Orgullo de Bariloche: el pequeño Ford T que hizo un estudiante

Brian Müller, un estudiante de 17 años de Bariloche hizo una miniatura del clásico vehículo como parte de un proyecto escolar. Además del reconocimiento en su propio curso, recibió el llamado del presidente de Ford Argentina para felicitarlo.

Brian Müller, un estudiante de 17 años, jamás imaginó que detrás del llamado que recibió una mañana estaría el presidente de la automotriz Ford Argentina para felicitarlo.


Su proyecto del Ford T, un automóvil barato producido por Henry Ford desde 1908 a 1927, pero en miniatura comenzó en enero y lo finalizó a principios de noviembre para presentar en la muestra del colegio Tecnológico del Sur.

Las horas, días, semanas y meses de trabajo y de desvelo valieron la pena. “Hasta último momento estuve haciéndole ajustes y aceitando las partes”, reconoció orgulloso el joven que cursa quinto año.

La consigna del profesor fue construir un vehículo con determinadas medidas que funcionara a control remoto y que aplicara algunos de los conocimientos aprendidos.

“Siempre me gustaron los autos clásicos y en especial este auto. Tiene mucho de mi historia familiar porque mis abuelos, suizo alemanes, eran agricultores en El Bolsón y los usaban para repartir leche”, relató Brian.

Brian le puso dedicación, horas y esfuerzo a este proyecto escolar. Foto: Alfredo Leiva

“Además, -agregó- me encanta su forma y el motor. Fue el primero en sentar las bases de los estándares de los autos que tenemos en la actualidad, con el volante a la izquierda y los cambios. Todo esto me decidió a hacerlo”.

El trabajo comenzó en vacaciones de verano con el armado de la cabina. Brian ni siquiera intuía que al comienzo de clases, podría usarla para un proyecto escolar. Después de una larga etapa de diseño, a mediados de agosto inició la parte mecánica.

Brian reconoció que “fueron muchas pruebas en base a resultados. Pude ir optando por mejores materiales y en qué configuración era mejor usarlo”.

Para el chasis usó la mitad de la chapa de una canaleta y el motor de la dirección lo unió a un brazo de aluminio. El “motor de desguace” lo encontró en la escuela. “Es un motor eléctrico que adapté para usarlo. El tener los engranajes le da potencia al motor. Podes mover bien el auto. Los nuevos cambios lo hicieron más pesado”, precisó Brian.


Para la cabina y el volante empleó cartón y goma eva. Usó palitos de brochette para los rayos de las ruedas y para el centro, donde está encastrado cada rayo, tomó un tubo de PVC que suele usarse en instalaciones eléctricas. Con tapitas de cremas dermatológicas hizo las ruedas y con goma eva, las llantas del auto. El tablero del auto tiene detalles de madera balsa y un tubo de un sifón de soda sirvió para hacer el eje del volante.

Admitió que “lo más complejo fue encontrar la manera correcta de hacer la dirección. Tuve que probar muchas cosas. Todo lo que es luces y electrónica lo logré hacer solo”.

Durante todo el proceso, consultó a su profesor y en la parte mecánica obtuvo ayuda de un tío, Daniel San Martín, y un amigo de la familia, Roberto Zunino. “En el minitaller de mi tío, cortamos las piezas para ir probando. Trabajamos el metal para hacer el chasis. Fue un trabajo artesanal muy complicado que demandó paciencia”, aseveró. Y concluyó con modestia: “Anduvo mejor de lo que esperaba”.

Contó que cuando recibió el llamado del presidente de Ford Argentina, “dijo que mi auto estaba muy bueno y que él también es fanático de los autos antiguos. De hecho, tiene un Ford A de los años 30”.

Brian es estudiante en el Colegio Tecnológico del Sur. Foto: Alfredo Leiva


También hubo un reconocimiento desde el colegio. “No solo por el proyecto y porque salió bien sino por las dificultades que hubo este año para conseguir materiales y las herramientas. En el colegio, tenemos un laboratorio y un taller para hacer las cosas. Todo eso creo, le dio un plus”, señaló.

“Todo el tiempo, había que someterse a pruebas en un circuito que nos daba el profe: avanzar tantos metros hacia adelante, dar un giro en U, hacer un zigzag por casas para evaluar qué tan precisos eran en los giros, cuán ágil era. Eso sirvió para afinar mucho”, detalló.

Con solo 17 años, entiende que su trabajo sirve para desmitificar que “en pandemia no se hizo nada”. “Esto demuestra cómo es posible, a pesar de la situación tan difícil que todavía vivimos, hacer un buen proyecto. Si uno tiene ganas, puede hacer lo que se proponga”, finalizó.


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