazo con la letra de una canción de Daft Punk: “work it harder faster make it over” o tal vez cómo fue armando su colección de robots.
El resultado lo sorprendió: cada decisión tuvo un tono más bien funcional. Se dejaron las cañerías a la vista, el piso de hormigón, o simplemente mandó a ampliar fotografías de revistas y libros de las obras que más le gustaban para los muros, no solo por su aporte estético, sino porque tenía un presupuesto bajo para la renovación.
Hoy adora este lugar. No necesita más, trabaja a treinta pasos, puede ir y venir, almorzar en su casa o simplemente tomarse un break cuando es mucho el estrés. “La calidad de vida es enorme. También gané en este sentido”, dice. Mucho más si se tiene en mente que este inquieto arquitecto vive su vida entre dos ciudades, en São Paulo y, a 400 km, aquí en Londrina, “un oasis en su descanso”, concluye Guilherme.
Brasil es en todo puro mestizaje. En esta casa ese espíritu se representa por la mezcla de materiales, colores fríos con cálidos y diversidad de estilos.
Texto y fotos: Agencia AP, La Tercera y “Studio Guilherme Torres”
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