Egresados de un año particular: así son los cierres escolares del ciclo 2020

Presenciales algunos, virtuales otros, los ciclos escolares comenzaron a cerrar el período de este raro, angustiante e incierto 2020. Con aplausos, lágrimas y sonrisas debajo de los barbijos, los estudiantes comenzaron a despedirse de este año particular.

¿Hace falta cerrar una puerta para saber que estamos del otro lado? ¿Dejar sentado que, aunque no haya tenido la forma habitual, algo concluyó? En forma virtual o presencial, con creatividad, con barbijos, sin abrazos, las escuelas, los chicos y los padres encontraron –y encuentran– la manera de ponerle un moño a este 2020.


Es que entre esta semana y la próxima para muchos las clases llegan a su fin. Y para muchos de esos tantos es además el cierre de un ciclo: sala de cinco, séptimo grado, quinto año. El cierre del ciclo seguramente más extraño que hayan y hayamos vivido.
No hubo abrazos con los profes ni besos efusivos por la alegría de dar por cerrada la etapa. Pero, asegura Carlos Perramón, director general de la obra salesiana de Roca y Stefenelli, “a pesar de no ver las sonrisas o no poder besarnos ni abrazarnos, sentíamos una emoción circulando, una alegría, una energía muy fuerte, casi diría que más fuerte que en un acto convencional”.
Perramón estuvo ayer al frente del segundo acto presencial de egresados de quinto año en el colegio Domingo Savio de Roca (el otro fue el miércoles), y también de los de séptimo grado. Y sabe de lo que habla: “Todos los actos que hicimos fueron muy emocionantes, muy valorados por chicos y familias. Ha sido una sorpresa para ellos. Se veían rostros llorosos, rostros felices, extrañados después de ocho meses sin vernos”, dice, poco antes del acto de ayer, y de cumplir con todas las medidas que dictan los protocolos.


Cada acto y cada cierre tiene la forma que pudieron darle las escuelas y las comunidades educativas. Cada institución debatió qué y cómo hacerlo para minimizar riesgos, y a la vez dar esa idea de que el año escolar llega a su fin. Por los chicos, por los docentes y por los padres también.

La sorpresa


En Bariloche, por ejemplo, una escuela eligió la entrega de diplomas puerta a puerta.
Con cinco años, Martina Chesani aprendió a usar la plataforma de zoom para conectarse a sus clases tres veces por semana. Lo que no sabe es que la próxima semana, su señorita Vivian llamará al portón de su casa en Lago Gutiérrez para entregarle su diploma.
La docente consultó a los padres de sus 25 alumnos si estaban de acuerdo en recibirla en la entrada de sus casas, con barbijos y distanciamiento social, para saludar y despedir a cada nene. “La idea es que venga hasta la entrada de casa para darle el diploma y sacarse una foto. Después, en la semana, harán un zoom donde cada padre le entregará el diploma a su nene”, contó Marisa Carrasco, la mamá de Martina.
Ayer, a las 19, el jardín 48 de J. J. Gómez hizo su acto por zoom. Caty se peinó, se puso el delantal que casi no usó este año y posó feliz para la foto que le sacó su papá, Samuel. Como el diploma de “egresada” todavía no le llegó, cada uno tuvo que simular con un rollito de papel. Esa foto, junto a la de todos sus compañeros, se vio ayer en un video lleno de dedicatorias.

Caty despidió anoche su salita de cinco desde el zoom.

Cumpleaños y egreso


Hasta último momento, Maia esperó la confirmación de la noticia que tanto ansiaba. Días atrás, supo por fin que tendría un acto de egresados presencial junto a sus 23 compañeros, a quienes no ve desde marzo. El cierre de su etapa primaria llegaría el 10 de diciembre, casi a modo de regalo por su cumpleaños número 13.

Es que Maia Brockerof, como tantos otros chicos, jamás imaginó su último año en la escuela, con clases por zoom y contacto virtual con sus compañeros y docentes. “Fue un año muy difícil y no estábamos preparados para esto. Esperaba pasar mi último año con mis compañeros y aprender un poco más, algo que fue difícil con las clases de zoom”, resume Maia, que vive en Bariloche.

“¡Nos pusimos tan felices cuando nos enteramos de que íbamos a tener un acto! Estábamos muy ansiosos. Fue muy estresante. Para mí es algo muy especial”, exclama sin poder ocultar su emoción y agrega: “Ya nos dijeron que por protocolo, no podemos abrazarnos ni acercarnos. Pero, al menos, nos vamos a volver a ver y vamos a tener nuestro diploma”.

En una reunión informativa, las autoridades del colegio público de gestión privada de Bariloche dieron a conocer los detalles del protocolo del acto casi cronometrado. Será en un predio al aire libre, con solo dos acompañantes por niño y sin hermanos. Sólo un representante del grupo de padres y otro de los estudiantes podrán leer los mensajes para los egresados para evitar el pase de micrófonos. La consigna fue que una vez que reciban el diploma y la medalla se procederá a la desconcentración.

Fue lindo escribir el discurso de despedida. Lo hicimos entre todos por zoom. Los chicos fueron tirando ideas y yo lo redacté. Creo que va a hacer llorar a los papás”, dice la nena.

Adiós secundario

Ailín López tiene 18 años y egresa del Instituto María Auxiliadora de Roca. Al realizar un balance del año que pasó dice que no solo fue distinto al que imaginaron sino también, angustiante. “De un día para el otro no fuimos más al colegio. Para un alumno que te digan que no tenés clases dos semanas es genial, pero cuando se alargó se volvió triste. Hubiese estado bueno volver. Hace 9 meses que no veo a mis compañeros”, dijo.

Hace unos días se organizaron para pedir que los dejen hacer un acto a las 8 de la mañana en el patio del colegio. Finalmente tienen permiso, pero no tendrán la bajada tradicional que se hace cada año, y muy pocos tienen esperanzas de hacer el viaje de egresados.

Por otra parte, debieron afrontar en soledad las inscripciones a la universidad. Ailín eligió seguir estudiando nutrición. “Fue complicado,. Como no hay gente en la universidad nadie puede darte respuestas y al no saber cómo se hace, quería preguntar, pero solo tenía una computadora enfrente”, dijo.

En cuando a lo académico, sostiene que más que aprendizaje, este año se lleva un pantallazo de los contenidos. Les daban para leer textos y responder preguntas pero no siente que haya incorporado muchos conocimientos.

“Fue lindo escribir el discurso de despedida. Lo hicimos entre todos por zoom. Los chicos fueron tirando ideas y yo lo redacté. Creo que va a hacer llorar a los papás”, dice la nena.


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