Democracia y diseños curriculares
El mismo Estado está exigiendo una “ciudadanía digital” sin garantizar esa capacidad comunicativa y el dominio del lenguaje que se necesita para la vida democrática.

El Diseño Curricular de nivel primario -aquel documento que fija los contenidos y lineamientos generales sobre la educación rionegrina- ya tiene catorce años y demás está decir que necesita ser actualizado. Ya cuando se publicó -en 2011- adolecía de algunas descontextualizaciones.
Sin embargo, en el caso de la enseñanza de la lengua y la literatura, hay una idea que no se desactualiza: “Si la participación democrática en la vida social de todos los habitantes depende en gran medida de su capacidad comunicativa y del dominio que tengan del lenguaje, la escuela tiene entre otras la ineludible misión de asegurar que todos -y en especial quienes más lo necesitan por su situación de vulnerabilidad social- lleven adelante prácticas escolares de y con el lenguaje, que tengan relación con las prácticas sociales para garantizar la igualdad de oportunidades.” Es decir, la enseñanza de la lengua debe servir para la participación democrática de los ciudadanos y así evitar desigualdades.
Se parte de la idea de que el lenguaje es el principal medio de comunicación humana. Y vale preguntarse en qué consiste hoy la comunicación humana. En principio consideremos que, ya en 2011, se desarrollaba en gran medida en los entornos digitales: las redes sociales ya eran la principal fuente de acceso a mucha información; los algoritmos de personalización ya formateaban nuestras búsquedas y la información con la que nos encontramos incidentalmente; el hipertexto, esa forma de organización de los contenidos, conectados infinitamente a través de enlaces, ya era conocido y usado por nosotros desde los años 90: navegábamos y no leíamos de manera lineal.
En el año 2008, el argentino radicado en España, Carlos Scolari, había publicado Hipermediaciones, un libro que planteaba que los entornos digitales son ambientes en los que nos desenvolvemos. Esto significa que no podemos pensar lo digital de la misma manera que pensamos los medios tradicionales – televisión, cine, radio-, que son más externos a nosotros.
Además, las tecnologías digitales no se consideran meras herramientas para realizar de manera más efectiva las mismas prácticas de antes. Sino que proponen nuevas lógicas de pensamiento, nuevas formas de relacionarse con el conocimiento -no solo nuevas formas de acceder- y modifican radicalmente las prácticas de lectura y escritura, que ya hace unos doscientos años en Occidente son responsabilidad de la escuela.
El Diseño Curricular de 2011 considera algo de todo esto en un apartado titulado “Campo de las tecnologías de la información y la comunicación” y en cada área curricular hay referencias al uso de las “TICs”. En los fundamentos menciona la familiaridad de las y los niños con las nuevas tecnologías y los cambios en relación con el acceso y la circulación del conocimiento.
Pero luego, en las grillas de contenidos -al menos en el área de Lengua y Literatura, donde se plantea que la enseñanza de la comunicación humana debe formar para la ciudadanía democrática- lo digital aparece sólo como un soporte más. Por otra parte, y como si fueran temas diferentes, propone reflexionar sobre las formas del lenguaje en los medios de comunicación. Además, indica “analizar la información producida por los medios de comunicación y las TICs asumiendo una posición crítica”. No mucho más: ningún alfabetizar para estos nuevos ambientes.
La “ineludible misión de la escuela” de preparar para esa ciudadanía de derechos no se puede renunciar. Sin embargo, debemos preguntarnos si la estamos cumpliendo. Hoy, esa capacidad comunicativa por la que la escuela debiera abogar está desigualmente distribuida en la sociedad y en las propias escuelas. Se llama brecha digital y el acceso a internet es sólo una pequeñísima parte.
Un ejemplo mínimo: un ciudadano hoy necesita saber manejar diversas aplicaciones para ir al médico y usar su obra social, para hacer trámites en el Estado, para comprar, relacionarse. El mismo Estado está exigiendo una “ciudadanía digital” sin garantizar esa capacidad comunicativa y el dominio del lenguaje que se necesita para la vida democrática.
Una reforma del Diseño Curricular de nivel primario es urgente. La comunicación, el eje central de la enseñanza de la lengua, ha cambiado drásticamente y sigue sorprendiéndonos día a día, con nuevos géneros discursivos, nuevas formas y estrategias comunicativas y nuevos formatos. Pero deberá ser una reforma que se pregunte qué debemos saber hoy en estos contextos comunicativos y en estos ambientes en que nos desenvolvemos para ejercer una ciudadanía de derechos; qué significa hoy ser crítico en estos nuevos ambientes, quiénes son aquellos que “más lo necesitan por su vulnerabilidad social” y qué saberes requiere una sociedad para ser democrática.

El Diseño Curricular de nivel primario -aquel documento que fija los contenidos y lineamientos generales sobre la educación rionegrina- ya tiene catorce años y demás está decir que necesita ser actualizado. Ya cuando se publicó -en 2011- adolecía de algunas descontextualizaciones.
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