Iñaqui Basiloff, cuando nadar es más que vencer la resistencia del agua

Redacción

Por Marcelo Antonio Angriman

Son las primeras horas de un día hábil de este crudo invierno. Está oscuro y la globa de la pileta de 25 metros, resiste estoica el frío, mientras un silencio espectral rodea al espejo de agua.

Desde el pasillo que conduce a los vestuarios, se escucha un sonido de menor a mayor que se aproxima. Es el tintineo del roce de los bastones sobre la escalera de acceso al natatorio.

Ya pronto llegará Marcelo el guardavidas y el joven iniciará su práctica en solitario, siguiendo la rutina que se le ha indicado.

Focalizado en ese primer estímulo matinal, practica por el andarivel 3 o 4 y luego se retira, con el mismo anonimato bajo el cual ingresó.

Así comienza un día cualquiera para Iñaki Basiloff, el nadador que acaba de ganar el oro paralímpico en la prueba de 200 metros Medley SM7 de París 2024.

El neuquino de 23 años hizo un tiempo de 2:29.81, para superar en una remontada conmovedora, a los ucranianos Andrri Trusov con 2:29.93. y Yevhenii Bohodaiko. con 2:33:13.

Su nado es un estado de explosiva liberación. Cuesta entender cómo, con tan poco despegue del borde, pueda obtener luego un ritmo de carrera tan intenso.

Su coordinación de fase subacuática y recobro aéreo, es de una pulcritud extrema. Iñaki fue capaz de tocar la pared (…y el cielo) doce centésimas de segundo antes que Trusov, en un primer puesto del que la natación argentina ya casi había perdido memoria.

Cuenta el Entrenador Jorge García quien comanda muchos de sus entrenamientos junto al equipo convencional del Club Cipolletti, que: “Iñaki entrena semanalmente 16 horas por semana en el agua, más 3 días de gimnasio. Que su asistencia, salvo enfermedad, es perfecta”.

“Que está muy fuerte en el agua y el cierre de la carrera fue para el cuadro. Que le dio cierta tranquilidad su lenguaje corporal antes de largar. Su respiración parecía controlada, sus movimientos sueltos y casi sin inmutarse por el ambiente… como si estuviera en un torneo local”.

Si bien Iñaki ya había sido primero en el campeonato mundial de Madeira 2022, el juego paralímpico de Paris 2024 fue su vencida, ya que en Tokio 2021 quedó a tan solo 4 centésimas de segundo de acceder al podio, obteniendo cuatro diplomas en 400 metros libre S7, 100 metros espalda S7, 200 metros combinados S7 y 50 metros mariposa S7.

Cabe destacar que la última presea dorada para la delegación argentina, fue en Río de Janeiro 2016 en manos de la atleta Yanina Martínez, lo que exalta aún más el triunfo del patagónico.

Un logro que debiera ser mucho más destacado por los medios masivos de difusión y redes sociales, en claro reconocimiento al notable esfuerzo personal y al de los deportistas con discapacidad en general. Algo que se traduce en esa lágrima que se escapa por la mejilla de Iñaki, al ver la bandera en lo alto y escuchar el himno nacional.

En tal sentido, resulta cuestionable que luego de una amplia cobertura de los Juegos Olímpicos 2024, tanto por la TVP como por TyC Sports, en ninguna de las señales abiertas, haya siquiera un programa diario con el resumen de la jornada paralímpica.

Hay enormes historias en este deporte, que serían una verdadera fuente de inspiración para muchas personas. Sin embargo, los jefes de programación – con la honrada excepción del buscador de Google- insisten hasta el hartazgo, en resaltar el conventillo y la miseria humana.

Hasta el mismísimo Gonzalo Bonadeo, con su notable trayectoria olímpica, tuvo que retractarse de haber dicho con poca fortuna, que en la competencia paralímpica no se debieran dar medallas.

En el mismo fin de semana en que Franco Colapinto llegó a la F1 y es objeto del mayor reconocimiento, dar un mayor espacio de difusión y apoyo al deporte con discapacidad, es un gran debe para nuestra idiosincrasia. Algo que demuestra la preocupante incapacidad, de quienes se llaman así mismo capaces.

En el nado solo avanza quien está dispuesto a vencer la resistencia del agua.

Una verdad que trasciende la metáfora y de la que bien sabe Iñaki, cuando se repite brazada tras brazada: “La discapacidad no es un límite para mí, sino más bien un obstáculo”.




Marcelo Antonio Angriman

Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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