Tras el triunfo aplastante de LLA, Argentina va hacia un pluralismo competitivo

El viejo bipartidismo cede ante un tripartidismo flexible entre peronismo, libertarios y oposiciones intermedias. Ninguno concentra el poder.

Javier Milei luego de la victoria en las elecciones. Foto: Gentileza.

Cuando Guillermo Francos presentó los datos oficiales de las elecciones de este domingo, se confirmó lo que varios medios venían anticipando: una victoria aplastante de La Libertad Avanza por casi 16 puntos a nivel nacional, con triunfos incluso en distritos que hasta hace poco parecían impensados.

La mayor sorpresa, fue la victoria de la lista de Diego Santilli en la provincia más populosa del país, Buenos Aires, donde hace menos de dos meses el panorama era marcadamente celeste y kirchnerista. La lista de Fuerza Patria obtuvo el 40,85%, por debajo de los 41,5% de La Libertad Avanza en ese distrito. Más allá del escándalo en torno a José Luis Espert y la no reimpresión de boletas, puede afirmarse que la elección provincial de septiembre que el gobernador Axel Kicillof decidió desdoblar terminó siendo un punto decisivo para el oficialismo libertario. El golpe político que dio el kirchnerismo el pasado 7 de septiembre movilizó a muchos votantes que habían decidido abstenerse, motivándolos a participar en octubre “por miedo al pasado”. Una nueva interna entre Cristina Fernández de Kirchner y Kicillof ahora parecería inevitable.

Otro distrito clave en la contundente victoria de los libertarios fue Córdoba, donde se preveía una ligera ventaja favorable al exgobernador Juan Schiaretti. Sorpresivamente, el candidato libertario Roca alcanzó unos 820.000 votos equivalentes al 42% del padrón cordobés, superando ampliamente los 550.000 sufragios (28%) de Schiaretti, fundador de Provincias Unidas.

Los dos bastiones que terminaron de consolidar la diferencia nacional fueron Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires. En el oeste del país, Luis Petri logró una impresionante victoria con el 53,5% de los votos, duplicando el escaso 25% del justicialismo. En la capital, se especulaba con que Alejandro Fargosi perdería apoyo respecto a la candidata a senadora Patricia Bullrich, pero esa merma fue menor y se compensó con una caída similar del lado kirchnerista: Itai Hagman perdió terreno frente a Mariano Recalde. En la categoría de senadores, el resultado fue 50 a 30 a favor de Bullrich, mientras que en diputados fue 47 a 27 en favor de Fargosi.

A estos resultados se sumaron otras victorias para el oficialismo nacional: Entre Ríos (por 18 puntos), Santa Fe (por 12), y triunfos más ajustados en Chaco, Río Negro, Chubut, Neuquén, Salta, Jujuy, La Rioja, Misiones y Tierra del Fuego. El kirchnerismo, por su parte, solo logró imponerse en seis distritos: Santa Cruz, La Pampa, San Juan, Catamarca, Tucumán y Formosa. Los gobernadores provinciales conquistaron únicamente en Santiago del Estero y Corrientes.

En conjunto, este panorama reconfigura el mapa político del Congreso. A medio mandato de Javier Milei, La Libertad Avanza logra un salto histórico: se consolida como segunda fuerza nacional, pero sin alcanzar quórum propio. El oficialismo crece, el peronismo conserva la primera minoría y los bloques provinciales y radicales vuelven ser claves.

En la Cámara de Diputados, Fuerza Patria retiene 100 bancas y LLA alcanza 96, seguida por el PRO (14), los partidos provinciales (13)Encuentro Federal (9) y Provincias Unidas (9). Con un total de 257 bancas, el quórum de 129 sigue lejos para todos. El libertarismo triplica su representación y se vuelve actor central de toda negociación legislativa. El peronismo mantiene su peso territorial, pero sin margen para imponer agenda, mientras que los bloques menores definirán la mayoría en cada debate.

En el Senado, el panorama es aún más fragmentado: Fuerza Patria suma 28 bancas, LLA 20UCR 9provinciales 7PRO 5 y Provincias Unidas 3. Ningún espacio llega al quórum de 37. Milei pasa de una representación marginal a una bancada relevante con capacidad de condicionar designaciones y acuerdos clave, aunque sin dominio propio.

El nuevo Congreso obliga al Gobierno a negociar cada ley. La agenda de reformas económicas y políticas dependerá de alianzas coyunturales con sectores del PRO, la UCR o las fuerzas provinciales. En este escenario, el radicalismo puede actuar como bisagra institucional, recuperando protagonismo parlamentario.

El sistema político argentino se encamina así hacia un pluralismo competitivo: el viejo bipartidismo PJ–UCR cede ante un tripartidismo flexible entre peronismo, libertarios y oposiciones intermedias. Ninguna fuerza concentra el poder, y el Congreso vuelve a ser un espacio de equilibrio y debate.

Las elecciones legislativas de 2025 marcarán un punto de inflexión en la política argentina. La Libertad Avanza consolida su liderazgo y su representación, rompiendo el esquema tradicional de la última década. El peronismo, pierde su hegemonía y enfrenta la tarea de redefinirse frente a un oficialismo que combina un discurso disruptivo con un creciente poder institucional que muy probablemente derive en otro discurso. El Congreso será más diverso, menos previsible y, por lo tanto, más dependiente del diálogo. La era del dominio de un solo espacio parece haber llegado a su fin, al menos parcialmente. Comienza una etapa de negociaciones permanentes, coaliciones cambiantes y un pluralismo que, lejos de debilitar la gobernabilidad, podría ser la base de una nueva madurez democrática.

*Estudiante avanzado de ciencias políticas.


Javier Milei luego de la victoria en las elecciones. Foto: Gentileza.

Cuando Guillermo Francos presentó los datos oficiales de las elecciones de este domingo, se confirmó lo que varios medios venían anticipando: una victoria aplastante de La Libertad Avanza por casi 16 puntos a nivel nacional, con triunfos incluso en distritos que hasta hace poco parecían impensados.

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