Nevada e imprevisión

La temporada invernal comenzó en Río Negro y Neuquén con una fuerte nevada, largamente anunciada. Sin embargo, lo que se esperaba como una bendición en los principales centros turísticos de la zona andina se fue transformando en una pesadilla para turistas y pobladores, ante la falta de infraestructura y previsión por parte de las autoridades en todos sus niveles.

Entre la noche del viernes y la mañana del domingo varias ciudades, como Bariloche, San Martín de los Andes y Villa La Angostura, símbolos del turismo invernal, acumularon entre 30 y 70 centímetros de nieve, lo que, sumado el viento, hizo colapsar servicios como el transporte en calles y rutas, la provisión de luz, gas y agua potable, incluso hasta una semana después del temporal. Aún hoy hay usuarios sin servicio y Villa La Angostura sigue prácticamente aislada por tierra, por el derrumbe en la Ruta 40 y las malas condiciones de la ruta de los Siete Lagos.

“¿Cómo una ciudad turística no está preparada para una nevada si viven de eso?” fue la lógica pregunta de un turista en Bariloche, y quizás resume la situación de varias localidades, que en muchos casos se vieron desbordadas y no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Es cierto que en medio del temporal es poco lo que puede hacerse. La decisión de cerrar el tránsito terrestre y aeropuertos fue acertada. Lo que resultó caótico fue la organización de la información, el control y la atención de quienes quedaban varados debido a las medidas preventivas, que a menudo quedaron abandonados a su suerte. Especialmente grave fue la situación en la terminal de colectivos de Bariloche, donde cientos de turistas abarrotaron un recinto obsoleto hace años, sin comodidades mínimas ni servicios básicos para un centro de nivel internacional. Cinco días después de la nevada había turistas durmiendo en cartones en el piso, esperando volver a sus destinos.

Los cortes de luz que afectaron a casi la mitad de los usuarios y también complicaron el abastecimiento de agua se produjeron en su mayoría por la caída de árboles y ramas sobre líneas de media tensión. Vecinos habían denunciado ante la CEB y el Municipio árboles peligrosos o la falta de poda preventiva, sin respuestas. Las ocho motoniveladoras que tiene la ciudad para despejar las calles se hicieron pocas para un ejido muy extenso, con numerosos caminos vecinales. Tampoco alcanzó la sal y arena para arrojar en arterias estratégicas. El anticongelante para la pista del aeropuerto local no dio los resultados esperados y obligó a cerrar la aeroestación por dos días.

Lo que se esperaba como una bendición en los principales centros turísticos de la zona andina se fue transformando en una pesadilla para turistas y pobladores, ante la falta de infraestructura y previsión por parte de las autoridades.

En San Martín la caída de nieve también resultó en muchos casos una maldición para turistas y pobladores. Se cayó el servicio de energía eléctrica y de agua potable, se complicaron el transporte urbano, la recolección de residuos y las comunicaciones telefónicas hasta tres días después de la nevada. Villa La Angostura es quizás la más afectada: buena parte de su población se quedó sin servicios básicos y está aislada por tierra: dos servicios de catamarán diarios para apenas 328 personas por día son la principal vía de comunicación de la localidad, mientras se intenta despejar las rutas de acceso. Ya se prevé una importante merma en el recambio turístico e importantes pérdidas para la economía local.

Sin dudas, el temporal desnudó falta de previsión y de un plan conjunto entre Nación, las provincias y los municipios para prevenir y actuar ante la emergencia. Más allá del esfuerzo de los trabajadores municipales, Vialidad, de la CEB o el EPEN, debería haber soluciones a problemas estructurales.

Entre ellos la ampliación y modernización de equipos viales, el soterramiento de las líneas eléctricas troncales y en sectores críticos, grupos electrógenos para no afectar el servicio de agua potable en los cortes, planes de poda preventiva y reforma de calles y desagües pluviales, que son imposibles de afrontar para municipios que hoy pueden financiar poco más que obras de mantenimiento y pagar salarios.

Los rescates de pobladores en emergencia de salud en la Línea Sur rionegrina y la cordillera neuquina revelan compromiso y valentía de los médicos y equipos de salud, pero hacen pensar si en la zona no sería necesario ya un helicóptero equipado u otro sistema que permitiera que los traslados sanitarios en invierno no se transformen en una aventura casi épica.


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