La fragilidad es suprema: con acuerdo judicial, pero sin acuerdo del Senado
Javier Milei designó a los jueces pero no los eligió. Más allá de la jura secreta de García Mansilla y el limbo de Lijo, cada facción de la Corte solicitó y recibió a su Juez Supremo.
Se cambió el acuerdo del Senado por el acuerdo judicial.
1. Alfonsín eligió y construyó su Corte Suprema. Milei negoció con la existente. Se recordó estas semanas que Alfonsín le propuso al abogado constitucionalista Italo Luder, su adversario en la elección presidencial de 1983, ser Juez y Presidente de la Corte después de derrotarlo. Se suele olvidar que Luder, el candidato peronista, originalmente era afiliado radical y que la Presidencia de la Corte la eligen sus miembros. No la pueden ni deben proponer los Presidentes de la Nación.
Aquel hubiese sido un gran primer paso simbólico para la transición democrática pero los desacuerdos con Luder eran de fondo y forma y la confusión de la alta dirigencia peronista era evidente. En la CONADEP cometerá otro error.
Cuatro décadas después, todo indica que el equipo Milei prefiere a otro peronista para ser presidente de la Corte pero respeta acuerdos judiciales y tiene razones prudenciales. Un misterioso eco de la historia hace que sea otro peronista de Rafaela con vínculos radicales.
La Corte, sus jueces y sus presidencias son fundamentales. Tanto Alfonsín como Menem, pusieron a dos personas de extrema confianza en la Corte. Alfonsín, por un lado, eligió a Genaro Carrió alguien con reconocimiento internacional, en la academia y en el Sistema Interamericano que además había sido su asesor y abogado personal. Su conexión directa con la burocracia histórica de la Corte le permitió procurar con éxito el complejo caso Timerman durante El Proceso. Varios actores judiciales relevantes de los cuarenta años de democracia trabajaron como secretarios de la Corte de la dictadura.
Menem, por otro lado, nombrará como persona de confianza y su representante en la Corte a Julio Nazareno. Socio, junto a su hermano Eduardo, en su Estudio Jurídico de La Rioja y funcionario en posiciones claves en su Intendencia y posterior Gobernación. Nazareno usó su rol clave para llegar a la presidencia de la Corte en 1994.
Dado que Luder no aceptó, Alfonsín eligió a través de Malamud Goti a Enrique Petracchi, quien fue clave para los procesos de DDHH en la Corte antes y después de la crisis de Semana Santa. Petracchi hizo esfuerzos políticos para ser presidente de la Corte con Alfonsín primero y con Menem después. Su gestión decisiva en el primer “per saltum” -algo ya proyectado para casos sensibles de DDHH- habilitó la privatización de Aerolíneas Argentinas en 1990. Sus esfuerzos no fueron suficientes para una presidencia plena sino para presidencias de transición en 1984, 1989 y 2004.
Salvo De la Rúa y Fernández, que no hicieron propuestas supremas, casi todos los Presidentes han tenido un control cercano, personal e íntimo de sus propuestas en la esfera suprema. Macri es el único que delegó ese vínculo íntimo a alguien de su entorno que ya tenía contactos con el sistema judicial junto a Elisa Carrió y Daniel Angelici.
Más allá de eso, las designaciones de Macri fueron designaciones políticas, no fueron negociadas con la Corte. Fueron contra la Corte, para forzar una reconversión o despojar a Lorenzetti del control de la Corte. En ese tiempo la presidencia de la Corte citaba mucho a Carlos Nino y John Rawls y todo indica que tenía sus propias candidaturas prometidas para otras figuras antikirchneristas.
2 Jueces independientes eligen a jueces independientes. El Gobierno de Milei es el primero que negoció designaciones con la Corte y con Comodoro Py. Al menos en la Corte, antes se sondeaba con los supremos, ahora se les piden nombres y se negocia. Quizás preocupa más la Procuración General de la Nación.
Tanto en el Senado como por las acciones institucionales se confirmó que cada una de las dos tribus judiciales, propuso a su candidato y luego trabajó para conseguir y legitimar académica y mediáticamente el decreto de designación en comisión.
De hecho, la Corte y sus candidatos tuvieron todo el año 2024 para hacer una labor de reconstrucción académica del uso de una facultad excepcional y olvidada en la Constitución y después consolidar en los medios que lo que hacían “está al borde de lo inconstitucional”.
La Corte en bloque parece haber habilitado un nuevo acuerdo judicial que reemplaza al clásico acuerdo del Senado de la Constitución. Los Senadores pueden manifestar su rechazo expreso.
3 Errores tácticos y fragilidad estratégica. La Corte cometió otro error como en el fallo Muiña sobre el 2×1 en 2017. Eso sucede al forzar interpretaciones para romper acuerdos históricos desde la Corte.
La facción de la Corte más “institucionalista y transparente” en la actualidad manipula con esfuerzo académico más la Constitución que la facción de Comodoro Py que se concentra en construir acuerdos políticos y sonreir públicamente ante el error del adversario.
El error de la Corte no sólo fue hacer jurar en secreto a Mansilla y operar agresivamente en contra de Lijo, sino dejar que aquel firme la resolución, algo innecesario y torpe.
Lijo fue designado por decreto pero no asumió, como Rosatti y Rosenkrantz. Mansilla generó algo muy endeble y sin precedente. Su negociación es a todo o nada. La de Lijo es más cómoda.
Eso le dará la oportunidad a Lijo no sólo de conseguir el acuerdo en el Senado y después entrar en la Corte como un Juez más sino de expandir sus alianzas diversas y multiniveles. Si eso sucede, Lijo será el institucionalista y el abogado de empresas que se hace llamar “académico” y “jurista” estará más frágil, en clara desventaja.
Un rechazo a ambos cierra una negociación y abre otra nueva. Un rechazo a Mansilla puede debilitar a la Corte, a su presidencia, pero también golpear a Milei. Por ahora, la negociación sigue tan abierta como secreta.
Lucas Arrimada es Abogado y Profesor de Derecho Constitucional.
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