Mónica Pereyra, el nombre de la solidaridad en Cipolletti

Hace cuatro años que Mónica Beatriz Pereyra Genen se dedica a su comedor, ubicado en el barrioPopular Ferrocarril de Cipolletti. Allí brinda alimento a más de 200 personas, pero también lleva adelante tareas de apoyo en distintos ámbitos de la vida diaria.

Desde hace cuatro años, Mónica Beatriz Pereyra Genen dedica su vida al trabajo solidario y le da de comer a más de 200 personas en Cipolletti. Este proyecto, que comenzó en el patio de su casa, se trasladó al poco tiempo a un comedor en medio de un descampado. Recién años después pudo adquirir los dos terrenos en los que actualmente funciona el comedor Ubuntu Ferri. “El comedor es mío, funciona hace 4 años y está inscripto en la municipalidad. Empezaron 85 personas, hoy son 234”, indica Mónica.


Este espacio comunitario funciona en el Barrio Popular Ferrocarril, una ex toma de la vía de Cipolletti. Y no es un lugar donde únicamente se cocina y se brinda un plato de comida al que la necesita: Mónica se ha tomado este trabajo tan en serio que se ha convertido en la madre de todos los que visitan el lugar. Allí asisten niños, abuelos que se encuentran solos o abandonados por sus propios familiares, jóvenes embarazadas y adolescentes. “Desde recién nacidos hasta adultos mayores, le doy un plato de comida a quien lo necesite”, señala Mónica, quien añade que “también vienen albañiles, obreros y gente de las chacras”.

A sus 56 años, la mujer dedica gran parte de su tiempo brindando apoyo a las personas. “Este lugar le da amor y contención a quienes están pasando un mal momento. Damos almuerzos y meriendas, y a aquellos que están muy mal tratamos de conseguirle la medicación, turnos con profesionales y demás cosas que necesite”, cuenta.

El comedor dispone de un ropero comunitario y una biblioteca donde se ofrece apoyo escolar en primaria y secundaria, y cuenta con ayuda para escolaridad virtual, taller de música y baile. También organizan cursos y talleres de costura. “Este año habrá de panadería y pastelería, cocina rápida y saludable, fotografía y actuación teatral. Realizamos además una huerta comunitaria”, indica Mónica.

Para llevar adelante este gran trabajo, el dispositivo de comedor municipal la abastece de mercaderías mensualmente. Con eso se alcanza a cubrir aproximadamente de 7 a 10 días. El comedor también cuenta con la colaboración de 64 agrupaciones, pero aún así no es suficiente, y en este punto es donde el trabajo en equipo y un buen liderazgo comienzan a funcionar junto a Darío Moreno, Javier Rigo, Belén Artigas, Cristian García, Vanina González y Martina Artigas.

Para este año, el Ubuntu tiene planificado talleres de panadería, pastelería, cocina rápida y saludable, fotografía y actuación teatral. Además, llevan adelante una huerta.


El uso de las redes sociales es una gran herramienta. Allí, Mónica aprovecha para captar el corazón de las personas, buscando cubrir ciertas necesidades básicas. La ayuda de comercios y de particulares es fundamental. “Simplemente muestro mi trabajo con mi gente. Trabajamos de manera transparente y a puerta abierta, todo aquel que quiera llegar al comedor y ver cómo se trabaja puede hacerlo”, aclara.

Diariamente, Mónica debe enfrentarse a problemas como no contar con una red de agua potable ni de gas. Por eso, la leche y la merienda solo se dan cuando cuentan con agua que compran o donan. La comida se retira en un recipiente con tapa los lunes, martes, jueves y viernes. Los miércoles se corta para descanso de la gente, que trabaja de forma desinteresada. Gracias a los que colaboran con sus oficios, en estos días se está terminando el espacio donde se cocina y se guarda la mercadería. “Apenas terminemos seguimos con la construcción del salón”, dice, y agrega que “en breve seremos una fundación. No cobramos ningún subsidio, nadie cobra. Es todo ad-honorem y a pulmón”.

Mónica estudió arte y da clases y coordina talleres sociales. En 2010 publicó un libro antológico grupal y hace 38 años rescata animales. Además, hace 17 años comenzó con el ropero comunitario al que llama “Pueblo Unido”.

Es viuda desde hace 16 años y vive con la compañía de sus 8 perros. Tiene un hijo, Andy; y recibe seguido la visita de sus cinco nietos y un bisnieto.

La construcción del sector nuevo del comedor avanza e illusiona a los asistentes.


Mónica tiene un espíritu activo, con ánimo diario para distribuir su tiempo y cumplir con semejante compromiso. Sus días empiezan desde temprano, según cuenta, a las 7 de la mañana y sin importar el frío. Lo primero para ella es orar y luego del desayuno se dirige al comedor, donde Javi se encuentra cocinando desde muy temprano. “Somos comedor Ubuntu Ferri, y por el hambre más urgente somos la fuerza arrasadora del amor solidario de Dios en acción”, enfatiza Mónica.


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