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Todos los Borges que había en Borges

El genial escritor no solo reescribió sus textos juveniles sino que también reescribió su vida. Quiso ser visto como un anarquista conservador que celebraba dictadores. Para crear esta imagen trató de hacer olvidar opciones políticas de su juventud, diametralmente opuestas.


TELAM 03112020 Siete meses antes de su muerte, el escritor Jorge Luis Borges le dictó a María Kodama un relato titulado «Silvano Acosta». Cbri

Hace un siglo se publicó el primer libro de Jorge Luis Borges, Fervor de Buenos Aires. Fue una edición de 300 ejemplares, pagada por el padre del escritor y que tenía en tapa un dibujo realizado por su hermana, Norah. De aquellos 300 ejemplares originales quedan muy pocos. Ese libro no se volvió a reimprimir jamás. El que lleva el mismo título y se viene reeditando desde 1969 es otro libro, que contiene algunos poemas del original, pero totalmente corregidos y en el que falta más de la mitad de los textos que tenía el publicado en 1923. Hasta la dedicatoria al lector (“A quien leyere”) fue completamente cambiada y abreviada.

Desde comienzos de este año se están sucediendo en todo el país mesas redondas, charlas magistrales (yo di una, invitado por el centro cultural de la Universidad de Buenos Aires), conciertos y paseos para homenajear a Borges a un siglo de su primer libro. Lo cierto es que hay muy pocas personas que lo hayan leído tal como apareció hace cien años.

Así como reescribió Fervor de Buenos Aires, Borges reescribió muchos de sus textos (casi totalmente los publicados antes de 1930, incluso con la prohibición de volver a publicar algunos de ellos, como El tamaño de mi esperanza o El idioma de los argentinos, prohibición que felizmente no respetó su viuda y albacea). Borges no solo reescribió sus textos juveniles sino que también reescribió su vida.

Borges quiso ser visto como un anarquista conservador que celebraba dictadores. Para la posteridad ha quedado sindicado como un escritor de derecha, antiperonista, un hombre que apoyó los fusilamientos del gobierno del general Aramburu y que dijo que Pinochet y Videla eran caballeros.

Esa imagen no es falsa. Borges apoyó la llamada Revolución Argentina -fue designado Director de la Biblioteca Nacional por Aramburu- y aplaudió el Golpe de Videla. También fue a Chile a abrazarse con Pinochet, quien lo condecoró. Posiblemente todas estas acciones sean la principal causa por la que la Academia Sueca le negara el Premio Nobel de Literatura, a pesar de que desde los 60 se lo consideraba el más grande escritor vivo.

Borges prefirió adoptar esta imagen para pasar a la posteridad. Fue su propia elección. Para crear esta imagen no solo apoyó con declaraciones a los dictadores sino fue incansable en criticar y en tratar de hacer olvidar las opciones políticas que apoyó en su juventud, que eran diametralmente opuestas.

Cuando se produjo la Revolución Rusa en 1917, el joven de 18 años que era Borges se entusiasmó como gran parte de la juventud de Occidente. No solo se entusiasmó sino que escribió varios poemas reivindicando la Revolución y a los bolcheviques. Llegó a publicar varios de ellos en revistas españolas, ya que desde 1914 se encontraba con su familia en Europa (primero en Suiza y, apenas terminada la Gran Guerra, en España).

Cuando volvió a Buenos Aires destruyó un proyecto de libro con poemas “rojos” y se convirtió al yrigoyenismo.

Hasta el golpe de 1930 Borges no solo fue un defensor del gobierno de Hipólito Yrigoyen sino que adoptó una posición política y estética populista: defensor del compadrito (al que idealizó en un arquetipo), enamorado de los márgenes sociales y urbanos, reivindicador del Martín Fierro y la poesía gauchesca (en una época en la que la gente elegante la consideraba deplorable o delictiva).

El Borges de los años 20, el vanguardista, el que quería revolucionar la literatura y la sociedad a la vez, era muy diferente del Borges que Borges nos legó al final de su vida. Su amistad con Xul Solar (que comenzó en 1924 y siguió hasta la muerte de Xul en los 60) fue un signo de ese fervor vanguardista, rayano en el radicalismo anarco. El anarquismo le venía a Borges de parte de su padre.

Juntos, Borges y Xul, leyeron y discutieron a Spencer y a los pensadores europeos que proponían utopías sociales de vanguardia. Ese Borges, a partir de la Segunda Guerra Mundial y por oposición al nazismo, se va a ir corriendo hacia el conservadurismo hasta llegar a un antiperonismo religioso.

Una lectura minuciosa puede encontrar señales de las opciones políticas de Borges en algunos de sus escritos, pero es un abuso decir que Borges muestra en sus libros su antiperonismo post 1945 o su populismo de antes de 1930.

En primer lugar porque Borges no escribía para expresar ideas políticas. Si algo queda claro en todo lo que Borges escribió es que la política no le interesa en lo más mínimo. A lo sumo, puede tomarla (muy excepcionalmente) como tema de un texto.

El uso que ahora algunos antiperonistas hacen de Borges quizá le habría causado gracia. Posiblemente se hubiera reído al ver que su sofisticada literatura terminaría siendo leída como un simple manifiesto político por aquellos que lo aman esencialmente por su antiperonismo y no por sus laberintos.

Paradójicamente, él que detestaba la literatura partidista termina convertido en panfleto.


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