Al nieto de Mauro Szeta, con autismo, no lo aceptan en una escuela

Este caso pone en el tapete una vez más las dificultades que tienen las personas con discapacidad a la hora de la inclusión en escuelas comunes.

La negativa de una escuela privada a aceptar en primer grado al nieto del periodista Mauro Szeta por haber sido diagnosticado con un trastorno del espectro autista (TEA), hizo resurgir las dificultades que tienen las personas con discapacidad a la hora de la inclusión en escuelas comunes, que no es una «excepción» sino «un derecho que el Estado está obligado a cumplir», advirtió el grupo «TGD padres TEA».


«Lo que nos pasó les pasa a muchos, porque todas las escuelas dicen que integran pero generan una falsa integración que es en realidad exclusión», dijo a Télam el periodista.


El columnista de policiales de C5N explicó que su nieto Luca, de 6 años, se quedó sin escuela donde hacer primer grado «a dos días del comienzo de clases», después de que la institución donde iba a ser incorporado les negara la vacante «usando como argumento un informe falaz de la sala de 5 que lo discriminó».


«Luca fue diagnosticado con TEA a los 2 años. Hizo el jardín en provincia y, el año pasado, sala de 5 en una escuela de Almagro con acompañante terapéutico», dijo.


«Pero ahí ya le recortaron el turno de cuatro a dos horas argumentando que era para hacer la integración de a poco, lo que terminó siendo falso. El resultado fue que prácticamente perdió el año», dijo.


Szeta contó que en febrero los especialistas rediagosticaron a Luca, que ahora se sabe que tiene Síndrome de Asperger, «y esto vino con la indicación de un nuevo colegio, más específicamente enfocado, porque el anterior no lo había integrado de verdad».


«Cuando lo vamos a anotar nos dijeron que había vacante, pero igual nos tuvieron cuatro días sin confirmarla para terminar diciéndonos que Luca no podía entrar porque les había llegado un diagnóstico negativo de la sala de 5, diciendo que era un niño agresivo. Y en vez de incluirlo y ver cómo se adaptaban a este diagnóstico falaz hecho por un colegio que lo discriminó, lo dejaron afuera», contó.


«Al hacer eso, a dos días de iniciar las clases, lo dejaron sin vacante en ningún lugar, y ahí estamos parados, con un día ya perdido», agregó el periodista, según quien inciará acciones legales contra la institución, cuyo nombre prefirió preservar.


Por su parte, la integrante del grupo «TGD padres TEA», Celeste Marici, aseguró a Télam que casos como el expuesto por Szeta «pasan mucho», y «conozco familias que recorren hasta 50 colegios buscando una vacante».


No obstante, «fue mejorando» desde que Argentina sancionó en 2007 la ley 26.378 de adhesión a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad que en su artículo 24 establece que «los Estados deben asegurar la igualdad de acceso a la educación».


«A los chicos que están escolarizados al momento de ser diagnosticados, los invitan a irse con argumento de que la institución no está preparada para ellos», contó Marici, quien es madre de un niño de 11 años con TGD y vivió en carne propia estas situaciones.


«Y a los que buscan vacante, les dicen que ya no hay o que el colegio no está tomando chicos con discapacidad o que aceptan uno por aula y que ya está cubierto», agregó.


Argumentos que son «solamente excusas» que «no tienen sustento legal» y que «son más comunes en los establecimientos privados que en los públicos» porque en los estatales «hay más predisposición y la podés pelear más», pero con la dificultad de que las vacantes son escasas «para todos, tengan o no discapacidad».


«Hay que entender que cada vez que un niño es incluido no le están haciendo un favor o una excepción, sino que se está cumpliendo con un derecho. La inclusión no es una acto de caridad sino de construcción ciudadana», dijo.


Marici explicó que, junto con la cobertura de los tratamientos, la falta de vacantes en las escuelas comunes es lo que más preocupa a los padres de niños con TGD-TEA.


«No pude haber inclusión social y laboral si primero no tuvieron oportunidad de ir a la escuela. Y si no incluimos a estos niños en el sistema educativo y no les damos acceso a tratamientos de rehabilitación, lo único que estamos generando es adultos dependientes del sistemas de salud», concluyó.

Telam


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