El embarazo activo y la reivindicación de la mujer

No estoy enferma, sólo estoy embarazada”, fueron las palabras que utilizó la atleta alemana Gesa Krause al llegar a la meta luego de correr 5 kilómetros, en la Silvesterlauf Trier realizada en la localidad germana de Tréveris cercana a la frontera con Luxemburgo.

La deportista de 30 años de edad, especialista en los 3.000 metros con obstáculos que ha obtenido dos veces la medalla de bronce en los mundiales de Atletismo de 2015 y 2019, completó la carrera embarazada de 22 semanas y si bien redujo a la mitad la carga de kilómetros en sus entrenamientos, ha seguido compitiendo en gran nivel.

La teutona, lejos de pasar desapercibida, ha difundido su experiencia en redes sociales para estimular de ese modo a otras mujeres, a realizar actividad física durante la gestación.

Lejos ha quedado aquel 19 de abril de 1967, en que su compatriota Katherine Switzer clandestinamente- ya que estaba prohibida la participación de mujeres- se convirtiera con su recordado dorsal 261, en la primera dama en participar oficialmente de la Maratón de Boston.

Cuenta la historia que en aquella ocasión el organizador Jock Semple irrumpió violentamente en su camino y tomando a la atleta de sus hombros la increpó vociferando: “Sal de mi maldita carrera y entrégame el número”.

Nada ni nadie pudieron detenerla y con 4 horas 20 minutos alcanzó la llegada. Muchos consideran la imagen del ataque, como el primer reportaje fotográfico de una mujer atleta en los EE.UU.

Hoy, es moneda corriente observar la presencia de mujeres en todo tipo de pruebas atléticas, pero es infrecuente ver que participen cuando se encuentran en estado de gravidez.

Hay un marcado prejuicio transmitido por generaciones, sobre la inconveniencia de la actividad física durante el embarazo, que hoy en poco se compadece con las recomendaciones médicas para mujeres activas y en buen estado de salud.

Así en una página variopinta como la de Argentina.gob.ar se estimula el ejercicio físico monitoreado en la gestante, para mejorar su estado físico y psíquico general, la prevención del sobrepeso y el estreñimiento, la disminución de tensiones y la reducción de padecer insomnio.

El movimiento pautado y bien administrado puede ayudar a una mujer sin contraindicaciones a tener un menor riesgo de diabetes gestacional y un trabajo de parto más breve. Se sugiere al menos 150 minutos semanales de actividad física de intensidad moderada, durante tres días alternados y con regularidad.

James Pivarnik y Lanay Mudd en “Health benefits of physical activity during pregnancy”, detallan una serie de recomendaciones generales para el adecuado desarrollo de un programa de acondicionamiento neuromuscular durante el embarazo, como evitar la maniobra de Valsalva, utilizar máquinas de peso , bandas elásticas o mancuernas livianas en lugar de pesos libres con el fin de reducir el riesgo de lesiones originadas por los cambios en el centro de gravedad, descender la resistencia, incrementar las repeticiones y utilizar series más cortas, evitar las actividades de powerlifting (levantamiento de potencia) y enfatizar la adecuada forma de ejecución de los ejercicios.

Como el equilibrio se hace más difícil, principalmente al caminar, es necesario que su marcha sea de mayor base, con un paso más corto y más variado, utilizando como última superficie de apoyo de cada pie, el dedo gordo. A su vez se aconseja el fortalecimiento de los músculos abdominales para controlar el grado de curvatura lumbar.

Con la debida autorización médica, la gestante previamente activa podrá adecuar su programa de ejercicio físico y la sedentaria comenzar un plan en base a los criterios expuestos.

A pesar que la historia de la relación ejercicio físico-embarazo revela un curioso recelo, que hasta el día de hoy en ciertos ámbitos subsiste, manifestaciones como las de Gesa Krause contribuyen a reivindicar y visibilizar la enorme potencialidad de la mujer.

*Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com