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La paradoja de Aron

Por Aleardo Laría

Aleardo Laría *

El filósofo, sociólogo y politólogo francés Raymond Aron (1905-1983) expuso una paradoja relacionada con la novedosa situación de un mundo donde las grandes potencias eran poseedoras de un armamento nuclear capaz de destruir la vida en el planeta. El filósofo francés afirmaba que si bien las guerras parecen imposibles debido al poder destructor de las armas nucleares – lo que se denominó sistema MAD (Mutual Assured Destruction)- lo cierto es que si una de las partes implicadas considera imposible la guerra, la disuasión habría terminado de actuar y la guerra se hace de nuevo posible. La cantidad de guerras que hemos tenido desde la constitución de la ONU confirman esta paradoja.


La Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26 de junio de 1945 en San Francisco (EEUU). Apenas cuarenta días después, el 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó la primera bomba nuclear sobre la población de Hiroshima (135.000 muertos) y tres días después sobre Nagasaki (75.000 muertos). Es decir que la Carta de las Naciones Unidas fue concebida en un mundo pre-nuclear sin tener presente las consecuencias del nuevo equilibrio que se produciría cuando también accedieron a la tecnología nuclear la Unión Soviética, China, Gran Bretaña, Francia y luego otras naciones. Por cierto, la repercusión que ha tenido la caída de una bomba rusa en el patio de una maternidad en la ciudad ucraniana de Mariupol, es revelador de que afortunadamente la preocupación por el ataque a la población civil es mucho mayor en la actualidad que en la época en que se destruyeron las ciudades civiles de Hiroshima y Nagasaki.


La paradoja de Raymond Aron debe vincularse con el diseño del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en donde los cinco miembros permanentes (Estados Unidos, China, Rusia, Gran Bretaña y Francia) tienen el poder de veto sobre las decisiones que les afectan. Esto explica que las guerras más importantes desde 1945, sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad, han sido libradas por los estados con poder de veto, es decir Estados Unidos (Vietnam, Irak y Afganistán) y por Rusia (Afganistán y ahora Ucrania) o por la OTAN (contra la Federación Yugoslava).


Podemos atribuir todas estas guerras a la acción de autócratas malvados o pensar que muchas han estado justificadas porque se hacían en nombre de la libertad y la democracia. Pero lo único cierto es que mientras no se rediseñe el orden internacional seguiremos expuestos a que cualquiera de estas guerras se desborde y nos exponga al holocausto nuclear. El artículo 47 de la Carta de las Naciones Unidas contempla la posibilidad de conformar un ejército internacional bajo la dirección de un Comité de Estado Mayor integrado por oficiales de distintos países, dependiente del Consejo de Seguridad. Lógicamente, esta iniciativa debería ir acompañada de un desarme paulatino de los ejércitos de las grandes potencias y del abandono de las armas nucleares. Con este diseño se traslada al plano internacional el esquema vigente en cada país donde el monopolio de la fuerza lo tiene el Estado y se organiza una policía para asegurar la paz interior. Parece utópico, pero tal vez ha llegado el tiempo de recuperar esas ideas y reflexionar sobre estas cuestiones.

*Abogado y periodista.


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