Murió Menem, el presidente que le puso su sello a una época de Argentina

Gobernó una década. Populista en La Rioja, al asumir en 1989 dio un rotundo giro ideológico y abrazó al liberalismo, la corriente económica de época. Modernizó el país, con un alto costo social.

Murió Carlos Menem, el hombre que más tiempo ocupó la presidencia de la Argentina desde el retorno de la democracia. El presidente de las privatizaciones, de la ley de Convertibilidad, de la “modernización del país” que modificó la estructura del Estado; un hombre que arrastró graves causas por corrupción que no tuvieron graves consecuencias. El político que muchos de quienes hoy ocupan el poder acompañaron con fervor en los ‘90, renegaron de él desde el 2000, pero lo mantuvieron cerca todos estos años.

Menem fue gobernador de la provincia de La Rioja entre 1973 y 1976 y, luego de estar detenido en la dictadura, de nuevo entre 1983 y 1989, año en que se convirtió en presidente de la Nación. No existía en 1994 la reelección en Argentina y el mandatario -con popularidad consolidada- estaba dispuesto a avanzar para lograr otro mandato presionando sobre la Justicia, abrir un camino que le permitiera hacerlo sin pasar por el Congreso para convocar a una Convención Constituyente.

El expresidente Raúl Alfonsín, en un giro que le valió fuertes críticas en ese momento, decidió negociar un acuerdo -el Pacto de Olivos- con la idea de imponer alguna limitación a una ofensiva que consideraba imposible de frenar. Finalmente, se acordó, con la reforma de la Constitución, reducir el periodo presidencial de 6 a 4 años con una sola reelección. Así Menem logró ser reelecto en 1995 y alcanzaría 10 años y 5 meses de presidencia hasta 1999. El presidente quiso además forzar un proyecto de “re reelección”, pero esto unificó a la oposición en su contra y terminó de fisurar al peronismo, con Eduardo Duhalde a la cabeza del rechazo. Eso fue recién en el ocaso de su poder.

Antes, superada la hiperinflación del gobierno de Alfonsín, y la propia en el comienzo de su mandato, Menem dio un giro político y económico impactante y logró alinear a todo el peronismo, además de sumar aliados que parecían impensables entre las filas del liberalismo local. El plan de Convertibilidad y las privatizaciones de las empresas de servicios públicos fueron los datos salientes de ese proceso: con Domingo Cavallo como figura central de la Economía, estableció el sistema de “un peso un dólar” que recién terminó de estallar en la gestión de la Alianza. Menem vendió y concesionó al sector privado empresas estatales que fueron íconos del peronismo, y que empleaban a miles de personas: YPF, Gas del Estado, Obras Sanitarias, los ferrocarriles, la energía eléctrica, Aerolíneas Argentinas y la telefónica Entel, entre las más destacables. Su gobierno terminó sin inflación, con el doble de desocupación (14%) y 26,7% de pobreza.

Todo ese proceso de enajenación de empresas fue acompañado por denuncias de corrupción -que involucraron a varios funcionarios de su gobierno- y también por largos procesos judiciales. Si la mayoría terminó, en los hechos, sin consecuencias para el ex presidente, Menem pasó siete meses en prisión domiciliaria en la causa por la venta de armas a Ecuador y Croacia, un expediente que se inició en 1995, por el que fue recibió una condena a siete años de prisión y del que resultó sobreseído en 2018, según los jueces, una vez pasado el “plazo razonable” para arribar a una condena firme. Menem también fue sobreseído en una causa por la venta de La Rural y la de encubrimiento del atentado a la AMIA. La Cámara de Casación tenía hasta hoy en revisión una condena por el pago de sobresueldos a funcionarios, que alcanzó también a Cavallo.

Menem había tomado otra decisión polémica al inicio de su mandato: el indulto a los jefes militares condenados por el genocidio en la última dictadura que no se habían beneficiado por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Y también, a los que participaron de los levantamientos carapintadas: paradójicamente, Menem tuvo que hacer frente también a un alzamiento en 1990, que terminaría aplastando. En 1994, el asesinato del conscripto neuquino, Omar Carrasco, precipitó en su gestión la eliminación de la “colimba”, el servicio militar obligatorio.

El gobierno menemista estuvo marcado por otros dos hitos, los peores atentados terroristas de la historia argentina, que muchos atribuyeron a la política externa del Ejecutivo: la voladura de la embajada de Israel (1992) y de la AMIA (1994).

También por la manejo de la Justicia, que fue funcional a su programa de reformas y quedó cristalizada en el nombramiento de una “mayoría automática” en la Corte Suprema y en la construcción de un fuero federal al servicio del gobierno. Pero además, Menem abrió un período que pasó a la historia como el de las “relaciones carnales” con Estados Unidos, que significaría el alineamiento incondicional con Washington. El punto más alto de esa política fue decisión del entonces presidente de sumarse a la Argentina a la fuerza internacional que encabezó EE.UU. contra la ocupación iraquí de Kuwait, en el Golfo Pérsico. Menem también fue el presidente que restableció las relaciones diplomáticas con el Reino Unido, rotas desde la guerra por las Malvinas, y visitó Londres en 1998.

Menem terminó su carrera política como senador, alineado con el oficialismo y en una Cámara alta dominada por Cristina Kirchner.

En 2003 había buscado volver a la presidencia, e incluso ganó la primera vuelta con el 24% de los votos, pero se bajó del balotaje con Néstor Kirchner. En 2005 alcanzó su banca de senador, y el amparo de sus fueros: ganó la banca por la minoría. Fue reelecto desde entonces en el mismo cargo, en 2011 y 2017. En el 2007 había sido derrotado en su provincia, en su intento de volver a ser gobernador.

En sus últimos años en el Senado, como representante de La Rioja. Fue un aliado silencioso del kirchnerismo.

El dolor por Carlitos

Menem en el sepelio de su hijo Carlitos, expiloto de automovilismo.

La trágica muerte de su hijo Carlitos marcó un antes y un después en la vida de Menem. Fue en un accidente en helicóptero, en marzo de 1995, pocos meses antes de que el entonces presidente jugara en las urnas su reelección. Menem rechazó en esos años la hipótesis de un atentado. Más tarde la avaló.


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