Riesgo de implosión en los hospitales

Los trabajadores están desmovilizados pero crece un malestar que se perfila incontenible en el interior de los centros de salud por el desgaste del recurso humano.

En los hospitales germina un malestar que todavía no termina de aflorar por la desmovilización propia de estos tiempos y el agotamiento interno, pero la problemática de la salud comienza a asomar como un dilema reeditado en Río Negro.

El problema es de recurso humano, no solo por las vacantes y la sobrexigencia de los que se mantienen en pie, que deben cubrir innumerable cantidad de horas para que no se cierren los servicios —aunque en algunos casos el ministerio de Salud decidió ponerle “candado” o reducir jornadas de atención por la falta de personal— sino también por un nivel de desánimo que los referentes gremiales y de las asociaciones de profesionales no saben como abordar.

La disputa ahora es por el estado de ánimo, es más profundo que poner plata”, admitió un médico experimentado de un hospital de alta complejidad donde ve a diario compañeros que pasan a part time, desisten de cubrir guardias y hasta alguno que otro que reduce su tarea porque desde más arriba no se presta atención al problema real latente. El impacto de Ganancias y la falta de pago de especialidades aporta aún más a que la curva motivacional descienda.

El ministro Demetrio Thalasselis salió a recorrer hospitales. “Toma nota”, señalan los trabajadores que se lo cruzan en los pasillos y le exponen un catálogo de falencias y demandas. Pero después no ven resultados ni respuestas concretas y consideran que a pesar de su buena voluntad de cambiar algo en un sistema complejo y deteriorado tras la pandemia, los resultados no llegan a casi seis meses de iniciar la gestión, proveniente del ámbito privado y con un fuerte respaldo del gobernador Alberto Weretilneck.

Para los hospitalarios la situación actual es aún más crítica que en el primer cuatrimestre del año pasado cuando se logró un nivel de unidad y movilización de todos los sectores sanitarios como hacía años no se veía. Allí se lograron algunos cambios —principalmente admiten que ya no hay graves inconvenientes con los insumos y medicamentos, aunque falta mayor previsión—. Pero hubo medidas sancionatorias y respuestas sectorizadas en materia salarial que terminó con la división y el resultado está a la vista hoy: el Gobierno logró su cometido de aplacar la protesta y a pesar del complejo panorama interno, los gremios y entidades no logran visibilizar la gravedad del asunto, aunque confían que de a poco cambiará este escenario.

Los hospitalarios ven “capas de frustración”, “desazón”, “cansancio”, reiteran y no encuentran un canal de escucha y de acción. Por caso, Asspur —que es el sindicato exclusivo del sector— tuvo su última reunión con el ministro en enero y no obtuvo respuestas a sus demandas que siguen en su pliego de reclamos. Los médicos y profesionales, que tienen otra representación, tuvieron su turno en diciembre y se repite la sensación de no haber llegado a un emisario que ofrezca soluciones.

Un caso llamativo ocurrió la semana pasada cuando en medio de la promoción del Gobierno del ingreso de médicos tuvo la respuesta del profesional que aparecía sonriente en la foto oficial (que luego se cambió). Se trataba de un médico misionero, de los que llegó a la provincia con el programa de incentivo, que habló de la “explotación laboral” sufrida tras ser contratado y destinado al nuevo hospital de Ramos Mexía. Se supo después que trabajó hasta febrero y renunció, luego de hacer decenas de guardias por la falta de otro profesional que lo reemplace, aunque oficialmente por lo bajo señalan cuestionamientos a su actitud personal.

La falta de recurso humano se repite en todas las áreas, no sólo médicos son los que se necesitan, aunque Salud apuntó desde el ingreso de Thalasselis a este sector y según sus propios informes en seis meses solo sumó 89 y en esa cifra también se esconde el problema de la demora administrativa en los nombramientos. Por ejemplo, en El Bolsón hay un listado de diez profesionales en espera de que salga su designación. Pero además hay decenas de vacantes en las áreas de enfermería por lo que se complican y reducen los servicios de internación, de mucamos, técnicos y hasta administrativos en los distintos hospitales.

Un foco de conflicto que como la germinación de la semilla, empieza a crecer en Río Negro.


En los hospitales germina un malestar que todavía no termina de aflorar por la desmovilización propia de estos tiempos y el agotamiento interno, pero la problemática de la salud comienza a asomar como un dilema reeditado en Río Negro.

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