Para ser juez hay que competir, ganar y lograr acuerdo político

En números

Los requisitos formales para ser juez de Neuquén son: ganar un concurso y lograr acuerdo político para la designación. ¿Pero qué se necesita realmente para serlo?

Desde 2007 el mecanismo de selección en la provincia está a cargo del Consejo de la Magistratura. Sus siete integrantes son responsables de calificar a los postulantes por sus antecedentes, convocar a un jurado para que los evalúe técnicamente y luego entrevistarlos. Quien queda en primer lugar en el orden de mérito es designado. La ley no establece un puntaje determinado para acceder al puesto.

Este sistema ha sido objeto de muchas críticas. Una de las más reiteradas ha sido su composición: un representante del TSJ, dos de los abogados y cuatro de los bloques de la Legislatura, en función de la proporcionalidad que tienen en el cuerpo. Esto significa que el MPN ha conservado siempre dos de esos cuatro lugares en disputa, y una preeminencia en la Cámara, que define si el candidato se convierte o no en juez. Para ser vocal se activa una secuencia distinta, no menos política (ver aparte).

Marcelo Medrano, abogado que actuó como querellante en juicios de lesa humanidad en la región, manifestó que negar que los jueces ejercen poder “no es solamente absurdo, sino peligroso”. “La pretendida neutralidad o apego a la ley es una falacia, porque al momento de resolver o no resolver se está aplicando política. Por eso reivindico los espacios de discusión democrática de los jueces con profundo sentido político, tomando en cuenta que el poder Judicial es una caja de resonancia de los conflictos que interesan a una sociedad”, afirmó.

Isabel López Osornio, consejera en representación de los abogados a partir de 2019, aseguró que “en el perfil hay que elegir no sólo las cuestiones académicas, sino tiene que ver con las valoraciones que uno hace. La honestidad, que sea una persona con convicciones. Hoy necesitas alguien con empatía, tolerancia”.

Leticia Lorenzo asumió como jueza de Garantías de Zapala, luego de que la Legislatura rechazara nombrarla para el mismo cargo, pero en Neuquén. Es una de las pocas que redacta sus sentencias con lenguaje inclusivo. “De verdad creo que se necesita coraje, en términos de no tenerle miedo a la exposición y no tenerle miedo tampoco al error. Tenés que ser una persona muy resolutoria. Ese es el primer tema. En segundo lugar: consciencia del siglo XXI. Entender que vivimos en una sociedad distinta a la sociedad en la que nos formamos y que la perspectiva de género no es un adorno políticamente correcto; es una forma de entender la práctica laboral diaria”, planteó.

Dijo que los jueces deben dar a conocer sus opiniones, porque de lo contrario el poder Judicial “se mantiene como un poder secundario del Estado, un poder que no se asume como poder, en términos de que siempre nos escondemos detrás de estas cosas: independencia, imparcialidad. Las mencionamos y no le damos contenido. Es un derecho de los usuarios tener claridad sobre qué es lo que piensa la persona que va a tomar la decisión”.

El Tribunal de Impugnación tiene diez integrantes, sólo dos son mujeres. Una de ellas, Florencia Martini, coincidió en que la perspectiva de género “es esencial, no importante”. “Lo que aporta es poder ver dónde están las opresiones de la sociedad en la que vivimos. La imparcialidad que tenemos hoy no es imparcialidad, es parcialidad. Es una mirada sesgada, porque es una mirada desde el punto de vista de los intereses e incluso los sentimientos del hombre”, señaló.

Sostuvo que la independencia “tiene que ver básicamente con lo partidario”. Sobre la exposición pública indicó: “antes yo decía la famosa frase: el juez habla por sus sentencias. Hoy pienso distinto, y eso implica no sólo poder comunicar de una manera más llana, sino poder decirle a la comunidad cuando salís porque fallaste como fallaste”.