No habrá una épica para la deuda


El Fondo es un obstáculo insalvable para el objetivo de mostrar simetrías con la gestión de Kirchner. La auditoría del FMI acaso sea la peor herencia que le deje Macri.


No se puede repetir 2005, dijo Alberto Fernández en la Fundación Mediterránea. Pagarle todo al Fondo, como hizo entonces Néstor Kirchner, significaría comprar autonomía. Pero no hay reservas que alcancen. El Fondo es un obstáculo insalvable para el objetivo de Fernández de mostrar ciertas simetrías con la gestión de Kirchner, que para el candidato ocupa el escalón más alto entre las de la etapa. La auditoría a la que deberá someterse la Argentina en los próximos años con el organismo acaso represente la peor de las herencias que Fernández recibirá de Macri en caso de que llegue a la presidencia.

Parece que tampoco habrá, como en 2005, una épica de la deuda con los privados. A diferencia de la reestructuración agresiva que encararon Kirchner y Roberto Lavagna, Fernández dijo el jueves en Córdoba que se propone postergar los vencimientos. Ganar tiempo, sin quita. Fue su principal definición acerca de cuál va a ser la estrategia en relación a la deuda.

Se trata de una solución amigable que como reconoció le acercaron los fondos de inversión y que imita la renegociación de las obligaciones del Uruguay con sus acreedores en 2003. Aquella propuesta del gobierno de Jorge Batlle fue resistida por el opositor Frente Amplio, con fuertes críticas de su candidato a presidente Tabaré Vázquez, hoy en el poder. Tampoco la acompañaba el FMI, que proponía un canje con quita. Pero sí los Estados Unidos de George Bush. La fórmula de Battle fue un éxito.


Nada se sabe sobre lo que se discute en la mesa chica de los Fernández. Pero una decisión estratégica sobre la deuda no podría no contar con el aval de Cristina.


¿Se puede implementar en la Argentina? Las condiciones son diferentes y muchos dudan de que sea posible. Uruguay se comprometió a un duro ajuste fiscal: 3 puntos del PBI de superávit primario en el primer año, como explicó Daniel Artana en su exposición del viernes en el IAEF en Bariloche.

Se necesitaría de mínima un programa macroeconómico que acompañe el reperfilamiento y una ventana para la vuelta a los mercados voluntarios de deuda. “No va a ser a la uruguaya”, dijo categóricamente en ese mismo escenario Carlos Melconian. “Va a haber quita”. Los mercados sin embargo reaccionaron favorablemente a las novedades de Fernández. Los bonos más golpeados subieron el viernes entre un 4% y un 7% y el riesgo país cedió 3,4%. Pero son los mismos que apostaban a un triunfo de Macri.

Pero antes está el Fondo. El acuerdo stand by concentra vencimientos por más de u$s 41.000 millones entre 2022 y 2023 (la curva baja a u$s10.000 millones en 2024). Postergar los plazos con el FMI -un nuevo acuerdo- implicaría asumir compromisos en materia tributaria, laboral y previsional (las reformas que no pudo hacer Macri) y mayor vigilancia del organismo. Por ahora es una incógnita.

Nada tampoco se sabe sobre lo que se discute en la mesa chica de dos que integran los Fernández. Pero una decisión estratégica como la enunciada por el candidato a presidente no podría no contar con el aval de Cristina.

La ex presidenta subió el perfil la semana pasada en La Matanza, a donde llevó su libro de memorias. Recordó la firmeza que empleó Kirchner con los bonistas (fue una sugerencia de Bush, distinta a la que empleó Uruguay) y entre las varias cosas que dijo habló de “poner un punto final al endeudamiento” en la Argentina.

El gobierno que viene, sostuvo, “tiene que hacer algo para que nunca más vuelvan a endeudarnos”. Una propuesta misteriosa, que acaso pertenezca al “nuevo orden” que la sendora ya anticipó en otras de sus charlas. Alberto Fernández no ha dicho una palabra sobre ese capítulo.

La postura “seria y sensata” que mostró esta semana Fernández con los acreedores contrastó con la amenaza del gobierno de aplicar la Ley Penal Cambiaria a quienes burlaron los controles impuestos sobre la compra de dólares. El BCRA subió el viernes los datos a la web: un escrache. Es un mundo al revés, que Macri no podía anticipar ni en sus peores pesadillas.

Para el presidente lo peor todavía no pasó: mañana se conocerá el índice de pobreza.


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