Quilombo y Constitución: El juicio del primer cuarto de siglo
¿Qué le espera a la Argentina en las próximas décadas? Incertidumbre y más cortoplacismo. Nuevos aportes para la confusión generalizada.
La Argentina en su primer cuarto de siglo.
1. Quilombo y Constitución
Al menos dos acepciones posibles tiene la palabra quilombo vinculado a lo constitucional. Primero los “restos de quilombos”, comunidades rurales de descendientes de esclavos coloniales, espacios colectivos de defensa y memoria, reconocidos por la Constitución brasileña de 1988 (art. 216.5).
La segunda es la acepción rioplatense en su faz de cultura política e institucional. El quilombo como caos social, como lío, desorden. Argentina siempre tuvo un elemento de inclusión carnavalesca, de falsa igualdad en la anomia. La Nación proyectada para el desierto siempre fue desordenada, caótica. Un quilombo, otro quilombo, parecido pero diferente al brasilero. La Constitución quiere poner límites legales a un quilombo político que termina construyendo nuestro autóctono quilombo constitucional.
Ni hablar del quilombo judicial. Lo veremos gráficamente en el 2026. En la negociación con la Corte, los nuevos candidatos a jueces supremos, en la montaña de ternas con los candidatos rosqueando en las sombras a los operadores del Ejecutivo y del Senado. Esta acepción, la tercera, entra en otro juego del lenguaje de los quilombos de arrabal.
Hay aspectos culturales propios del quilombo que están en nuestra identidad nacional, que viene de la Colonia que, en parte, nunca dejamos de ser con diferentes agentes imperiales hasta hoy.
Joaquín V. Gonzalez escribió “El juicio del siglo” para repasar los primeros 100 años en 1910. En 2010 pasó otro siglo y no hubo balances profundos. Hubo festejos, distracción y miopía. El cortoplacismo fue más fuerte. El primer cuarto de siglo tampoco tendrá balances pero el siguiente cuarto de siglo promete más caos y confusión. Variopinto y puro quilombo.
¿Cuáles son los patrones de la historia argentina en este primer cuarto de siglo? El siglo comenzó con De la Rúa y el primer cuarto de siglo terminó con Javier Milei como Presidente. La convertibilidad zombie iba a devorarse a un Gobierno que después de hacer populismo anticorrupción se fue con varios escándalos de coimas y muertos en protestas. El sistema político en bloque -salvo excepciones- negó la crisis económica que se comió los ahorros de la sociedad y salvó a los bancos. Los que se opusieron a Menem y Cavallo en los noventa, llevaron a Cavallo al gobierno de De la Rúa para hacer estallar la convertibilidad.
Posteriormente, tanto el kirchnerismo como el macrismo, en juegos autodestructivos cruzados, perdieron la oportunidad de aprovechar aquella costosa devaluación asimétrica y los años de las tasas chinas. El actual gobierno es el resultado de ese juego de polarización autolesiva.
El gobierno de Milei y su oposición son igual de reactivos, cortoplacistas, teatrales, performativos. Son un gran quilombo que amenaza ser una nueva forma de cultura política sin compromisos con la realidad material y con un cinismo sin límite.
2. Confusión y Constitución
La cultura letrada, los paisajes letrados de Xul Solar, tan propios del hijo de sus montañas riojanas y el fundador de la Universidad Nacional de La Plata, Joaquín V. González, se están convirtiendo en desiertos de ruido digital, de videos de inteligencia artificial (brainrot) que generan falsas noticias, deterioro cognitivo y demencia digital en diferentes sectores y grupos etarios de la sociedad. Digitalización y barbarie.
Muchas de las cuestiones estructurales de un mundo incierto y confuso se hacen lamentablemente más intensas cuando analizamos el contexto local. Ahí vemos una sociedad con lazos sociales fuertes pero en grave deterioro, con desafíos existenciales en alza, familias enteras entrando en deuda o economías informales -y a veces ilegales- y en una situación económica de estructural escasez de dólares a merced de una potencia extranjera ávida de recursos estratégicos.
La insensibilidad de la clase política, la negación de los problemas estructurales que generó y después subestimó con soberbia, fueron fundamentales para arrastrarnos a este momento. El próximo cuarto de siglo parece traer más reacción y narcisismo, más cortoplacismo y sinsentido. En definitiva, más quilombo. La miopía política fue la contribución decisiva de la elite para la actual confusión generalizada.
* Abogado y Profesor de Derecho Constitucional.
Comentarios