Claudia Lava, el arte detrás de sus carteras al crochet: el hilo entre lo simple y lo distinto

Emprendedora de Roca y exreina de la Manzana, creó Z - CrochetBags, una marca que revaloriza el tejido como arte y desafía la idea de que el crochet es solo para el verano.

Redacción

Por Natalia López

La historia de Claudia Lava empezó con una aguja, un ovillo y un gesto simple: tejer para estar. Lo que nació como un acto íntimo se transformó en Z – CrochetBags, una marca que celebra el trabajo lento, la belleza espontánea y la emoción de crear con las manos. “Cada cartera tiene algo de mi día, de mi humor, de mi emoción. Todo está ahí”, confiesa.

Claudia Lava y Z – CrochetBags: cómo nació el emprendimiento


“Tejer para mí es catártico, relajante”, comparte. “Cuando estás tejiendo, la repetición del punto es como mantrar. Te trae al aquí y ahora”. Aprendió el oficio de su madre y su abuela, y después de una vida de viajes y búsquedas, en 2020 decidió volver a su hilo más profundo: las manos.

Lo hizo primero con joyería textil contemporánea, donde creaba perlas y collares con los restos de lana que quedaban de otros tejidos.

Su universo se fue ampliando hasta llegar a las carteras, un proyecto que, según recuerda, “despegó de una manera inesperada”. Las primeras piezas fueron regalos, luego pedidos, y finalmente una producción que encontró su espacio en ferias y redes sociales. “En mi primera feria vendí 20 carteras. Y pensé: hay 20 personas que eligieron y pagaron por lo que hago. Eso me empoderó muchísimo”, rememora.

Foto: Alejandro Carnevale

Claudia trabaja bajo el concepto del slow fashion, una moda consciente, artesanal y sin apuro. “Mi objetivo es salirnos del producto masivo, todo igual y rápido. Poner el foco en el trabajo lento, pensado, con tiempo personal”, aclara. Cada cartera está forrada para conservar su forma y lleva lo que ella llama “sus chirimbolos”: piedras, perlas, pequeños objetos o flecos que agregan textura, sonido y encanto.

Foto: Alejandro Carnevale

“Pienso en lo que me gusta a mí: me gusta que suene, que tenga algo distinto”, comenta. También se permite jugar con estilos y materiales: “Trabajo con tres líneas: algodón, cordón y yute. A veces las fusiono, otras las mezclo con lanas de oveja o telas de tapicería. Me gusta experimentar”.

Aunque muchas personas asocian el crochet con el verano y la playa, ella busca derribar ese mito. “La gente cree que la cartera tejida es de playa, pero no es así. En Europa nadie usa cuero; hay mucha conciencia por lo sustentable”, señala. Sus diseños pueden acompañar todo el año “porque detrás hay una búsqueda de lo natural, de volver a lo simple”, propone.


El emprendimiento se llama Z, un nombre corto, simbólico y cargado de significado personal. “La Z es la última letra del abecedario y siempre sentí que lo que parece el final de algo puede ser el comienzo de algo mejor. Que el aparente final sea el inicio. Y fue así, porque todo despegó de una manera que no esperaba”, afirma. Claudia tiene 61 años y un espíritu curioso incansable. En el último tiempo sumó colaboradoras que la ayudan con las redes y la producción visual, entre ellas una joven diseñadora con la que conectó en una feria. “Ella es como mi alter ego: tiene la frescura y la chispa que a veces me cuesta mostrar, pero que también tengo”, reconoce.

“Sueño con que la gente valore cada objeto como lo que es: una obra de arte en sí misma, porque no hay otra cartera igual a ninguna”.

Claudia Lava

Sus piezas dialogan entre lo clásico y lo moderno, entre lo artesanal y lo estético. “Cada momento que estoy tejiendo es mi momento del día. Mi humor, mi emoción, todo está ahí”, confiesa.

De a poco fue ampliando sus diseños con bolsos de playa de tela impermeable, carteras XL y ediciones especiales por encargo. “Lo que más me gusta es cuando alguien me pide una cartera que la representa. Me pasa que muchas veces, después de varios encuentros, terminamos siendo amigas. Porque detrás de cada cartera hay una historia compartida”, relata.

Foto: Alejandro Carnevale

De cara al verano, lo que se viene es una colección en colores pasteles y materiales livianos: pistacho, celeste, rosa. “Son los colores en tendencia, pero siempre con ese toque artesanal que los hace únicos”, adelanta.

Al proyectar el futuro de Z – CrochetBags, se imagina “disfrutando y desafiándome como ahora, pero con una llegada más expansiva”. Su deseo no es solo crecer como marca, sino también generar conciencia: “Detrás de toda esta producción hay una concientización con lo natural”, afirma, subrayando la importancia de “volver a lo simple, de volver a lo natural”.

Foto: Alejandro Carnevale

No sólo la conocen por sus carteras sino que fue Reina de la Manzana 1985. Tenía poco más de veinte años y lo recuerda tan inesperado como entrañable. “Hoy significa más que en ese momento. Me abrió muchas puertas y lo atesoro con cariño”, destaca. Aquella edición de la fiesta, realizada en el canalito de Roca, tuvo un cierre inolvidable con Sandro sobre el escenario. “Fue una fiesta hermosa, duró como siete días. Vino Sandro y cerró el show.

Todavía hay gente que me dice: ‘Yo me acuerdo de vos’”, recuerda entre risas. Hoy, cuatro décadas después, la exreina sigue siendo una embajadora natural de Roca, esta vez desde su taller, donde cada cartera lleva un pedacito de historia y de identidad local.


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La historia de Claudia Lava empezó con una aguja, un ovillo y un gesto simple: tejer para estar. Lo que nació como un acto íntimo se transformó en Z - CrochetBags, una marca que celebra el trabajo lento, la belleza espontánea y la emoción de crear con las manos. “Cada cartera tiene algo de mi día, de mi humor, de mi emoción. Todo está ahí”, confiesa.

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