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La crisis incrementa los reclamos alimentarios en Cutral Co

De los 3.500 expedientes que tramitan en el juzgado de Familia de la II Circunscripción Judicial, el grueso son causas de este tipo. Le siguen las de violencia de género.

Los reclamos por alimentos lideran las causas que tramitan ante el Juzgado de Familia, Niñez y Adolescencia de Cutral Co. El cambio mayor que se advierte, a diferencia de años anteriores, es que hay menos acuerdos en las audiencias de conciliación, porque las pretensiones de las partes son tan disímiles que se debe recurrir a la sentencia de la magistrada a cargo. La crisis económica -aunque no sea la única razón- se erige como un catalizador ante estos conflictos.

En Cutral Co, desde hace nueve años atrás se creó el Juzgado de Familia, a cargo de Silvina Arancibia Narambuena y, desde entonces, se reciben las demandas de la población de esta ciudad, de Plaza Huincul, de Picún Leufú, Villa El Chocón y Sauzal Bonito, área comprendida en la II Circunscripción Judicial.  

De los 3.500 expedientes abiertos, la mayoría son por reclamos alimentarios; luego le siguen las causas por violencia de género.

Ante este panorama, la jueza explicó cómo fueron mutando las características de los reclamos, y la manera de resolución.  

En la actualidad, los procesos recibidos responden a los reclamos de alimentos para hijos o hijas menores de edad; para los mayores (hasta 25 años) que se capacitan; y para parientes que inician los nietos contra abuelos y abuelas porque el progenitor no cumple con su obligación.  

En este caso, hay dos maneras que tiene la persona para iniciar la demanda. Puede ser simultáneamente contra el progenitor, la progenitora y abuelos; o que primero agote la instancia con el progenitor y queda habilitado el reclamo contra el abuelo, que es subsidiario. Aunque no es habitual, la ley también contempla que el reclamo sea hacia otros parientes, como tíos o tías, aclaró la magistrada.  

La demanda entre esposos, esposas, o exesposos, cuando se cumplen determinadas condiciones, por ejemplo, que son muy restringidas, por condiciones de salud, su condición laboral o alguna situación que no puede proveerse alimentos por sí mismo. “Esto es fundado en solidaridad familiar, tanto para el hombre como la mujer”, apuntó.  

“Estos son los procesos que tenemos en mayor proporción. Como casi todo, aumentado por la crisis que es un catalizador de estos conflictos”, subrayó la jueza. El cambio que se empezó a consolidar en los últimos años es que hay menos acuerdos.  

Arancibia Narambuena indicó que “las personas venían a las audiencias de conciliación y se fijaban dos fechas. Antes, venían y con la intervención de los funcionarios se celebraba algún tipo de acuerdo porque las partes siempre concedían. Llegaban a algún punto intermedio y se iban de aquí con esa resolución”. 

Hoy esta instancia disminuyó porque “la mínima pretensión de quién reclama, a veces es lo máximo que puede dar la otra parte. Entonces, está tan alejada la una de la otra que no hay acuerdo”.  

Cuando una de las partes, que por lo general es la mujer, pide una cuota determinada porque tiene a su cargo tres hijos; que casi no conviven con el padre, debe pagar alquiler y tiene el resto de los gastos. Mientras que el padre trabaja, pero su sueldo es inferior al pedido de la cuota alimentaria, no hay modo alguno que exista un acuerdo allí.  

“Hay más sentencias dictadas en esas situaciones que, en algún punto, son trágicas. Porque nos toca decidir a nosotros cuando vemos que las posibilidades alimentarias son escasísimas y las pretensiones de quien reclama son genuinas. Y sabemos el costo de los alimentos, los útiles, la ropa”, especificó la jueza.  

En este panorama, Arancibia Narambuena indicó que entre sus obligaciones (también como ciudadana) están conocer la realidad y ubicarse en el contexto de las dos partes. “Son situaciones dilemáticas que tengo que resolver. Sabemos que lo disponemos, a la persona que pide no le va a alcanzar y se va a enojar; y a la que tiene que pagar le parecerá un montón y se enojará. Nadie queda conforme, pero es la realidad que hoy estamos afrontando”, describió.  

La violencia que se incrementa 


Otro de los rasgos distintivos de los procesos que se tramitan en este juzgado, son las denuncias de violencia de género, pero impulsadas por mujeres cuyo rango etario supera los 50 años y llevan dos o tres décadas de matrimonio o convivencia.  

“Empiezan a aparecer circunstancias que no veíamos hasta hace algún tiempo. Algunas aumentadas por la crisis. No es lo mismo tener a una persona con conductas violentas que trabajaba y ahora fue despedido y está todo el día en el hogar”, comentó.  

Las denunciantes comienzan a “resignificar lo que pasó antes y empiezan a denunciar. Llegan hasta acá y algunas pidiendo la exclusión del hogar que, muchas veces, ni siquiera es de un riesgo alto”, explicó.  

Ahí se advierte el deterioro en la relación de la pareja y las mujeres no quieren seguir en esa condición. “Los más azorados y desconcertados son los varones porque no entienden qué ocurre. Los jueces y juezas estamos obligados a tener perspectiva de género, pero eso no obsta que contextualicemos. Un hombre de 60 a 70 años está formado con un patrón patriarcal y que le es muy difícil deconstruirse. Se siente desconcertado ante lo que ocurre en su mundo”, detalló. 

En todos los casos, el equipo interdisciplinario que conforman psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales, evalúa y se disponen las medidas.  

Esas medidas que se adoptan por parte del juzgado son más allá de los pedidos de las partes. Arancibia Narambuena explicó que, se advierte que se naturaliza tanto el vínculo violento hasta que se lo resignifica. “La mujer pide que (su esposo o pareja) no la moleste y que haga un tratamiento. Sin embargo, eso algo que no podemos ordenar, solo sugerir”, sostuvo.  

En otros casos, la víctima llega y se descubre a través de las entrevistas que “tiene un riesgo altísimo y tenemos que disponer medidas inmediatas”.  

Finalmente, la magistrada indicó que se debe poner en foco “cómo trabajamos con los varones que es una deuda que tenemos”. Sin lugar a duda, hay obligaciones con las mujeres que están en situaciones más disvaliosas y basta con mirar el número de femicidios que existe en Neuquén y en el país, mencionó. A su criterio es necesario trabajar con los varones.  

“Si no abordamos las masculinidades desde un lugar serio estas relaciones se replicarán con otra. Se armará una nueva pareja y ahí volvemos a quedar muy en falta”, concluyó.  

Los recursos para la atención  


En cuanto al funcionamiento del Juzgado de Familia, Niñez y Adolescencia, la titular explicó que cuentan con la estructura suficiente. Sin embargo, la creación de otro cargo de juez o jueza agilizaría más la atención de las causas en trámite.  

“Cuando hay una única jueza, hay que distribuir el tiempo de manera eficiente por las audiencias y las escrituras de sentencias. Eso hace que tomemos menos tiempo del que nos gustaría o que (las audiencias) se prolongue en el tiempo porque no es materialmente posible hacer todo. Otro cargo ayudaría mucho a que los procesos avancen”, concluyó.   


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