Acerca de las personas con discapacidad

Alicia Fagliano *


Entre las “diversas barreras” , una de las que resultan decisivas son las barreras socioculturales que obstaculizan el desarrollo pleno de estas personas.


Según la Organización Panamericana de la Salud, las personas con discapacidad son aquellas que tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás.

Entre las “diversas barreras”, una de las que resultan decisivas son las barreras socioculturales que obstaculizan el desarrollo pleno de estas personas. Tradicionalmente se han descripto tres modelos en la consideración del tratamiento social de la discapacidad. Estos modelos han generado tensiones, y contradicciones en tanto que, en mayor o menor medida, coexisten hasta hoy en planos más conscientes o inconscientes entre los integrantes de la sociedad.

En el modelo de la prescindencia se considera que la discapacidad se originaba en nociones religiosas. Las personas discapacitadas eran consideradas una carga inútil para la sociedad. En la antigüedad clásica, los griegos y los romanos creían que la vida de un discapacitado no tenía valor y era considerada una carga para la familia y la sociedad. Esta concepción llevaba a la eliminación física de niños y niñas nacidos “malformados”. Ya en la edad media, eran alejados de la vida cotidiana por desprecio o temor, por ser considerados objetos de maleficios y frecuentemente fallecían por falta de cuidados elementales.

Un segundo modelo rehabilitador, estaba basado en los progresos médicos y educacionales. En la medida en que las causas de la discapacidad pasaron a ser de orden médico- científicas, se consideró que ellos podrían ser útiles a la sociedad en la medida que pudieran ser educados, rehabilitados y por fin adaptados al mundo “normal”.

Legalmente se los considera incapaces, por lo tanto, son tratados en modo paternal y caritativo. La consecuencia más trágica de este modelo radica en la creación de espacios protegidos donde terminan aislados del mundo social y la internación termina constituyéndose en un depósito de por vida.

Un tercer modelo social considera que la discapacidad se origina en causas sociales, no tanto en las limitaciones individuales. Es la sociedad la que tiene limitaciones para brindar la atención adecuada a las necesidades de estas personas. Toda vida humana es igualmente digna. Por lo tanto, la sociedad debe pensar, organizar e implementar los medios necesarios para cubrir las necesidades de todos sus integrantes.

En 2006, surgió en España un cuarto modelo, el de la diversidad (Toboso Martín & Arnau Ripollez), que se propone superar la dicotomía capacidad – discapacidad. Desde este modelo de la diversidad todas las personas tendrían la misma condición de humanidad y dignidad más allá de sus capacidades o discapacidades y consecuentemente tendrían garantizados todos, los mismos derechos humanos. Cualquier estigmatización será considerada como una violación de aquellos.

Pero hay algo más, implícito en la superación de la dicotomía: es el derecho de todo ser humano de desarrollar una identidad propia, original, que le permita sentirse y vivir como una persona para quien la discapacidad no sea el sello identitario. Esto es posible lograrlo aún en los niños que presentan discapacidades intelectuales. Parafraseando al psicoanalista Donald Winnicott, para que sientan que existen por derecho propio como seres humanos íntegros.

Un logro semejante se juega desde los vínculos tempranos del bebé con su familia y debiera seguir con todos aquellos encargados de su tratamiento y educación. Esta tarea no es fácil. Pero algunos profesionales han probado que es posible. El camino es largo, pero como para comenzar, las iniciativas tienen que partir de los gobiernos y consecuentemente de las instituciones educativas, las médico- asistenciales y las de formación de los profesionales. Es tarea de los gobiernos y sus políticas.

*Doctora en Psicología, Universidad de Buenos Aires, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, Especialista en Niñez y Adolescencia.


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