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Batalla de la Vuelta de Obligado

Redacción

Por Redacción

Armando Mario Márquez *

Nuestra rica historia patria registra numerosas batallas que llenaron de gloria el pasado y el sentimiento nacional: Suipacha, San Lorenzo, naval de Montevideo, Tucumán, Salta, Ituzaingó, entre muchas otras, nos llenan de orgullo y emoción al recordarlas.

De ese variopinto de combates por nuestra independencia patria, ya fuere para lograrla o para consolidarla, se erige la indicada en el titulado, celebrada el 20 de noviembre de 1845 en el margen bonaerense del Río Paraná, en cercanías de la ciudad de San Pedro.

Se trató de un duro enfrentamiento entre las tropas de la Confederación Argentina, gobernada entonces por Juan Manuel de Rosas, y la entente naval anglo-francesa; los antecedentes de esta gesta lo hallamos en la intención de estos invasores de controlar la navegación por tan importante cauce, obviamente con intereses económicos.

Así, a principios de 1845, los enemigos, asentados en la República Oriental del Uruguay -con la complacencia de sus autoridades, enfrentadas a las nuestras-, intiman al gobierno nacional a que permita la libre navegación de sus ríos: al tener respuesta negativa aquéllos dan inicio al bloqueo y se disponen a remontar nuestro río Paraná.

Rosas da orden de frenar el avance de los aliados y pone al frente de las fuerzas encargadas de ello al General Lucio Norberto Mansilla.

Este Jefe militar, haciendo una excelente lectura del teatro de operaciones, elige el lugar en el que frenaría el avance enemigo y lo atacaría: la llamada Vuelta de Obligado, donde se advertía un marcado recodo del Paraná, que enangostaba significativamente su cauce, lo que dificultaba de manera sensible la navegación.

En tal sitio cruzó el río con tres gruesas cadenas que unían los márgenes Este y Oeste del mismo, en grandes lanchones asentados en orillas de tierras bonaerenses y entrerrianas, las que tienen a esas aguas como límite natural de ambos estados provinciales.

A su vez cuatro baterías de artilleros con armamento y munición pesada, se ubicaron alternativamente a lo largo del margen derecho del Paraná.

En ese contexto se libró la anunciada batalla el 20 de noviembre de 1845.

Todo ello impidió el paso de la poderosa flota invasora, lo que facilitó el ataque de la artillería patria e hizo dispersar a la misma y segregándola, ya que algunas pocas siguieron su rumbo hasta Corrientes y otras desandaron camino hacia Montevideo, en ambos casos, bajo el sostenido fuego criollo, el que, obviamente era respondido desde la flota.

En esa lid perdieron la vida muchos de nuestros hombres de entonces, en bajas que fueron muy superiores a las de los ofensores, pese a lo cual el coraje y la “viveza” de nuestra gente desairó -una vez más- los intereses de aquéllos.

Tal marcado acto de valiente defensa de los intereses nacionales hizo que por ley número 20770 del mes de septiembre de 1974 ese día fuera recordado como el de nuestra Soberanía Nacional.

José de San Martín, siempre tan atento a lo que se vivía en estas tierras, al tomar conocimiento de la situación, redactó de su puño y letra dos esquelas alusivas, la primera de ellas, aspirando a desalentar el intento aliado y, la restante, dirigida a Juan Manuel de Rosas, en la que califica la invasión como “injustísima agresión y abuso de fuerza de la Inglaterra y Francia”, a la vez que le manifiesta su total apoyo “lamentando ya no poder ofrecer sus servicios por su deteriorado estado de salud”.

Estaría incompleto este relato, y con relación a la penúltima frase contenida en el párrafo anterior, sino destacara que, algo más de un año antes, un día 23 de enero de 1844, en su residencia de París; después de haber pasado un período de enfermedad, San Martín sintió la necesidad de escribir su testamento en los términos que de inmediato transcribo: “…visto el mal estado de mi salud” …”3.- El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.

Que ello forme parte de nuestra memoria y de nuestro respetuoso recuerdo.

*Presidente de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén. Presidente del Centro de Estudios Constitucionales del Comahue.


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