Nuevas y viejas caras dejó la elección
Desde las comunas, ganando o perdiendo, surgen y ratifican poder pocos peronistas y algo más de radicales.
La elección del domingo produjo movimientos en el tablero político provincial desde la perspectiva de la acumulación de poder y surgimiento de nuevas figuras. Las que siguen son reflexiones alrededor de este tema.
* El caso Gustavo Costanzo. El flamante intendente electo de Viedma es uno de los pocos dirigentes del justicialismo que zafó de la hoguera que sacude y que consume a su partido. Por ahora, su poder radica en el triunfo del domingo y nada más. Se insertó en la política de la capital provincial sin la carga genética de ansiedad de protagonismo que distingue a su padre, el senador Remo Costanzo. Ordenado en sus reflexiones y de reconocida responsabilidad en el manejo del único cargo público que tuvo hasta ahora – concejal – Gustavo Costanzo no ignora de todas maneras que construir poder sobre el conjunto del peronismo rionegrino es una tarea ímproba y de posibilidades inciertas.
* El caso Ovidio Zúñiga. Este flamante diputado nacional del PJ es un hombre de perfil político bajo. Y tiene un mérito: reconoce los límites de su formación intelectual, que a la hora de hacer política, compensa a pura militancia. En las urnas, fue respaldado netamente por el peronismo, el 25 del 31 / 32 % promedio de fuerza propia que tiene el partido en el espectro electoral provincial. Lo logró sin respaldo de la estructura que lidera Remo Costanzo. El poder de Zúniga hacia adentro y fuera del PJ es magro. Pero se funda en un hecho poco habitual en ese partido de definida vocación perdedora : es uno de los pocos justicialistas que el domingo ganó algo, aunque fuese por inercia.
* El caso de Ricardo Sarandría. Al flamante intendente electo de Roca por el radicalismo no le demandó mayor esfuerzo mantener la comuna para ese partido. Sus problemas – sobre los cuales no gusta referirse – radicaron en cuestiones que hacen más al propio frente interno del equipo que lo acompaña, que a dudas sobre su triunfo. Tuvo – por caso – que soportar que el Pablo Verani le armara gran parte de ese elenco. Esta decisiones se adoptaron computando en muchos casos más razones de amistad del mandatario con determinados militantes y dirigentes, que de calidad para la función pública. En este tener que «bancarse» lo que no le gusta, está la mayor debilidad de Sarandría. Pero ser intendente de Roca no es poco si se es eficiente, para proyectarse en el radicalismo.
* El caso Atilio Feudal. El flamante intendente electo de Bariloche es un radical de personalidad decidida a defender sus posiciones incluso en términos hoscos. No hace de la autocrítica un método. Desafió incluso el poder de Verani cuando un año atrás se negaba a reconocer espacios de significación en la lista de concejales a la línea Blanca, sector interno del partido adverso al que pertenece. Pero tiene a su favor consenso en el radicalismo y una cuestión exógena a ese frente: la crisis fiscal con que el peronismo deja la comuna de Bariloche. Quizá como Franklin Roosevelt, Feudal debe admitir «hacer de la crisis una oportunidad»
* El caso Carlos Bravo. En nombre del PPR Carlos Bravo se puso en marcha hace menos de dos meses como candidato a intendente de Bariloche. Para hablar de su poder, está el resultado: salió segundo y mandó al PJ al tercer puesto.
* El caso Jorge Pascual y Marta Milesi. No sorprende que hayan ganado dos bancas para el radicalismo en la Cámara de Diputados. Pero los dos saben que es muy difícil construir desde esos sitios proyección y poder sobre la provincia. Pero hacia adentro de la UCR quizá incrementen su cuota de influencia.
La elección del domingo produjo movimientos en el tablero político provincial desde la perspectiva de la acumulación de poder y surgimiento de nuevas figuras. Las que siguen son reflexiones alrededor de este tema.
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