Un troyano que alertó al MPN

Mario Rojas

Subjefe en Agencia Neuquén. Nació en enero de 1966 en Cutral Co. Estudió Profesorado en Comunicación Social en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo). Inició su carrera como informativista en Radio Municipal Cutral Co y se desempeñó como redactor en Tribuna Abierta, La Mañana del Sur. También fue prensa institucional en Acipan, Copelco y en Prensa del gobierno de Neuquén. En Diario RÍO NEGRO 2010.

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Los desafíos de los nuevos encargados de llevar la vanguardia en el MPN se enfrentan con incertezas que son regadas con desconfianza.


Un partido predominante, no hegemónico, dentro del cual se forjó una filosofía fundacional cayó en una trampa de desconfianza que prendió alarmas, aunque se recurrió a la caja de herramientas de la defensa del “nosotros” -la provincia- contra “el otro” que es la Nación. La receta siempre dio resultados y si funciona no hay necesidad de cambiarlo.

El Movimiento Popular Neuquino tuvo pisos en cantidad de votos que obligaron a aplicar métodos límites como meterse en la vida de otros partidos porque, al fin y al cabo, “la oposición nunca nos va a defraudar” como decía un ministro de Felipe Sapag. El epítome es la estrella del sector Azul Mariano Gaido que no sólo capitalizó la “recuperación” de la ciudad capital sino que cosechó equipos técnicos que le dan sustento a su gestión, no sólo del anterior oficialismo municipal sino también del partido de Mariano Mansilla.

El sector Azul debió lidiar con la transición entre la vanguardia “natural” y la “administrativa”, utilizar los mecanismos clásicos del partido para las elecciones, meter la cuchara en otras sopas para obtener algún rédito en las urnas e inaugurar la etapa de los outsider, los extraños, los allegados, sapos de otro pozo, pero que, en teoría podían ayudar a traccionar hacia arriba el piso de votos.

No salió tan bien como se esperaba entonces se prendieron las alarmas. En efecto, en la elección de 2015 -con la salida de la lista Rosa- fueron a la general con la lista Azul que llevó a Pablo Bongiovani y Laura Plaza. El primero es de paladar negro pero la periodista no.

En el microclima de los políticos había, en ese momento, una puja entre esa periodista y otro hombre de prensa y quienes se los disputaban eran de dos partidos. Al promediar la gestión como concejal, Plaza dejó al MPN sin su voto y se fue al partido de Horacio Pechi Quiroga.

En el sector Azul hubo mea culpa y, dicen, que fue uno de los motivos de las primeras grietas entre Omar Gutiérrez y Rolando Figueroa. Con la experiencia de buscar y ungir candidatos para vestirlos de populismo subnacional -como dice la politóloga María Esperanza Casullo- ahora se presentaba una circunstancia diferente. Había que blindar la caja de herramientas que tenía las respuestas a las incertidumbres pasadas, como para enfrentar lo que se viene.


El poder se ejerce y no se comparte aunque esa máxima no impide rescatar cuadros técnicos de otros partidos despojados de interés electoral.


Dentro del partido, sin distinción de colores, se estila el uso del tiempo libre para sembrar incertezas y regarlas con desconfianza. Y es en ese gris donde apareció un troyano. Es como el encuentro que tuvieron Figueroa y Gutiérrez en el autódromo de Centenario, nadie los vio, todos guardaron los celulares, los periodistas estaban lejos. Nadie los vio pero dice que se juntaron y hablaron.

Diez meses después que se reformara la carta orgánica del MPN para impedir que outsider se sienten en el mesa del poder sin haber rendido los exámenes clásicos de neuquinidad, se comenzó a especular si realmente el sector que responde a Jorge Sapag podía saber con tanta anticipación que Figueroa iba a llevar una extrapartidaria.

La respuesta es que no, no lo sabía, y que la decisión se adoptó a partir de que en el jardín donde el poder aguza su tiempo libre había crecido una especie que indicaba que un dirigente opositor decía que había que utilizar las mismas mañas del MPN para poder extinguirlo desde adentro.

Se lo hizo por las dudas y de hecho cuando se lo votó aún estaban los convencionales de Guillermo Pereyra quienes apoyaron la iniciativa sin mucha bambolla como la pomposidad fingida que hubo después cuando se aseguró que el partido se había cerrado.

Ahora la pregunta es si se evitó el ataque troyano o fue un apagado estertor del fin de una de las partes del MPN como lo define el historiador Gabriel Rafart. En agosto se harán las internas para autoridades y, hasta ahora, se presentó una sola lista, la Azul. Esa conducción resolverá la fecha de las internas para definir el candidato a gobernador.


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