Niños inquietos: un trastorno social, no médico

Carlos Wernicke, un experto en el tema de chicos hiperactivos, brindó conferencias en la región. Dijo que hoy "la moda es creer que se trata de una enfermedad y, para peor, medicarlos".

ROCA (AR).- Pablito tiene 8 años, pero por su aspecto menudo parece de 6 sentado en el banco de su aula de tercer grado. Es el típico niño «ardilla» del que suelen hablar padres, abuelos y también maestros. Sólo por minutos parece poder descansar tranquilo en su asiento, pero enseguida se levanta y «visita» a algunos de sus compañeritos de clase, o le hace señas desde lejos. No deja en paz la punta de su lapicera y la muerde a más no poder. Charla, se distrae…

La conducta de este pequeño es lo que algunos expertos calificarían como un niño «inquieto» y otros hasta «hiperactivos».

¿Qué hacer? ¿Cómo tratarlo? ¿Cómo ayudarlo?

En primer término, asegura Carlos Wernicke, médico, psiquiatra infantil y docente, lo primero que hay que entender es que este tipo de comportamiento «está relacionado con factores de índole ambiental y socio-relacional».

«La moda es creer que se trata de una enfermedad y entonces llevarlos a profesionales, diagnosticarlos y encima, para peor, medicarlo», agrega.

Pero hay que tener mucho cuidado en hacer diagnósticos apresurados, advierte además, porque «si uno cree que el chico tiene un virus o tiene algo que no tiene nada que ver con los padres no se va a curar jamás».

El experto estuvo de paso por la región, invitado por Canal 10, y brindó dos conferencias en Roca y Neuquén. Allí habló largamente sobre el tema ante padres, profesionales, docentes e interesados en general.

Wernicke concedió una entrevista a «Río Negro» además, donde explicó las características de este comportamiento en la edad infantil y orientó sobre cómo poder ayudarlos.

–¿Es lo mismo hablar de un chico hiperactivo que de un chico inquieto?

–En términos generales y populares sí, con la diferencia que cuando uno dice hiperactivo tiene que decir hiperactivo o inquieto de qué. Si es hiperactivo, hay que saber si lo es de todo el cuerpo -y entonces estamos frente al famosos niño inquieto- o si es hiperactivo de una parte del cuerpo, pero está totalmente controlado el resto.

–¿Este tipo de conducta es considerada como una patología, un trastorno o una enfermedad en términos médicos?

–La moda es creer que se trata de una enfermedad y entonce llevarlos a profesionales, diagnosticarlos y encima, para peor, medicarlo. Lamentablemente hay muchos intereses creados y entonces se hacen diagnostico rápidos y mal y se medica al chico por algo que no tiene. Como es verdad que esa medicación tranquiliza, la gente cree que el chico está curado de algo que ni siquiera tuvo.

–¿Qué camino hay que seguir con un hijo inquieto?

–Bueno, debería apelar a una serie de estrategias. Primero en casa, para tratar de tranquilizar el ambiente y, con ello, tranquilizar al niño. El niño tiene que pasar de insatisfecho y por lo tanto tenso e hiperactivo a satisfecho, por lo tanto distendido. Ahora, si uno cree que el chico tiene un virus o tiene algo que no tiene nada que ver con los padres no se va a curar jamás.

–Si uno busca en internet encuentra este tipo de comportamientos relacionados a la alimentación, por ejemplo. ¿Esto es así?

–No, generalmente están relacionados con factores de índole ambiental y socio-relacional. Por supuesto, quienes por algun causa descreen de lo emocional y piensan más en lo biológico hace décadas que buscan encontrar una explicación biológica que desculpabilice al ambiente.

–Cuando se realiza un diagnóstico correcto y se llega a la conclusión de que el chico es hiperactivo ¿Qué se debe hacer?

–Cuando la situación ambiental y familiar ha avanzado tanto que ya se le puede diagnosticar al chico de algo, entonces hay que ayudarlo, por ejemplo, con psicoterapia, psicomotricidad y con orientación para los padres. Cuando todo eso ha sido inútil, entonces pensemos en medicamentos. Pero siempre la razón de ser de esto es social-psicológica. Donde yo no veo que haya una solución seria es en ir directamente a un neurólogo para que medique.

–¿Es normal que esta hiperactividad vaya acompañada de trastornos de aprendizaje?

–Claro, porque si estoy preocupado porque anoche papá y mamá se golpearon, se gritaron, o tantos problemas que puede haber, mal va a poder el chico quedarse quieto o atender.

«Nuestra sociedad es castigadora y violenta», dice Wernicke

Wernicke es psiquiatra infantil, consultor y trabaja relacionando lo psicológico con lo pedagógico, con lo social bajo una visión global del ser humano. Dirige una fundación denominada Fundación Holística de Educación, Salud y Acción Social y en Roca y Neuquén brindó la charla sobre «Niños inquietos. Límites y castigos»

–¿Qué es esto de los límites y castigos que acompañaba el título de sus conferencias?

–Fijate que nuestra sociedad es una sociedad castigadora y violenta. Lo que tenemos que hacer es ver en qué consiste el castigo y cuáles consecuencias trae. Yo lo defino como una patología que implica la intención de hacer daño al otro produciéndole un sentimiento negativo, un miedo. Incuso una mirada puede ser un castigo si genera miedo. Jamás hay que castigar. En cambio, los límites son necesarios e inevitables. El asunto es saber poner los límites y entender la diferencia entre límites y castigos.

–¿Dónde considera que hay más resistencia a estos enfoques holísticos?

–En Argentina, particularmente, esta palabra está muy ligada a la chantería. Sin embargo, lo holístico es un enfoque científico, globalizador. (AR)


Exit mobile version