Departamento para estudiante, se busca

Laura Collavini *


Después de haber conseguido aquel lugar físico posible para estudiar, es importante tomar en consideración el modo de comunicación entre padres e hijos. Es la parte más difícil.


Se busca departamento para estudiante. Palabras que se repiten en esta época donde muchos adolescentes migran a otras provincias en busca de una vida nueva. Seguir una carrera, buscar universidad e ir encontrando el recorrido personal.

Se pone de manifiesto una modificación no sólo personal, sino familiar. Obviamente la persona que se va del seno familiar encontrará la mayor parte del cambio, sin embargo, el resto de los integrantes son afectados.

Recordemos que en los sistemas familiares aquello que le sucede a un miembro, afecta a todos. Como eslabones de una cadena. Si uno se mueve, lo hace el resto. Adaptarse a esta nueva situación implica un proceso con muchas aristas en donde pueden estar incluidos el temor, ansiedad, exigencia, angustia, emoción, alegría y tantas otras instancias.

Es interesante poder mirarlo desde diversos ángulos, “ponerse en los pies de cada uno” pero antes de ese ejercicio les voy a transmitir una pregunta que me hicieron hace poco, bastante lógica. ¿Por qué a la profesión que se va a elegir se le dice “carrera”? ¿No se supone que es un proceso, años de aprendizaje que deberían realizarse en forma consciente y sereno, por qué “carrera”? ¿Con quién se compite? ¿Se gana o se pierde?

Mirándolo desde esta perspectiva entonces, si podemos desprendernos de la exigencia de ganar, perder o apurarse, comenzamos a despojarnos de la ansiedad o el temor a la frustración. Me pregunto, ¿Qué sería perder, por ejemplo? Encontrarse que la elección de universidad o profesión no es la deseada, no cumple con las expectativas, ¿eso sería perder? ¿Es una frustración? ¿Tenemos la capacidad de vivenciarla como una parte del proceso?

Por otra parte, los adolescentes que dejan sus hogares padecen, por lo menos en los primeros tiempos, la presión de adaptarse a lugares que no estaban habituados. Aprender a manejarse en ciudades que en general son más grandes de donde nacieron, con otros ritmos, personas, costumbres, clima, etcétera.

Como dicen los chicos y concuerdo, es un montón. Cocinarse, limpiar, adaptarse a los ritmos de estudios de la universidad. Tener en cuenta que la familia hace un esfuerzo económico para que ellos estén allí, extrañar, no tener a los amigos de siempre. Son movimientos muy intensos como olas que son necesarias atravesar para llegar a la orilla. El proceso es la ola que es menester atravesar.

Cada uno tiene su tiempo. Los padres y los chicos. Los hermanos. Períodos de adaptación donde todo puede estar presente. Ahora, busquemos los pies de los padres.

En general existen emociones encontradas. El deseo que puedan volar y el temor a lo que vendrá. La inseguridad si podrán ser responsables y la confianza de la crianza que recibieron. El control del cada día. Qué comieron, dónde están, con quién, cómo se sienten, si estudian, dónde compran los alimentos, cuánto gastan, cómo se organizan para estudiar y otros tantos etcétera.

Dejarlos ir no es tan sencillo, claro. Las alas recién empiezan a desplegarse y el mundo está lleno de peligros. Los hijos pueden llegar a vivir estas preguntas como presiones. ¿Cómo no hacerlo, ¿no? Si hay tanto movimiento desplegado. Sabemos, que la presión no es un buen aliado, no mucho tiempo. Tal vez si en una carrera corta, pero no para un cambio de vida.

¿Entonces? Mis grandes preguntas aliadas siempre son: “¿Qué?” Y “¿Cómo?

La primera tiene relación al objetivo: ¿Qué se está haciendo? La respuesta podría ser: acompañar a mi hijo/a que crezca, que sea feliz, que busque su futuro u otro. Ok. Hasta ahí podría ser claro y concreto. El “¿Cómo?” es la modalidad que se va a utilizar para alcanzar el objetivo.

Después de haber conseguido aquel lugar físico posible para estudiar, es sumamente importante tomar en consideración el modo de comunicación entre los padres y los hijos. Es la parte más difícil, lo sé. Sin embargo, es nuestra tarea de padres y es necesario ver cómo se aborda.

Acompañar, consultar, medir, pero confiar. Todo eso. También es un montón. El camino está lleno de errores y aciertos. Tener en cuenta que pueden extrañar y/o angustiarse o que por el contrario, encontraron que no extrañan ni un poco, entonces las sensaciones que pueden despertar en la familia también es un cambio.

Los hermanos no están ajenos a todo este movimiento. La posición de los hermanos se modifican, los padres los miran con otra actitud. Los movimientos diarios, charlas, debates, salidas y peleas, son otras. Si se va el mayor, el siguiente tiene la sensación que ahora es el más grande. Se observa otro orden familiar.

Crecimiento en sí mismo. Los lazos son elásticos y tal vez esta figura sea útil para bucear en la capacidad de soltar y tomar según sea la necesidad.

*Psicopedagoga. www.fundacionlauracollavini.org.


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